Fernando
“Última oportunidad para que no hagas una estupidez, si no regresas en menos de una hora lo tomare como traición”
Leo el mensaje que me envió el jefe por última vez, sé que si se lo toma como traición me echare todo un clan como enemigo, es prácticamente firmar con la muerte, suspiro, meto el teléfono en el bolsillo del pantalón.
—Busco al Jefe Hernán — le digo al guardia que custodia el rancho.
Saca su radio, manda información sobre mí, espero pacientemente a que me den acceso, el hombre me mira.
—El jefe no está en estos momentos, te recibirá su hijo — asiento.
Me pasan a la casa, uno de sus compañeros me custodia, no entro a la casa, me llevan a un pequeño cuarto que parece bodega, ahí se encuentra un hombre de altura, parece que está en sus veintes, es castaño, viste traje, al parecer está saldando una cuenta pendiente o parece por el hombre que está amarrado en la silla, veo que está apunto de desfallecer.
El guardia anuncia mi llegada y el hijo del jefe solo le limite a asentir mientras que sigue golpeando al hombre. Pasa un buen rato en el que dejan al hombre moribundo y el hijo se voltea a mi dirección pasándose un trapo por sus manos ensangrentadas.
—Que es lo que quieres — habla secamente.
—Trabajar.
—No estamos contratando.
—Puedo ser útil — suspiro, odio hacer esto, pero es la única manera — mira mi padre me corrió de la casa, mi madre sufre violencia por él, necesito tener dinero y sacarla de ese infierno, me mataría si fuera posible.
Parece que mi mentira lo conmovió, suspira.
—Quisiera poder ayudarte, pero…
—Contrátalo hijo, se ve que tiene potencial — volteo buscando la voz.
Es un hombre más o menos de la edad del jefe, por su imponente apariencia me imagino que es Hernán. Me observa y se acerca.
—Nosotros te entrenaremos para que saques esa bestia que lucha por salir — ruedo los ojos, otro imbécil que me dice lo mismo.
—Se los agradezco.
Salgo del rancho después de que pidieran datos para estar seguros que soy confiable, me presentare mañana, ahora debo ir hablar con el jefe, llego al rancho, la luna esta brillante y muy hermosa, debo pasar a ver a alma después de esto sé que le encanta mirar la luna.
—Jefe — le hablo a la persona que mira por la ventana.
Se ve tenso, me hago a un lado cuando arroja su vaso de coñac, sus ojos flamean de lo enojado que esta, ruedo los ojos y me acerco sentándome.
—Todavía tienes el descaro de venir — toma asiento frente a mí.
—No debo cerrar las puertas a quien me las abrió — me encojo en hombros.
—Trabajaras con ellos por un pelele, no te quiero aquí, lárgate antes de que te mate — prende un cigarro.
—Parece vieja reclamando porque su marido estuvo con la amante — rueda los ojos dándole otra calada a su cigarro.
—Hablo enserio diablo.
—Yo también hablaba enserio, confió en el pinocho pero sé que si lo descubren lo mataran — explico y el ríe.
—Un ser humano más, un ser humano menos.
No me podría perdonar otra muerte, una vez hable con alma, algún día conseguiré sacarlos de este infierno, vivirán su vida normal, no importa si yo termino hundido, ellos merecen paz, no más sangre.
—Sacare al pinocho, sé que usted no lo mando para ser su espía, simplemente porque le estorba, así que voy por él, si quiere ser mi enemigo adelante, con mucho gusto lo espero en la puerta del infierno.
Sin más me pare yendo a mi habitación, empaque lo necesario, me fui directo con alma, cuando llegue me recibió con un abrazo, le conté lo que planeaba, aunque no estaba de acuerdo me apoyaba, prometí volver por ella y escapar juntos.
—Esta preciosa la luna — escuche como se le cortaba la voz.
Me limite a acercarla a mi pecho, sentí como temblaba, no sabía cuándo iba a volver o cuanto se iban a complicar las cosas, le hice prometer que si por alguna razón algo me pasa ella huya, alguien vendrá por ella y la llevara lejos, cierro los ojos apretándola más contra mí.
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Editado: 06.12.2024