Saga Unidos Por La Sangre #1

William y Viktor

Cuándo William bajó del avión su vehículo ya estaba aparcado. Se dirigió hacia él con cierto alivio pensando que volvía a casa, cuando el teléfono sonó:

—Una eternidad, querido amigo… —contesto William con cierto doble sentido a Adam.

—No tengo tiempo para bromas, William. Mira, Nina me llamó, esa… esa… irresponsable, se fue a rescatar a sus amigos en el bosque sola. Will… amigo, necesito que vayas a buscarla William. Hazlo por mí, sí. Te deberé una…

—Pará, pará, está bien, iré.

William colgó de una vez y arrancó el vehículo.

 

En las afueras del bosque no le fue difícil identificar el olor de Nina. Estaba por entrar en la oscuridad del bosque cuando un pesado silencio le llamó la atención. William se quedó quieto, cerrando los ojos dejó su olfato escanear el terreno y los efluvios convertirse en imagines. William las analizó una por una, mientras la preocupación mezclada con el asco aumentaban cada sensación: el hedor estático de la descomposición de un vampiro recién disparado;  un joven vampiro recién convertido asustado regando el rastro nauseabundo de sangre humana; la putrefacción de los dos cadáveres humanos tirados y triturados hasta los huesos; y finalmente justo ahora el inconfundible olor de Nina totalmente inerte y desangrada. De una vez William llamó a Adam de vuelta: —Adam —dijo William corriendo al mismo tiempo.

—La encontraste, gracias William…

—Adam, Adam, no, todavía no. Estoy casi seguro que llegué tarde. Hay vampiros y…

De repente William detuvo su carrera, algo estaba muy mal: un Coníatus. Sí lo podría jurar, un Coníatus estaba aquí: Viktor. Dos casos pasaron por su mente, si él estaba aquí, Nina ya no corría ningún peligro, pero él no saldría de ésta ileso.

—¡William! —gritó Adam por el celular.

—Sí Adam. Viktor está aquí, ¿qué quieres que haga?

—No puedo pedirte que pelees contra un Coníatus—dijo Adam resignado.

—Puede que no haya venido por mí Adam. Haré el intento.

—¡Gracias, Will! Estoy por aterrizar… ¿Will?

—¿Sí?

—Ella me importa mucho, haz lo que sea necesario, ¿entiendes?

—¿Estás seguro?

—Sí —contestó firmemente antes de colgar.

 

Un silencio mortal envolvía las profundidades del bosque, y en el centro podía olfatear el cadáver de Nina. Sin esperar comenzó a atravesar el bosque saltando, brincando, volando entre los troncos, las ramas y las hojas desprendiéndose de los árboles bajo la brisa del espeso bosque, olfateando el casi inexistente aroma dejado por Nina. En el camino escuchó un disparó y sangre de vampiro llenar el aire intensamente, Víktor había herido al segundo vampiro, varón, sí definitivamente varón, escapándose. Sin dudar William aceleró el ritmo logrando que sus pies apenas rozaran la superficie del bosque. Hasta que paró en seco.

—¿Qué me da el honor de tu visita, William? —preguntó  Víktor devolviéndose del cuerpo de Nina.

—No es asunto tuyo, Víktor.

—Es a dónde se equivoca, todo, absolutamente todo lo que está en ese bosque ahora, es asunto mío. Por lo que insisto, ¿cuál es el motivo de tu presencia, aquí, en estos momentos tan insólitos?

—Vengo por una amiga.

—No sabía que tuviera la consideración de tener a una mujer humana como amiga... aunque, ya no del todo humana —dijo al apuntar con su arma el cuerpo inerte de Nina.

—¡Qué carajo le…

—Tranquilo, calma amigo. No querrá empezar una batalla conmigo, los dos saldríamos perdiendo. Un paso más y tendré que dispararte. Créame no lo dudaría ni un segundo. Si no la elimino ella se convertirá, y sabemos que su transformación no ha sido aprobada.

William espero cerrando los puños frente a su impotencia observando su enemigo acercarse a Nina despacio, confiado y letal.

Su mente calculó rápidamente sus opciones: huir, escapar, volverse o enfrentar, luchar, y salvar. La promesa hecha a Adam hizo el resto, sin pensarlo se interpuso entre el cuerpo inerte de Nina y Víktor.

—Sabes que la tengo que matar, es más le hago un favor. William, razona. Ella no será inmortal como tú. Ella será un vampiro, matando humanos.

Sin contestar William cruzó los brazos sobre su pecho. El cielo aumentaba la tensión entre los dos, cargado, pesado, negro amenazando con descargar toda su ira de un momento a otro.

—¿Por qué no matas al otro vampiro? —preguntó William sin entender.

—Lo mataré luego, ella no puede sobrevivir —contestó Víktor tajante.

—Ella, se llama Nina, y está bajo mí protección —se tensó William.

—Como quieras…

Víktor cambió su posición distribuyendo el peso de su cuerpo equilibrando el balance, listo para saltar y disparar.




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