El viaje del repartidor no seria para nada corto o fácil, tuvo que atravesar por las colinas color verde claro de Florel hasta los valles rojizos de Clonas para poder llegar a Clonestar, la capital de Gardell.
Clonas era un gobernado un tanto extraño, sus valles no eran nada mas que hábitats llenas de peligro. En ellas habitaban los temibles Fixrielos, unos insectiles con torso humanoide que habitaba en unas cavernas creadas por ellos mismos ubicadas en las montañas mas altas. Pero los Fixrielos tenían dos debilidades que no les permitía salir de sus cálidos hogares, su piel se derretía al tener un contacto constante con la luz solar y sus cuerpos se retuercen con cualquier sonido estremecedor obligándolos así a ocultarse en las cavernas sin embargo esto no les impedía ser seres salvajes que atemorizaba a los gardellianos que se atrevían cruzar por los valles de Clonas . El repartidor tuvo precaución al atravesar los valles asegurándose de no alertar a las colonias que hospedaban a las orillas del camino, cualquier sonido minúsculo podía atraer a un fixrielo curioso. Iba lento pero seguro, cada paso era una bomba de tiempo, uno a la vez para evitar alertar a las hordas de Fixrielos resguardados en sus hogares cercanos al camino que dirigía a la capital.
El repartidor logro llegar sano y salvo al anochecer a la frontera fortificada de Clonestar. Allí se encontró con la muralla que separaba a la capital de Clonas, custodiada por el ejército real para evitar que los Fixrielos penetrasen la metrópoli. Los guardias vieron al repartidor y bajaron el inmenso puente elevadizo que permitía cruzar el ancho rio que ahí se encontraba.
-¡Fua! Pero si usted a llegado a tiempo, estábamos a punto de no permitirle el paso a los viajeros y dejarles acampando a las cercanías de la muralla-. Le gritó un soldado desde una torre de vigía.
-Si ya se, tuve unos inconvenientes con los habitantes de las cavernas mi señor-Le respondió el repartidor con un tono alegre y tranquilo.
-Menos mal a llegado usted con vida viajero, los fixrielos han estado atacando a las poblaciones cercanas porque es periodo de apareamiento-
Le dejaron entrar para después cerrar la inmensa puerta elevadiza. El repartidor tenia que depositar los alimentos que traía en los almacenes y así descansar pero este no podía reposar tranquilo después de descargar su transporte, su deber después de completar su labor rutinaria era de darle las malas noticias al rey para eso tenia que ir al palacio y comunicárselo directamente, no podía decírselo a los soldados reales debido que estos no podían interactuar con la población cuando casos diplomáticos se tratasen.
El repartidor descargo su carroza y se dirigió a un estadero para poder descansar asi sea un poco de su arduo periplo y dirigirse al palacio de su rey.
El viajero no pudo dormir tranquilo, sus sueños se veían perturbados por los llantos de los pueblos que sucumbieron a la brutalidad de los opoleonos, podía escuchar cada grito de agonía cada clamor de piedad y clemencia que pedían los pueblerinos a sus asesinos que masacraron sin piedad su pueblo. Después de una aberrante noche de descanso, el viajero se dispone a dirigirse al palacio de los Clonestaris, la famosa familia real que mantenía un orden un tanto dudable en Gardell.
Por siglos la familia Clonestaris ha reinado el extravagante Gardell, apaciguando a sus habitantes con actividades variadas como la agricultura, la ganadería sostenible y inclusive con la literatura creando así una cultura relativamente pacifica donde nadie se peleaba por nada debido a la equidad que aseguraba la monarquía. Su rey actual, Litoriene Clonestaris V intentaba mantener buenas relaciones con el reino del norte , Targeria, para poder tener una alianza militar en caso de invasión, justo como la que esta sucediendo en sus fronteras del sur. Pero Litoriene no obtendría mucho éxito en sus negociaciones...no era muy bueno dialogando sin embargo al menos logro algo, entabló una amistad fraternal con el rey de Targeria pero era solo eso...una amistad para pasar el rato tomando vino y contando historias aventureras sobre mujeres y batallas. Del resto era considerado como un buen gobernante que cumplía con su deber, manteniendo esa tranquilizante equidad que se esparcía por los gobernados y manteniendo la paz...por lo menos hasta la invasión por parte de los opoleonos.
El viajero llego al gigantesco palacio, decorado con banderas color verde que iban repartidas de torre en torre, la torre de homenaje tenia forma circular que se elevaba muy a lo alto hasta podía casi que tocar los cielos. Sus torreones parecían jardines elevadizos alfombrados con flores rosadas y rojas, sus puertas estaban decoradas con broches metálicos radiantes color bromo con enormes manijas. El palacio estaba muy protegido contando con centenares de aspilleras que rodeaban de lado a lado los torreones, torre de homenaje, bastiones y murallas que conformaban el inmenso palacio y en las cimas de los torreones y bastiones se encontraban las almenas, el palacio también contaba con una sola atalaya que se extendía casi que la misma altura de la torre de homenaje ubicada en el centro de los patios reales, esta tenia un grandísimo catalejo que servía para vigilar las cercanías del palacio.
Después de presenciar la gloriosa fortificación, fue directo a la puerta principal del palacio entrando al patio real donde cualquiera podía entrar siempre y cuando no hiciera disturbios o se robase algo de ser así era decapitado en plena plaza. Para poder hablar con Litoriene tenia que hablar primero con los guardias que custodiaban los aposentos del rey, tarea un tanto sencilla porque los guardias dejaba entrar a cualquier mequetrefe a los aposentos del rey pero obviamente vigilado constantemente y con espadas bien afiladas posadas suavemente de puntas en la nuca.
-¿Desea hablar usted con el rey?-Le preguntó uno de los guardias que lo vio curioseando los alrededores de la puerta.