"Siempre hay que contar la verdad… toda la verdad por muy dolorosa que sea… por mucho miedo que se tenga a las consecuencias"
Me había quedado completamente vacía. Ya no tenía lágrimas para llorar y el vacío que sentía en mi pecho se había apoderado por completo de mí. Me separé de Osmon, con cuidado y sin fuerza alguna. No pude mirarle a la cara, no tenía valor. Él y Nadeem eran más que primos, eran cómo hermanos gemelos, inseparables. No tenía idea de cómo decírselo o de cómo iba a reaccionar, pero no podía escondérselo… no podía dejar que se enterara por otro.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué entraste por esa puerta? ¿Quién te hizo llorar de esa forma? —preguntó una vez estuve más calmada.
Él nunca preguntaba, pero que lo hiciera justamente en ese momento, justamente ese día, solo hizo que dudara aún más en decirle. Él siempre hablando tan pausado y tranquilo. Esperó mi respuesta, pero no llegó.
—¿Sabes que puedes contarme lo que sea? Por algo eres cómo mi hermanita y la luz de los ojos de Nadeem… Solo te quiero ayudar pequeña… Nadie te va a juzgar o a oír, solo estamos tú y yo —Cuando escuché su nombre me tensé apretando mis puños con fuerza.
—Nadeem… Nad… lo asesinaron, Osmon… lo asesinaron y yo no hice nada para evitarlo —Solté aterrorizada al recordar aquellos disparos y golpes.
Mordí mi labio con fuerza dejando caer las pocas lágrimas que me quedaban. Apretaba con fuerza mis puños estrujando el pullover que traía puesto.
No vi su cara, pero si sentí él cómo se tensó. No dijo nada. No se movió. Se quedó ahí procesando lo que le acababa de decir. Trató de decirme algo, pero nada salió de sus labios. Entonces fue cuando vi las lágrimas de Osmon en el suelo, jamás lo había visto llorar. Me sentía cómo la persona más horrible que jamás había existido. Mi mejor amigo había sido asesinado por mi culpa y ahora había hecho que su primo, mi otro mejor amigo, llorara cuando nunca lo había hecho. Él siempre había mantenido la calma en todas las situaciones y ahora estaba destrozado por mi culpa.
—Y-yo… no puedo… lo siento… vengo ahora… —Su voz había cambiado, sonaba grave y muy enojada, pero a la vez cómo si intentara contenerse.
Me atreví a levantar un poco la vista para ver cómo tenía su cara completamente roja de la rabia y sus nudillos blancos de tanto apretar los puños. Cómo mismo dijo aquello se fue dando pisadas fuertes. Se había ido, me había dejado sola. Seguro estaría enojado conmigo. Seguro ya no me querría ver nunca más y lo entendería…
Me quedé viendo por donde se había ido. Algo dentro de mí deseaba y tenía la esperanza de que él entraría y me diría que todo estaba bien, que era todo mentira, pero no… nunca llegó. Pasaron varios minutos, unos muy largos en los que no tenía cara para salir y enfrentar a todos aquellos monjes.
Pensé en regresar por donde mismo había llegado, pero justamente en ese momento la puerta de aquella habitación se abrió, mis ojos se iluminaron y mi corazón comenzó a latir con fuerza pensando que Osmon había regresado. No fue así. Era el monje mayor quien se acercó a mí con esa paciencia y calma que en estos momentos envidiaba como él no tenía idea.
—¿Cómo te sientes? ¿Quieres hablar? —preguntó sentándose frente a mí.
—¿Cómo quiere que me sienta si asesinaron a mi mejor amigo, mis padres están desaparecidos y mi otro mejor amigo no me quiere ver? ¿Qué fue lo hice para merecer algo así? Tengo gente peligrosa detrás de mí y juro que no he hecho nada malo… —Siempre traté de mantenerme calmada delante del monje, pero aquella situación me superaba no podía estar tranquila cuando solo me sucedía una desgracia tras otra.
—Todo pasa por algo. Por muy doloroso que sea todos los acontecimientos tienen un fin. Lo que le sucedió al joven Nadeem no fue tu culpa, él decidió dar su vida por su mejor amiga, deberías tomar eso y hacerlo tu fuerte para seguir adelante. A tus padres ya la policía de todo el país los está buscando solo hay que tener paciencia y fe en que todo va a salir bien. El hermano Osmon está procesando todo en su habitación mediante la meditación, cuando mejore vendrá y hablarán con más calma.
《Es difícil pasar todo esto a la corta edad de ambos, pero tienen que ser fuertes y mantenerse unidos y más en estos tiempos. Ahora lo mejor será que descanses en una de las habitaciones, medita, busca la paz en tu interior y luego hablaremos del video de tus padres y todo lo que va a pasar a partir de ahora —No entendía cómo podía decir todo aquello con tanta calma, como si nada pasara, sabía que era un sabio y todo eso, pero me costaba mucho entenderlo. 》
—¿Usted ya sabía del video, el cuarto y el pasillo? —pregunté asombrada señalando para aquel lugar. Él solo asintió—. ¿Por qué nunca me dijo nada? ¿Por qué mis padres lloraban? ¿De qué rayos hablaban?
—Todo a su debido tiempo, ahora necesitas descansar y calmar todas esas negativas energías que te rodean y que no te dejan pensar con claridad. Acompáñame, te llevaré a la habitación que tenemos preparada para ti —Y sin más se paró caminando hacia la puerta.
Conociéndolo sabía que no dirá nada hasta que hiciera lo que él decía, así que a regañadientes y cabizbaja fui detrás de él.
Una vez estuve sola comencé a mecerme en el borde de la manta que tenían ellos cómo cama. Mordía mi labio con fuerza al recordar todas las imágenes de las cosas que habían pasado esos últimos meses. Los recuerdos que tenía con Nadeem llegaron cómo una fuerte bomba a mi mente provocando que comenzara a llorar con fuerza.
Toda mi vida él había estado a mi lado, en los buenos, malos y peores momentos, pasara lo que pasara, donde fuera y a la hora que fuera él siempre estaba ahí y viceversa. Incluso el día en que nací él estuvo ahí con tan solo cinco añitos él fue el primero en "cargarme" luego de mis padres. Cuando se enfermó y faltó casi todo el curso fui a su casa día por día para cuidar de él y que no se aburriera. Con Lisa habíamos acordado irnos a vivir los tres juntos una vez todos estuviéramos en la universidad. No existían planes a futuro en los que él no estuviera implicado, nada en mi vida existía o pasaba sin que él estuviera involucrado de alguna forma. No sé qué me iba a hacer sin él, sin su cariño, amor y su cuidado. No creo que pueda vivir con el cargo de conciencia de que había perdido a mi mejor amigo, mi hermano por culpa mía… que su corta vida hubiera terminado de esa forma por mi culpa, es algo que jamás me perdonaría.