— ¿Por qué le diste ese dije? ¡Él ya regresó a donde pertenece! ¡No le des una razón para irse!
—No es el mismo, ha cambiado, no intentes forzarlo a ser lo que era antes de que todo pasara.
Conversación entre Derek Miller y Seth Meyer.
Al tercer día Caleb ya podía comprender, al menos un poco, la dinámica con la que se vivía en medio del bosque. El núcleo del clan se mantenía alrededor de los focos naturales, en valles y montañas cubiertas por baches de bosques e innumerables plantas animales, lo curioso era que sólo cincuenta personas vivían ahí, el resto ya se había ido a la ciudad.
Seth fue útil para guiarlo en pequeñas excursiones, y también se encargó de darle un mapa bien detallado de las ubicaciones de todas las cabañas de los demás, aquellos extraños que según Seth eran sus compañeros de clan.
Claro que no era fácil ubicarse, mucho menos recordar quién era quién, pero se le dificultaba más si se encontraba en sus excursiones con cinco o seis transformados. Todas las tonalidades de pelajes las había visto, desde el negro al blanco, y del gris al marrón, pasando por cobrizo, tostado, pardo y rojizo. Entre tantos, Caleb ya estaba un poco cansado de sentirse un extraño perdido entre un montón de personas que actuaban y vivían de una forma diferente.
Seth también le había comentado que cada uno tenía un lugar dentro de la jerarquía, y que ese lugar era independiente al dije que los identificaba. Derek era el alfa, después de él estaba el primer beta o lugarteniente, ya había conocido a Jeanine Du Blanche en el centro comunitario, una mujer un poco retraída pero amable, después de ella habían betas, gammas, deltas, y los últimos que oscilaban entre épsilon y omega.
Si había entendido bien, las primeras cuatro categorías correspondían a los dominantes mientras que las últimas dos eran para los sumisos.
Antes, Caleb era un Gamma de segunda posición, Seth era un Beta de segunda posición.
No entendía su significado ni porqué estaba por encima de otros.
No obstante, Seth le había dicho que con su nueva actitud, nombre y personalidad, las cosas habían cambiado, por lo que no encajaba muy bien dentro de la jerarquía.
El centro comunitario se hallaba en el medio de un valle entre dos montañas pequeñas, más de cincuenta kilómetros de bosque lo separaban de Paradise City, era el lugar al que concurría con mayor frecuencia, no para sociabilizar, sino para no estar solo, porque si lo estaba, comenzaba a pensar en Eleine y una vez que lo hacía no podía dejar de hacerlo, y sentía una profunda necesidad de verla que traía mucha angustia.
El centro era una gran estructura de vidrio y madera que servía como punto de encuentro y reunión, así como también de recreación. Era el lugar donde los guardianes y vigilantes iban a tomarse un descanso de sus turnos.
Caleb tomó asiento en una de las mesas más alejadas, en un extremo del interior cercano a los enormes ventanales que dejaban a la vista todo el exterior. Las mesas se situaban en los extremos, mientras que una serie de cojines grandes y coloridos se dispersaban en el centro, del lado izquierdo había una larga barra con banquillos que le recordaba al bar Addy's Heaven, plantas de diferentes formas y especies se dispersaban por el suelo y colgando de armazones hechos de hilo.
Por alguna razón estar ahí le traía cierta sensación de armonía, de una forma que nunca había sentido antes, y quedarse quieto, solo, sin nada que hacer más que mirar la naturaleza verde del exterior, hacía que todos sus problemas desaparecieran por un rato.
Hasta que sus “compañeros” de clan lo veían y se acercaban, trayendo a la luz su vacío de recuerdos.
— ¡Caleb! —llamó una voz masculina—. Eso es, ya me he aprendido tu nombre.
Al dirigir la mirada hacia dónde provenía esa voz tan efusiva, Caleb por primera vez se sintió contento de ver a uno de ellos, Logan Hale era el que más le agradaba, no solo por su actitud sencilla sino porque se tomaba la molestia de llamarlo por el nombre con el que se sentía identificado. Para los demás, seguía siendo Shane Meyer a pesar de sus constantes negaciones.
—Hola Logan.
Obtuvo como respuesta una sonrisa amable, el hombre aparentaba tener su misma edad aunque era un poco más alto y su actitud correspondía a alguien más viejo, pues siempre pensaba las cosas y hablaba con aire de sabiduría.
— ¿Cómo estás? Espero que no te estén acosando mucho. —Rió suavemente y se sentó en la banca contraria del otro lado de la mesa.
—Estoy bien, he visto a tantas personas que siento un poco abrumado.
Logan lo miró fijo, sus ojos de un tono verde pálido tenían alrededor de las pupilas un anillo irregular de un color amarillo desvanecido, eran extraños pero cautivadores, a pesar de eso Caleb veía sinceridad en ellos.
—Me imagino lo difícil que debe ser —dijo bajando su mirada, de tal forma que algunos mechones de cabello negro cayeron hacia su frente—. Tú no solías rodearte de muchos amigos, Jessie, Arif, Katya, Víctor, Seth y yo somos los únicos con los que te relacionabas.
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Editado: 09.12.2018