San Bowie - Patrono de los artistas desconocidos

We can beat them

Deseaba con todas sus fuerzas desprenderse del anonimato. Caminaba nerviosa a la entrevista con el escrupuloso banquero que la rechazaría, haciendo trizas las quebradizas esperanzas que proclamaba el arte independiente. La idea poco comercial, fue hecha un bollo y voló directo al cesto de basura. Con el ánimo diezmado, se retiró cabizbaja a sentarse en el pulcro jardín de la severa institución. Boyando sobre las penas de su fracaso monetario y la crisis económica que la asediaba, se preguntó si no era preferible ingresar en el negocio de las drogas.

Mientras se preparaba para nadar hacia otros asuntos más interesantes, cometió un descuido. Se tropezó y en la caída las fotos de la performance se desplomaron por la vereda. Las fotos mostraban la interpretación de uno sus alter ego, con el que gustaba actuar junto a las “hojas de otoño”, la segunda banda musical donde logró desplegar su voz. Allí se veía claramente la silueta esbelta y algo ridícula de una mujer en un traje hecho principalmente por pintura y adornos florales. La vergüenza se le subió a las mejillas. No pudo evitar desviar la mirada, cuando el sujeto sentado a su derecha las agarró, en calidad de juntarlas antes de que el viento las desparramara. Había ignorado su presencia, presa de sus cavilaciones enmarañadas. Pero al Fijarse bien en su rostro, notó una familiaridad. Era David Bowie con un aspecto envejecido y banal.

La chica no supo cómo reaccionar y él aprovechó para tomar la delantera en la conversación recién inaugurada. La invitó a dar un paseo por el parque y discutir sobre su presunta carrera como artista. Tantas incógnitas revoloteaban en su mente. Oscilaba entre la incredulidad y la fascinación. Durante el florecer de su adolescencia, se había refugiado en sus discos. Su música le había dado aliento para afrontar su papel de inadaptada social. David Bowie había demostrado valentía al contrastar contra lo convencional interpretando a Ziggy Stardust, un alíen bisexual proveniente del planeta Marte, ubicado en la estación más cercana a los alucinógenos. Algo le atraía de esa época descabellada entre 1960 y 1970. Tanta era la curiosidad que albergaba sobre algunos de los ideales fundados allí, que sus amigos llegaron a llamarla “Mariposa Hippie”, después del audaz y absurdo acto de aparecer en una protesta con el busto descubierto y un cartel gigante que anunciaba: QUIERO REENCARNAR EN UNA FLOR... Y su anhelo había Sido sincero, ganándose las carcajadas de sus amigos.

—Creí que estabas muerto. — Apenas pudo articular una frase. La sorpresa la había descolocado.

—Digamos que me retiré del oficio. Después de expirado el contrato con los demonios de la industria, debes fingir tu muerte. Y no soy el único que lo ha hecho, muchos han optado por ese camino para encontrar la paz. Aunque, en realidad, conseguir paz requiere de algunos pasos extras... En la cúspide del estrellato, hay que se más que un artista o una cara bonita. Tienes que participar en toda clase de reuniones y la extensión del contrato no termina ahí. Las acciones solidaridarias son una mera apariencia. Te colocan arriba y se quedan una parte importante de las regalías. También deciden el momento que debas correrte y fallecer. Cuando mueres les entregas un patrimonio quintuplicado. Literalmente vales más muerto que vivo. Si eres listo, lo adviertes y te adelantas al movimiento.

—Guardaba una sospecha de que fuera así.

—Entonces no me equivoqué al atreverme a dirigirte la palabra. Me recuerdas mucho a un amigo muy talentoso que no triunfó en el estrellato por no saberse las reglas del juego. Y es que... por lo general los corderitos no las saben, sin ánimos de ofender. Por eso me acerqué. Quiero presentarte el manual de instrucciones.

Continuó detallando su explicación, la introdujo en la manera más eficaz de conseguir respaldo para su carrera artística: una estafa a una institución adinerada.

—Una vez que estás adentro te enteras del tejemaneje. Aprendes un par de trucos sobre el altar de la gloria. Habrá que seguir charlando en privado. El parque se aleja de ser una buena opción para hablar. Los lugares al aire libre son jaulas prefabricadas con la intención de que el borrego crea que está correteando suelto y no vea la mentira delante de sus narices: están controlados y vigilados. Por ejemplo, si prestas atención, encontrarás cámaras ocultas entre las ramas de los árboles. por eso no alenté tu idea de sentarnos. Sabía que primero debía ganarme tu confianza, por ende te llamé a un lugar público. No obstante, por el contenido de mis palabras, temo que me tomes por fantasioso.

La chica aceptó ser conducida hasta su morada, un modesto departamento cerca del centro.

—Nadie le presta atención al del medio, pasa desapercibido. Justamente fue la razón por la cual elegí este lugar. La mediocridad es un paisaje pintado de gris que ahoga a las coloridas diferencias. Las minorías son tragadas por las bocas hambrientas de la sociedad, o bien sumergidas hasta el tope en indiferencia. En una línea paralela la empatía resolvería esta clase de problemas, pero ambos somos conscientes de que en este plano es difícil hallar practicantes dispuestos a colaborar. A muchos les gusta serruchar el piso a los demás y es por eso que la educación de la masa es mediocre y autoritaria, para que se vayan acostumbrando. Todos los individuos nacemos con capacidades intelectuales semejantes, teniendo las necesidades básicas resueltas. La diferencia está en la motivación, en la forma de estimular esas cabecitas recién horneadas.



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En el texto hay: fanfic, conspiracion, aprendizaje

Editado: 16.03.2019

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