Eran las diez de la mañana cuando Grace abrió un ojo, el cual volvió a cerrar cuando vio que era demasiado pronto para levantarse. Aunque el segundo intento de dormirse no le duró mucho al oír el timbre de la puerta. Después de dar una vuelta en la cama y caer, artísticamente, sobre sus zapatillas, bajó las escaleras de la casa de dos en dos.
Esa mañana se había despertado contenta, o eso intentaba. Arrastró sus pies hasta la puerta y miró por la mirilla. En cuanto vio quién había al otro lado de la puerta un peso se instaló sobre su corazón y el nudo en la garganta no se hizo esperar. Se giró y se apoyó sobre la puerta.
No quería abrir.
Su respiración se había acelerado y le empezaron a temblar las manos.
-Mierda Leslie-maldijo el chico mientras volvió a picar-. Sé que estás ahí, te estoy oyendo.
Ella dejó de respirar y de moverse.
-No soy...
-Leslie, Grace, ¿qué cojones importa?-su voz sonó algo rasgada, como si se fuese a echar a llorar en ese instante-. Ábreme, por favor.
La chica tragó en seco y negó con la cabeza. No pensaba abrirle, no a él. No se lo merecía por nada del mundo. Era un traídor, un infiel y una mierda de persona.
-Vete-pidió ella en un susurró que esperó que él oyera.
Entonces la cabeza empezó a dolerle y una imagen fugaz pasó por delante de sus ojos.
-Vete.
-Me voy porque yo quiero, no porque tú me lo digas.
Reconoció su voz aunque la del chico no la distinguía del todo. Sabía que la había oído, incluso sentía que debía recordarla, pero por más que se esforzaba lo único que recibía era dolor de cabeza.
-¡No me pienso ir hasta que abras la maldita puerta!-exclamó el chico sacando a Grace de sus pensamientos.
Grace empezó a sollozar sin saber exactamente por qué. Las lágrimas rodaron por su cara como si fuese una carrera de coches hasta que oyó la voz de su tía al otro lado de la puerta. No pudo distinguir exactamente lo que decía pero parecía bastante enfadada. Se separó de la puerta y no dudó en abrirla.
-Te he dicho que no te quiero ver cerca de ella-la voz de su tía fue lo primero que escuchó aunque sus ojos estaban puestos sobre Brad.
Él miró a Grace y su corazón empezó a palpitar con fuerza.
-Leslie...
La chica secó sus lágrimas con la manga del pijama y caminó hacia él. Sentía como la euforia se había apoderado de ella en cuanto lo vio y su ceño se frunció en menos de cinco segundos.
Anne intentó interponerse pero la mirada de Grace la hizo retroceder y dejarla hacer. Conocía a su sobrina y sabía que no lo había perdonado, de momento.
Brad sonrió de lado como si hubiese vencido a Anne y por ese error fue que no esperó el impacto que tuvo la mano de su ex novia en su mejilla izquierda. El chico, que ahora tenía la cabeza mirando hacia la derecha, giró su rotro y la miró con confusión.
-¿Que coño Lesl...
No le dio tiempo de acabar de formular la frase ya que ella se acercó más aun a él y le miró directamente.
-Escúchame bien Bell-Grace le apuntó con el dedo mientras su mirada echaba láseres-. Primero-ennumeró-, mi nombre es Grace. Segundo, que ni se te ocurra volver a poner un pie cerca de esta casa. Y tercero, me repugnas.
Brad se quedó boquiabierto. El recuerdo de su novia no era así. Ella era dulce, amable y respetuosa, no pegaba a nadie, ni siquiera a Michael, el cual siempre se metía con ella en cuanto tenía posibilidad.
-No seas ridícula-dijo él frunciendo el ceño-. Tú y yo...
-Tú y yo nada-ella empujó con su mano el pecho de Brad hasta dejarle plantado encima de la acera-. Espero que no vuelvas a cruzar esta línea nunca.
Anne miraba la escena como si no se lo creyese. Grace estaba sacando un carácater que no había sacado nunca. Pero le agradaba, necesitaba ese carácter para mantenerse a si misma en pie.
Sin dejarle decir nada más, Grace se dio media vuelta y pasó por delante de Anne hasta entrar en casa. La mujer le echó una mirada de advertencia a Brad y entró detrás de sus sobrina. En cuanto cerró la puerta oyó como la chica empezaba a llorar encima del sofá mientras metía su cabeza entre sus manos y se dejaba caer sobre sus rodillas.
Anne se acercó sin quitarse la americana que Blake le había prestado y se sentó al lado de ella. La abrazó como pudo e intento calmarla antes de que se quedase sin aire.
-Lo has hecho bien-habló su tía cuando Grace levantó la cabeza y secó sus lágrimas por segunda vez en menos de quince minutos.
-No sé qué me ha pasado-intento hablar la chica entre hipos-. Yo no debía...
-Grace-Anne cogió a su sobrina por la barbilla y la obligo a mirarla-. Se lo merecía.
-Se lo merecía-repitió ella para convencerse.
[...]
La comida ya estaba hecha y el olor a arroz a al cubana invadió el salón y las fosas nasales de Aiden, Kyle y Louis.