—Lo más difícil de esta vida es hacer lo correcto, porque siempre alguien saldrá lastimado, pueden ser ustedes u otra persona, nunca se sabe, pero eso es lo que se debe hacer si se pretende ser honesto y valiente, nunca olviden eso.
Wendy Anne Turner a sus hijos.
Seth lo guio hacia un pasillo lateral, las luces del techo convertían todo en un solo color uniforme, el de la roca lisa que formaba las paredes y el suelo, de un gris tétrico y carente de vida. Si no había oído mal, estaban a diez metros bajo tierra en las instalaciones subterráneas del clan, eran una serie de habitaciones y pasillos cuidadosamente construidos para servir de cuartel de emergencia en caso de un ataque. Pero ahora se usaban como un centro de reclusión de prisioneros.
No le agradaba para nada esa palabra, Caleb cerró sus manos en puños sintiendo esa necesidad visceral del animal pidiendo liberarla. Le dificultaba ver a Eleine prisionera del clan, tanto que tomó todas sus fuerzas no atacar a los guardias cuando salió, apenas salió por la puerta sintió el aullido lastimero en su mente al dejarla ahí.
Pero era consciente de que no tenía mucho poder en el clan, y que debía cuidar cada paso que daba.
— ¿Por cuánto tiempo crees que esté aquí? —le preguntó para sofocar el silencio que dominaba cada pasillo.
—Es acusada de traición injustificada, complot, conspiración y robo de información contra nuestro clan. —Seth silbó—. Es un largo historial de delitos, pero la decisión es de Derek ahora.
— ¿No pueden liberarla? Probablemente con el susto que le han dado ella ya aprendió la lección.
—Las cosas no son tan fáciles, la mujer sabe demasiado.
Al final del pasillo una serie de escalones de piedra los condujo hacia una puerta inclinada, Seth introdujo un código en el sistema de seguridad integrado y deslizó la puerta hacia un costado.
El exterior era un colorido golpe visual para alguien que pasó tan solo media hora bajo tierra, el pasto y la hierba eran altos brotes, el sol brillaba con fuerza y la brisa traía suaves aromas hacia su nariz.
—La primavera ya está aquí —dijo Seth estirándose.
— ¿Cuándo podré hablar con Derek?
Seth se acomodó su uniforme de rastreador, que consistía en una remera negra manga larga y un pantalón de cargo ancho con varios bolsillos, tenía un cinturón con varios elementos que según él eran para los períodos al aire libre.
—Tenemos que alejarnos, si nos ven cerca habrán muchas preguntas que no creo que quieras responder.
Caleb asintió con molestia, quería respuestas, no podía tolerar que ella estuviera encerrada. Había hecho cosas malas, aunque no entendía por qué se ofendían tanto, los lobos no podían ocultar la enfermedad por mucho tiempo, tarde o temprano la gente lo sabría. Pero, le sorprendía que la única que se diera cuenta de lo que realmente estaba pasando fuera Eleine.
— ¿Por qué tanto secretismo?
Seth se mantuvo adelante, Caleb no tenía idea de dónde estaban ni hacia dónde iban, le resultaba difícil comprender cómo podía su hermano orientarse en medio del bosque.
—Hay muchas cosas en riesgo si la sociedad se entera. Primero, los humanos extremistas tendrían una razón más para meter sus ideas racistas en la cabeza de las demás personas, segundo, los demás clanes entrarían en pánico y cerrarían sus filas, nosotros no tenemos los recursos como para desarrollar una cura, estamos gastando todo en controlar los infectados.
— ¿Y el tercero?
Seth se detuvo y lo miró brevemente, con seriedad.
—El gobierno aplicaría todo el peso de la ley sobre el clan, nos desintegrarían para tener todo el control.
Entonces la situación era grave, Caleb siguió los pasos de su hermano pensando en sus palabras, y llegó a una conclusión que se negaba a aceptar. Si liberaban a Eleine ella podría hablar y entonces todo sería una reacción en cadena, terminando con un clan destruido y una raza amenazada.
Todo era muy complicado.
—Alto —Seth murmuró agachándose al nivel del suelo—. Aquí hay algo raro.
Caleb lo vio levantar una pequeña rama de pino, no entendía qué trataba de hacer, así que lo dejó tranquilo mientras buscaba algo en el suelo.
—Detecto a un desconocido —dijo, su voz cambió, a un murmullo apenas audible—. Sigue mis pasos y no hagas ruido.
El bosque se terminaba en un barranco que daba a una pendiente, Caleb procuro pisar donde su hermano lo hacía, estaba nervioso por no saber lo que harían. Seth se detuvo e inclinó su cabeza hacia atrás, estaba oliendo el aire, Caleb se sentía como un inútil, pues ninguno de sus sentidos parecía funcionar como los de su hermano, Seth giró su cabeza.
—Arif —armó la palabra con su boca sin emitir sonido alguno, luego siguió avanzando.
Atravesaron varios arbustos espinosos que bloqueaban el camino, poco a poco, los árboles tenían más espacio entre ellos, el follaje era menos denso, eso facilitó sus pisadas.
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Editado: 09.12.2018