Capítulo 16: ¡¡El juramento de un hombre!!
Kijiro escuchó la orden de la niña, que tiene los ojos llorosos y se encuentra bastante feliz con una evidente admiración. Sintió en el estómago un fuerte impacto retorcido y contestó: —Layla, seré tu mayordomo personal y espero cuidarte siempre —dijo con amabilidad en la voz y viendo directamente a los ojos de la niña.
Layla escuchó la afirmación de Kijiro y rápidamente lo abrazó fuertemente en un arranque de emociones descontroladas, pero inmediatamente se alejó con la cara sonrojada echando humo de la vergüenza.
Kijiro vio todo esto y pensó que los niños en este mundo son muy precoces; además, también tienen una fuerte aura de mini-adultos.
Muy exótico ese retrato que tiene su rostro, y volteó para arriba para verlo mejor; realmente es muy guapo.
Layla observó cómo Kijiro miraba con asombro y curiosidad el techo donde tiene un retrato del niño y se sintió muy avergonzada. En este momento quería que la tierra se abriera y se la tragara…
Kijiro habló repentinamente: —Layla, esa extraña imagen se parece mucho a mi rostro y dime, soy yo, no hay problema que lo tengas y nada de eso, pero olvídalo —dijo con sospecha y viendo directamente la extraña imagen del mismo.
Layla escuchó y rápidamente habló: —Siempre recuerdo a Kijiro y me salvo de un destino muy cruel; además es mi único amigo y ahora mi mayordomo —dijo con los ojos suaves.
Kijiro escuchó las palabras suaves de Layla y trató de no molestarse por estas cosas extrañas de niñas fanáticas. Poco después se acercó a la niña pequeña que tiene la cabeza gacha y las manos temblando del miedo. La tomó de la mano derecha y habló: —Layla, vámonos a comer y tu papá me entregará una habitación para vivir aquí contigo —dijo con calma y sonriendo con complicidad al ver la cara feliz de la niña.
Layla tenía la cabeza gacha y al sentir que la toman de la mano, rápidamente subió la cara para ver qué pasaba y vio la sonrisa más hermosa de todas, además escuchó música para sus oídos y solo asintió tontamente para ser guiada por Kijiro.
Después de unos momentos ambos lograron llegar a la cocina y vieron una enorme mesa llena de comida exótica y deliciosa; además, a los alrededores ya había dos personas sentadas esperándolo aparentemente.
El señor Nessro al ver llegar a los dos niños habló: —Bien, vengan a comer —dijo felizmente, señalando con los ojos dos asientos libres.
La señora Nessro escuchó los pasos de los niños y levantó la mirada para ver al nuevo mayordomo y replicó con molestia: —¡No! ¡No quiero que un mero mayordomo huérfano coma en esta mesa! ¡Somos nobles y esa cosa es peor que la suciedad, solo miradlo! —dijo señalando con el dedo largo y pintado de rojo a la ropa demacrada de Kijiro.
El señor Nessro notó la vergüenza del niño señalado y habló. —Sirvienta, quiero que lleves a cambiar de ropa y sea presentable este niño —ordenó con fuerza y una joven sirvienta se acercó rápidamente con mucho miedo evidente.
La sirvienta tomó la mano del niño desconcertado por toda esta situación y se dejó arrastrar por ella a donde sea que le quiera llevar.
Después de unos momentos que sirvienta y niño salieron de la vista, la mesa quedó en un silencio sepulcral y nadie habló. Todo estaba en una atmósfera aburrida y fría.
Hasta que dentro de unos minutos se escucharon los pasos apresurados de dos personas y se reveló aún cambiado Kijiro, que ahora mismo parece un buen mayordomo.
Kijiro se sintió avergonzado de que esta sirvienta de quince años de edad lo desnudara a la fuerza y lo bañara. Lavó con mucha dedicación todas las áreas de su cuerpo y se sintió abusado, pero como un hombre en su vida pasado cerró los ojos por esta humillación que no podía parar, simplemente esperando que terminara rápido y salir de este manicomio de baño. Además, se juro que jamás dejaría que esta niña pervertida con fetiches problemáticos lo volviera a tocar o él la mataría.
No quería pensar que hubo algunos niños pequeños que sufrieron estas cosas de la loca, pero si lo hicieron, solo la asesina.
La sirvienta decidió desnudar con fuerza al niño de seis años de edad y vio que las mejillas blancas pálidas están sonrojadas junto a la carita tierna de un color rojo sangre y vio cómo cerraba los ojos con fuerza. Ella, una mujer de quince años de edad, sintió una sensación de dominación y deseo al ver esta situación. Nunca había sentido este deseo de molestar aún niño tanto como a este y velozmente tocó las partes de Kijiro con calma y delicadeza. Viendo que el niño se asustaba con pequeñas lágrimas saliendo de los ojos cerrados, decidió que es suficiente y dándole una sacudida lo baño rápido.
Después de unos momentos lo vistió con un traje de mayordomo y lo tomó de la mano para llevarlo de nuevo a la mesa donde sus jefes están comiendo. Sintió una extraña emoción indescriptible y llena de lujuria al saber que podía acosar a este niño y molestarlo tanto como ella quiera; después de todo es un simple huérfano sin nombre y puede abusar tanto como ella quiera sin tener problemas hasta matarlo. Recuerda cómo torturó hasta la muerte a uno de los hijos de una anciana sirvienta y esta lloró mucho, pero nunca hizo nada por el miedo al ser corrida. No la mires únicamente con quince años; ella es la jefa de las sirvientas y recipiente de un noble menor.
Kijrio vio que habían logrado llegar a la mesa y le dio un fuerte jalón a la mano de la loca para que ésta casi caiga de frente y la vio mirándolo con esa mirada sucia llena de deseo de abusar.
Él recordó que esta sirvienta de mierda, por órdenes de la madrastra perra, torturó todos los días a Layla hasta volver loca a la niña y su padre nunca estaba presente, pero cuando estaba aquí nunca hacía caso a las quejas de Layla y esta ennegreció, algo que nunca dejaría que pasara, no cuando está acá con ella…
Kijiro se juró en su corazón proteger la felicidad de Layla, su pequeña villana y señorita. Sin pensar nada más, decide sentarse al lado de Layla y comer con ella, claro, ignorando deliberadamente la cara estreñida de la madrastra que lo observa con repulsión y odio.
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Editado: 04.09.2024