— ¿Dónde quedó todo ese resentimiento?
—Ya no más, lo saqué fuera de mi sistema.
—Me siento tan orgulloso de ti, hermanita.
Conversación entre Eleine (24) y Oliver (26) Mirianni.
Su hogar estaba tal y como lo había dejado, con el desorden de papeles, las cortinas corridas y la computadora abierta, todo cubierto por una fina capa de polvo que era indicio de su ausencia.
Lo primero que hizo al entrar fue conectar su celular a la corriente, apenas estuvo en funcionamiento llegaron más de cien mensajes, todos de Tanya y la llamada de un desconocido, que resultó ser Oliver, lo liberarían pronto y entonces ella podría abrazarlo y decirle lo mucho que le extrañaba y que lamentaba haberlo metido en tantos problemas.
Eleine lamentaba muchas cosas.
Abrazándose a sí misma, observó cada parte de la sala, estaba igual y sin embargo la sentía diferente, si los lobos estuvieron ahí revisando sus cosas no había detalle que lo indicara. Recordar hizo que su corazón se encogiera, ahora estaba libre pero volvía a la situación inicial, una persona cercana a ella tendría un destino incierto, un castigo, las lágrimas picaron en sus ojos y ella se permitió llorar.
« ¿Por qué me liberaste? Lo tenías todo de vuelta ¿por qué?»
Si sentía amor, no era suficiente para afrontar un riesgo tan grande, los cambiantes castigaban la deslealtad y la mentira con dureza, lo que hizo le costaría mucho.
¿Por qué?
Entonces las fichas cayeron en su cabeza.
—Para salvarme —murmuró en el silencio—. Estamos a mano.
Quizás Caleb ya no volvería a ella, tal vez él simplemente seguiría, Eleine podía entenderlo, ella le salvó de morir en el bosque, ahora le devolvió el gesto. No había nada más que hacer.
¿Por qué la idea de no volver a verlo dolía tanto?
Eleine secó sus lágrimas, inspiró profundo, tenía que volver a ser fuerte, todas las emociones que sentía las enterró en el pragmatismo serio de su trabajo, intentó contactar con Will, pero su compañero no dio respuesta, respondería tarde o temprano. Así que, decidió limpiar para ya no sentir su hogar extraño, quería eliminar el rastro de los lobos, y aunque no hubiera ninguno, ella sentía su presencia rondar, se sentía incómoda. Respondió el último mensaje de Tanya pidiendo verla y se dedicó a ordenar los papeles y sacar el polvo.
Cuando la sala olía a jazmín por el perfume artificial de ambientes, unos golpes se escucharon en la puerta. Apenas abrió, su amiga se abalanzó contra ella en un fuerte abrazo.
—Gracias al cielo, estás bien, estás viva, me tenías tan preocupada, moví cielo, mar y tierra para buscarte y cuando el idiota de tu hermano desapareció casi me da un infarto. Amiga, temí tanto que...
—Shhhh —le detuvo—. Hablas tan rápido que casi no te entiendo, calma, estoy bien, ya estoy en casa.
Tanya se separó un poco de ella y le besó en la frente, a veces Eleine se sentía de nuevo como una hija frente a su madre cuando ella hacía eso, y a pesar de que su mejor amiga siempre parecía medio infantil, era la mejor consejera cuando actuaba como una persona de su edad.
—Ahora tenemos que ponernos al día.
Esta vez, Eleine dejó salir todo, sin saltar ningún hecho, cada cosa que pasó durante los cinco días en que estuvo confinada con los lobos. Hasta que al final, el nudo de angustia se disolvió, era como si todo lo negativo fluyera lejos en cada palabra, o tal vez, Eleine necesitaba alguien de afuera que la escuchara sin verla como una desquiciada.
Porque sí, las personas humanas normales no se metían con los cambiantes, simplemente los dejaban tranquilos para evitar problemas. Entonces, Eleine no era normal, no del todo, pues eso que llama normalidad se truncó la noche en que lo perdió todo.
—Wow —Tanya tardó en asimilar la información, sorprendida y un poco pálida, su mirada estaba perdida—. Es... Debo decir... —Suspiró—. Ha sido muy intenso, la verdad que me has dejado sin palabras.
—Gracias —dijo, sonrió—. Por escucharme... Y por preocuparte por mí, no he dejado de traer problemas.
—Pero aprendiste de tus errores ¿Cierto?
Eleine bajó la mirada, entrelazó sus dedos, recordó cómo era ella antes de encontrar a Caleb en el bosque y cómo era ahora, sí, había una diferencia notable.
—He aprendido, no tengo miedo —Sintió orgullo al decirlo—. Puedo caminar entre cambiantes.
Los comprendía mejor que antes, veía de otra forma lo que ellos eran. Personas antes que animales. ¿Eran un peligro? Sí, no podía omitir eso, la enfermedad de los lobos era algo real, pero los demás... Quizá ellos no se infecten, pero el censo del año anterior arrojó cien mil cambiantes lobos en todo el mundo, era una cifra bastante alta para determinar los riesgos de infección.
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Editado: 09.12.2018