5 de Abril
Grace siguió manteniendo los ojos cerrados pero su cuerpo volvió a ser liviano. Sus oídos pitaban, su garganta le dolía de tanto forzarla y le pedía desesperadamente agua. El grito se quebró y acabó convirtiéndose en un llanto. La calidez que sintió durante ese tiempo se esfumó y pudo notar como su piel se ponía de gallina, una sensación que hacía tiempo que no sentía. Pero así como vino se fue. Aiden rodeó el cuerpo de la chica y le hizo cosquillas con su respiración en su cuello. Ella notó como su pulso se empezaba a estabilizar y abrió los ojos muy lentamente. La luz le dio de lleno y lo único que pudo ver fue la silueta del chico que la abrazaba y otra que estaba sentada en una silla cerca de ellos dos. Su cabeza no entendía lo que le pasaba y se vio abrumada por todos los sentimientos que llegaron a ella. Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas e instintivamente rodeó el cuerpo de Aiden, el cual seguía abrazándola, lleno de felicidad que deseaba expresar con total libertad. Él se separó segundos después y, por fin, pudo mirarla directamente a los ojos. Los suyos estaban llorosos y los de ella llenos de lágrimas. Aiden pudo observar esos ojos color miel, esos que deseaba tanto ver algún día y ese día por fin había llegado. Grace se sintió conmovida y a la vez confusa por el estado en el que el chico se encontraba.
Ella no le conocía.
Como si la chica estuviese fuera de sí, un par de personas vestidas de blanco entraron por la puerta de la habitación en la que se encontraban los tres adolescentes y empezaron a sonreír, felices porque Grace había despertado. Las únicas personas que escuchaban lo que ellos dos tenían que decir eran Aiden y Alexandra, ella por inercia y él más bien porque le importaba bastante. En cambio, la chica que acababa de despertar de un coma que había durado alrededor de un mes estaba absorta en sus pensamientos sin entender muy bien qué pasaba. Lo único que pudo hacer para colaborar con la situación fue observar la lucecita que uno de los de la bata le pusieron delante de sus ojos.
-Bienvenida-uno de los médicos le habló directamente. Ella fijó los ojos en él intentando prestarle atención-, ¿sabes cómo te llamas?
Ella asintió un poco aturdida.
-Pues claro, Grace Martin-su voz salió entrecortada y un tono por debajo de lo normal. Sintió su boca seca y aun le dolía la garganta, aunque no tanto como unos minutos atrás.
-Todo parece estar en orden-la voz del segundo chico con bata, el cual parecía más bien que estaba de prácticas, llamó la atención de los tres chicos e hizo que el doctor apuntase algo en el papel que se había sacado de quién sabe dónde.
Grace se giró en dirección al chico en prácticas y se encontró unos aparatos que tenían unos cables que llevaban directamente a su brazo derecho, una vía. Entonces, en ese preciso momento, se ubicó.
-¿Estoy en un hospital?-preguntó a nadie en concreto.
Aiden asintió embobado aunque ella no le miraba a él. Alexandra, que estaba a su lado, le cogía de la mano como si fuese lo único que le diese estabilidad en esos momentos. No podía dejar de pensar en su hermana, cuando ella cerró los ojos no los volvió a abrir, entonces, en ese momento, una chispa de envidia atravesó su cuerpo.
El señor, que anteriormente le preguntó por su nombre, asintió en dirección a Grace.
-Exacto señorita Martin, has estado en coma este último mes. Este chico de aquí-señaló a Aiden-ha estado viniendo todos los días sin falta-sonrió como si la situación le pusiese tierno-. Ya me gustaría que mi novio fuese tan cuiadoso conmigo-añadió más para sí mismo que para ella.
El ceño de la chica se frunció ante aquella palabra. Novios. Lo último que recordaba de su, ahora ex, novio era que la dejaba porque no podía estar con alguien que necesitaba tanta atención. Ella no se lo pudo creer, es decir, después de perder a su familia era obvio que necesitaría atención. No supo hasta ese momento qué clase de novio tenía. Pero recordaba perfectamente la cara de su ex novio y no era ese chico. Lo único que le sonaba de él era su voz y ni siquiera sabía por qué.
-Bueno-siguió hablando el doctor-, en unos minutos vendrán a traerte algo para comer, todo parece estar en orden. Cuando hayas descansado te haremos unas pruebas.
Grace asintió a la vez que Aiden. En cambio, Alexandra parecía estar sumida en sus pensamientos.
Dicho eso, los dos se fueron y dejaron a los tres adolescentes solos, Grace, Aiden que se había convertido en el supuesto novio de la susodicha, aunque ya le habría gustado, y Alexandra.
Grace miró al chico intentando encontrar algo en su cabeza, algún recuerdo relacionado con él, pero nada, por más que se esforzaba lo único que conseguía era dolor de cabeza. Aiden la miraba con un amor indescifrable. Le había cogido tanto cariño en este tiempo que solo quería cogerla de la mano y saltar de felicidad. Ella no entendía por qué la miraba así, entonces recordó las palabras del doctor.