— ¿Sobrevivirá?
—Por ahora permanece estable, todo apunta a una efectiva recuperación, pero quién sabe las secuelas que le queden a la pobre, ha perdido todo lo que tenía.
Conversación entre un médico y su enfermero sobre la paciente 316
—Realmente no creí que fuera verdad.
Tanya se cruzó de brazos, había dejado su bolso con insumos médicos en el suelo y miraba con amplios ojos a lo que estaba en la cama.
— ¿Necesitas una sierra? ¿Un juego de llaves? ¿Un destornillador? —Tanya se rio—. Nunca creí que te gustaran estos juegos sucios.
—Oh, deja de hablar idioteces ¿No ves cómo está? ¡Ayúdalo!
Eleine le dio un suave empujón con su codo, Tanya se puso seria y recogió el bolso, con paso firme lo dejó encima de la cama, sacó de él su estetoscopio y comenzó a revisar al hombre inconsciente.
—Tiene buen pulso, la respiración parece bien. —Con cuidado comenzó a revisar su cabeza—. No siento contusiones ni fracturas, su cráneo está en condiciones.
— ¿Por dónde ha salido la sangre?
—Por un oído, y por un corte en su nuca. —Tanya volteó a verla—. Pasa el Yodo y el agua oxigenada necesito limpiar la herida para suturar.
Hizo lo que le ordenó, pero se quedó alejada, Eleine temía que aquel desconocido fuese a despertar en cualquier momento. Por precaución lo había esposado a su cama.
— ¡Ugh! Cómo apesta ¿Cuándo lo encontraste?
— Esta tarde, estaba tirado en un charco en medio del bosque a varios metros de la casa.
— ¿Qué habrá hecho para terminar así? —Tanya tiró las pequeñas botellas de plástico al suelo—. Tendrás que cambiar las sábanas y fundas de inmediato. Pasa vendas, hilo y aguja de sutura.
Tanya giró la cabeza del hombre muy despacio, Eleine pudo ver un corte del largo de un dedo en su nuca. Su estómago se revolvió, pero contuvo las náuseas.
—Ya está —la voz triunfal de su amiga le ayudó a concentrarse en otra cosa—. Ahora veamos esta pierna, ayúdame a quitarle el pantalón.
—No, tengo una idea mejor.
Fue al baño por unas tijeras.
—Córtalo.
Los ojos verdes de Tanya la miraban con incredulidad.
—De todas formas tendrás que quitarlo para sacar todo ese barro y mugre, eso si quieres que viva.
Agarró las tijeras y comenzó a cortar la tela del jean mojado, no había sangre ni heridas, sólo la extraña posición doblada de la pierna que mostraba una posible fractura.
—Tenemos suerte, es una limpia, de estar astillada tendría que hacer una cirugía y este no es el mejor lugar. —Se sentó en el borde de la cama mirando la pierna quebrada—. Lo malo es que no tengo el cabestrillo ni el yeso ni los demás elementos para acomodar el hueso y enyesar, tendré que buscarlos en casa.
Eleine dudó en si debía quedarse con aquel hombre o rendirse al miedo y acompañar a Tanya.
Probablemente ella le rechazaría, e incluso insistiría en que no debía volver a ser débil.
—Bien, en tanto no despierte e intente asesinarme estaremos bien.
— ¿Con una herida en el cuello y una pierna rota? —Tanya rio—. Dudo que pueda hacer mucho daño. Bien, quédate aquí volveré tan pronto como pueda, si despierta e intenta algo ya sabes que hacer.
Tanya la dejó, el sonido de su auto se escuchó lejano hasta que desapareció, Eleine cerró la cortina y encendió la luz, arrastró una mecedora de mimbre y la colocó a una distancia segura de la cama, desde ahí observó al hombre dormido.
Pero no pudo apreciar mucho por la suciedad que ocultaba sus facciones, sintió lástima y un profundo deseo de ayudar, pero si se acercaba demasiado rompería las reglas que se había impuesto desde que decidió ser independiente.
Sin hombres.
Sin fiestas.
Sin problemas legales.
Sin meterse en problemas ajenos.
Tanya no se cansaba de repetirle que esas reglas eran imposibles de mantener, sin embargo, Eleine estaba más que dispuesta a demostrarle lo contrario, y lo venía haciendo bien los últimos cuatro meses.
Hasta esta tarde.
En donde todo se arruinó, y por su incapacidad de ignorar a un desvalido arrastró a ese hombre desde el bosque hasta su solitaria y aislada casa.
Tanya le restregaría su falla en cuanto terminara de curarlo.
"Ni modo, ya me he metido hasta el cuello en un problema"
Podía regodearse y saciar su generosidad ayudando a ese pobre hombre que estuvo a punto de suicidarse ante sus ojos.
Se levantó y fue al baño, llenó una cubeta con agua tibia y le puso jabón a una esponja. Con cuidado de no salpicar en la alfombra se acercó al borde y comenzó la delicada tarea de limpiar su rostro.
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Editado: 09.12.2018