Capítulo 37: Un final egocéntrico
Kijiro sintió dos bultos suaves abrazándolo y de una manera inconsciente enterró su rostro en lo primero que sintió.
Layla cuando vio caer a Kijiro se sintió mareada y muy asustada por la seguridad del niño que tanto quiere. Además, la chica que entró tiene esa apariencia muy siniestra y lo peor es que es hostil, con unos inmensos deseos de hacerle daño, pero Kijiro se interpuso y parándose enfrente del cuerpo caído de Kijiro, enfrentó de manera valiente a la extraña chica que no hizo movimientos y se quedó congelada viendo directamente al caído Kijiro.
Entonces la niña corrió y abrazó a Kijiro. Ambas no tenían tiempo para pelear y como no hay más hostilidad, cargaron a Kijiro repartiendo la mitad del cuerpo, avanzando a la cama donde lo depositaron.
Layla con una mirada arrogante y desdeñosa avanzó lentamente a la cama para subirse; al hacerlo no se olvidó de abrazar a Kijiro y darle maná para la recuperación.
Ángela que vio esto, no se quedó atrás y con un salto se subió a la cama, abrazando a Kijiro como una almohada y también dándole maná, pero es un maná más fuerte y curativo. Viniendo de una familia antigua mágica esto es algo muy fácil de hacer, en comparación con Layla que viene de una familia espadachín.
Se quedaron firmes en sus lugares, observando atentamente la reacción de la otra, y entonces un Kijiro ligeramente mejor volteó la cara y tocó los inexistentes pechos de Ángela para cambiar de posición y abrazar a Layla.
Layla tenía una mirada tímida y presumida, viendo directamente a la niña serpiente que se miraba el pecho con dudas; además tenía la cara negra por el enojo.
Ángela tocó con violencia al dormido Kijiro; Layla, al ver esto, inmediatamente actuó y con una mano estaba por darle una fuerte lección a la niña, pero Kijiro decidió cambiar de lugar y una cachetada fue depositada en el suave rostro del niño dormido que, al sentir este fuerte golpe, despertó sobresaltado.
Kijiro abrió mucho los ojos y exclamó —¡Qué diablos! ¡¿Quién me golpeó?! ¡Duele mucho! —decía agarrándose la mejilla afectada que estaba comenzando a tener un color rojo y una marca de mano.
Ángela Serppin se quedó mirando la mano derecha congelada en el viento de Layla y luego cambió la mirada al asustado Kijiro. No lo soportó y una ronca risa fue liberada.
Layla Nessro vio con horror cómo golpeó el rostro de su mejor amigo y enamorado, y se lamentó mucho. Además, las fuertes carcajadas de la niña serpiente no ayudaban a calmar su ira. Inflando las mejillas y viendo con una mirada qué podía matar, habló —¡Guarda silencio!, todo es tu culpa. ¡Kijiro, perdón! —decía gritando con urgencia y enojo.
Kijiro se relajó al ver que no había algún peligro alguno y centró toda su atención a la preocupada Layla que trataba desesperadamente de explicarse, pero algo que le llamó mucho la atención fue la cara sonrojada de emoción de la extraña niña que recuerda que vio en el orfanato hace años…
Kijiro puso ligeramente una mano en la cabeza gacha de Layla y sonrió haciéndole caricias; Layla se relajó bastante al sentir esa sensación agradable de Kijiro.
Después de calmarse, Kijiro decidió hablar: —Hola, tú eres esa niña que conoció en el orfanato hace años. ¿Por qué me sigues? ¿Por qué me atacas? —preguntó con curiosidad y tratando de obtener una respuesta de la niña que le dejó una profunda impresión; de hecho, siendo sinceros, esta chica lo había enamorado, pero solo un enamoramiento pasajero.
Layla levantó las orejas para escuchar la respuesta de la niña que nunca había dicho una palabra desde que entraron y eso la molestó.
Ángela escuchó las preguntas de Kijiro y rápidamente sacó una pequeña libreta color verde donde comenzó a escribir con magia.
Ángela *Mi nombre es Ángela, Kijiro, desde aquel día que te vi. Sentí que debía de tenerte siempre al lado mío y ahora que veo lo grande que fue tu cambio en la magia como espíritu… Me gustas aún más y quiero inscribirme en esta academia para estar juntos como manda el destino. Yo una débil niña siendo secuestrada por un espadachín malvado donde le hará cosas feas y raras… Kijiro, por favor, llévame lejos. *
Terminó de escribir y con una cara pícara le entregó la libreta al curioso niño que, al terminar de leer, tenía una cara extraña y viendo directamente a la pequeña niña mentalmente desviada, pero le daba una sensación de calidez inexplicable al verla con esa mirada llena de intensidad.
Layla tenía mucha curiosidad y se dijo a sí misma que no es una chismosa. Ella está recopilando información importante. Después de darse palmadas mentales, se acercó a la libreta que Kijiro sostiene y terminó de leer.
Una cara congelada llena de horror se hizo presente en la bonita carita como muñeca de Layla y veía a la niña extraña con una mezcla de asco y precaución.
Kijiro sintió que todo esto es muy extraño. Es algo fuera de los escenarios de la novela que vio antes de morir. Primero, Layla no fue abusada; además, el protagonista actuaba como un animal en celo viendo y queriendo a Layla. Por si fuera poco conoció a la heroína Aurora que fue adoptada y para terminar toda esta locura, Ángela Serppin, la poderosa villana que destruyó y asesinó muchos reinos como ciudades al unirse a los demonios por la repentina desaparición de los dos padres. Algo que hizo alarmar a Kijiro fue la rara personalidad de la niña.
*Suspirando*
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Editado: 04.09.2024