—Tenemos malas noticias.
—Sea lo que sea, no puede ser peor que lo que estamos atravesando.
—Hay un infectado en el clan Thunder Eyes, y es uno de los nuestros que viajó a París la semana pasada, Pierre Dumond quiere contactarse contigo de inmediato para deportarlo antes de que los medios se enteren.
— ¡Maldición! ¡¿Es que esto nunca va a terminar?!
—No a menos que encontremos una cura.
Conversación entre Derek Miller y su lugarteniente.
Si sus cálculos no fallaban, era el cuarto día desde la emboscada y el segundo en el que Seth regresaba a su celda-habitación con un par de esposas en una mano y un saco de tela negro en la otra. Era indicativo de que saldría al exterior, y ese era el único momento que realmente disfrutaba, porque podía respirar aire puro, ver el cielo y los árboles, sentir la tierra bajo sus pies, ver colores...
—Ya sabes qué hacer.
Con un suspiro triste, Eleine se levantó y caminó hacia el lobo, extendió sus manos para que él ajustara las esposas, luego se dio vuelta y todo se desvaneció al negro. Era una medida de seguridad para que ella no memorizara el camino, la red de pasillos de por sí era complicada de transitar por sus múltiples conexiones, si no se era un lobo Moon Fighter podía perderse con facilidad.
—Me siento indefensa —dijo cuando escuchó la puerta abrirse.
—Tranquila, yo no haría nada que lastimara a la novia de mi hermanito.
Su tono burlón le hizo sonreír, el lobo era agradable, nunca pensó que alguna vez podría sentirse así en presencia de un depredador de tal tamaño, justo como los monstruos que veía en sus peores pesadillas. Caleb también era un lobo, pero desde que la capturaron, de alguna forma veía las cosas desde un punto diferente.
—En realidad no somos novios —respondió, decir eso dolía aunque no supiera el verdadero significado de lo que sentía por él, lo que sí sabía era que su cuerpo y corazón reaccionaban de una forma difícil de comprender, como si lo reconociera.
—No existe la amistad entre un hombre y una mujer. —Sintió una mano fuerte tomar su brazo con delicadeza, Seth tiró para que avanzara a su ritmo—. Hay dos finales posibles, o terminan en una relación o con el corazón roto en mil pedazos.
—Entonces tú no tienes amigas.
—Yo les llamo “hermanas de otra madre” a las mujeres del clan a las que por ninguna razón puedo tocar, para mantener los vínculos a salvo y protegerlas de un idiota como yo, dobla a la izquierda.
Sintió pasos cercanos, guardó silencio tal y como él le había dicho la primera vez que la llevó de caminata al exterior, los prisioneros del clan no podían hablar con tanta confianza con sus cuidadores, pero Seth desde un principio dejó claro que a él le gustaba mucho conversar y que no podía quedarse callado por más de un minuto.
—Dobla a la derecha, ya se fue Gina.
Soltó un suspiro, no quería más problemas de los que ya tenía, pero deseaba saber más acerca del estilo de vida cambiante. Un pensamiento loco se le vino a la mente.
— ¿Alguna vez has visto el pelaje de Caleb?
Lo poco que le había dicho era que su transformación siempre era parcial, Caleb podía cambiar sus garras, dientes y el color de sus ojos, a veces salía apenas un poco de pelaje pero nunca pasaba más de eso. Quizá alguna vez su hermano pudo verlo transformado.
—No, nunca cambió al lobo, siempre se mantuvo en piel humana, algunos inadaptados del clan siempre lo fastidiaron por ser un latente. Dobla a la derecha.
— ¿No hay forma para lograr que se transforme?
—Por ahora no, los mejores científicos cambiantes están estudiando la condición de latencia para inducir el cambio, pero en todos estos años no lograron muchos avances. Detente.
Seth la soltó, Eleine escuchó sonidos electrónicos y luego un chirrido metálico, una brisa fresca movió su cabello, sonrió.
—Cinco escalones.
Con cuidado de no caer como la última vez, ascendió de a un escalón a la vez, escuchando los sonidos de las aves cantando y volando de un lado al otro, las abejas que estarían pululando alrededor de las flores, vida nueva del cambio de estación. Se detuvo al sentir la tierra y dio un paso al costado, de nuevo el sonido metálico, la mano sobre su brazo, todavía quedaba un trayecto hasta la zona permitida en la que los prisioneros podían salir a estirar las piernas.
—Bien, llegamos. —Seth quitó el saco de su cabeza—. Caleb está por llegar. —Esbozó media sonrisa y olfateó el aire—. Le doy cinco minutos.
Eleine frotó sus manos y se quedó reclinada sobre el tronco de un gran pino, el aire olía a humedad y la tierra se sentía blanda bajo sus pies, era probable que antes hubiera llovido. A su alrededor había muchos arbustos mezclados con árboles de gran tamaño, algunas flores coloridas crecían desde la tierra, los pájaros cantaban en las ramas mirando constantemente a Seth. Entonces comprendió que no eran cantos, más bien eran chillidos de advertencia.
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Editado: 09.12.2018