10 de Febrero, 2010
—Despertó. Musito aquella voz que me sonaba tanto era gruesa y rasposa, pero a quien.
Mis ojos intentaron abrirse pero una luz segadora lo prohibió dure cinco minutos parpadeando constantemente para poder acostumbrarme a la luz. Ni siquiera podía moverme estaba congelada sentía mucho frio.
—Ya puedes dejarla.
Aquella voz fue la que me hiso ver quien estaba frente a mi era un chico bastante lindo tenia cabello castaño peinado hacia atrás sus labios eran carnoso pero no pude terminar de verlo bien se aparto para darle espacio a una mujer que no pude detallar muy bien.
—Dale mas suero. No entendía nada ¿Donde estaba? esta no era mi casa ¿Dónde está Bryan?
—¿Dónde estoy? . Le pregunte a aquella mujer que no dejaba de moverse por la habitación.
—Estas a salvo. Eso no responde mi pregunta además como que estaba a salvo eso no tiene sentido.
—Aquí está la copa.
—llévala al cuarto real.
—Busca a Bruce ya esta lista.
—Ehh nena estas bien. Aquel chico me ayudo a incorporarme.
—¿Dónde estoy?
Ya ni podía hablar mi lengua se trababa de vez en cuanto.
—En el templo.
—es una broma cierto.
—No lo sabes verdad.
—Quiero ver a mi hermano. Dije decidida a bajarme de la camilla.
—No puedes.
—¿Por qué no?, quiero ver a Bryan ahora mismo.
—¿Qué pasa?
Bruce se para frente a mí, le hace una señal para que salga del cuarto.
—¿Qué está pasando Bruce?, ¿Dónde están nuestros padres? Y ¿Qué hacemos aquí?
—Te diré todo lo que quieras saber, pero debes salir de aquí. Se empezó a mover por toda la habitación buscando algo, —Ponte esto.
—Es enserio. Miro la ropa incrédula es un vestido de cuero negro sin mangas con unas botas que bien me llegan hasta las rodillas, —Yo no uso ese tipo de ropa.
—Lo siento no había nada mas, es eso o te quedas con esa bata.
No me había percatado de la bata vieja que cubría mi cuerpo.
—Y necesito que te apresures tengo que mostrarte algo importante.
Lo observo salir de la habitación, ¿Qué me estas ocultando?
Decido darme prisa y cambiarme, para mi gusto el vestido está demasiado ajustado, me paro frente a un espejo que había en una esquina de la habitación, bueno por lo menos me queda bien. El vestido se ajusta a todas mis curvas moldeándolas y haciendo que con su tono oscuro mi piel resalte y se vea luminosa, en cambio las botas me hacen ver más alta.
Opto por salir de la habitación, en el pasillo me encuentro a mi hermano hablando con aquel chico de antes el que al parecer no pudo evitar examinarme de arriba abajo, encontrándose con mis ojos, no me había fijado pero sus ojos azules podían hipnotizar a dejar de mirarle.
Pero una voz conocida me sacaba de aquel momento tan extraña.
—Bridget, estas bien.
—SI... eh... eso creo.
—Bien sígueme. Le di una última mirada a aquel chico que solo me miraba.
—Ahora me podrías decir que está pasando.
—Espera. Dijo caminando a paso apresurado apenas podía alcanzarlo. —Llegamos.
—¿Cómo que llegamos?
—Entra. Abrió una gran puerta y luego me hiso paso para que pasara. Todo estaba oscuro no podía ver nada, un fuerte sonido de puerta cerrarse me hiso estremecer. Bryan encendió una lámpara para poder alumbrar el camino.
—¿Qué hacemos aquí?
—Querías respuestas ¿no?.Dio un largo suspiro como su dudara de si decirlo o no, al final acabo cediendo. —Secuestraron a nuestros padres. Su voz estaba rota parecía a punto de lagrimear pero se contuvo.
—Eso no es posible ellos fueron a una misión normal como siempre. Bryan coloco su mano en mi hombro.
—¿Quién fue dímelo?
—No lose.
—No puede ser.
—Lo lamento pero es la verdad.
No puede ser —Ellos lo prometieron volverían, ellos están bien lose. No pude aguantarle las lagrimas se escaparon por mi mejillas —Es imposible ellos... ellos lo prometieron.
—Bridget tranquila estas delirando.
Bryan, introdujo su mano en el bolsillo delantero de su pantalón, para sacar una pulsera que despertó mis instintos. Era… era la pulsera que le había regalado a mi madre por su cumpleaños.
—No puede ser real, ellos… ellos están bien, ella me prometió que volvería lo hiso.
Mi mirada se clavo en un punto fijo.
— mis padres están perdidos, ellos no aparecen. Hable tan bajo que Bryan no pudo escucharme.
—Se que te duele, igual que a mí pero no vine aquí para decirte eso.
Se acerco a una gran cobija, al parecer cubría algo. Bryan retiro la cobija, por un momento me distraje de lo que me había dicho lo que cubría dicha sabana, era una artefacto de la que soy incapaz de describir, por el asombró, pero no pude intentar detallarlo porque Bryan volvió a acomodar la cobija enzima de el.