Sangre Codiciada

XXXVI

"Los sueños son cosas tan raras que lo mismo te pueden traer malos recuerdos, que crear algunos que nunca sucedieron"

 

—¡Kylian! —Ya en este punto me daba igual si despertar a una persona gritando era malo, porque si él seguía haciéndolo nos descubrirían y yo no tenía ganas de morir.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó asustado a la par que se sentaba de un tirón.
—Llevas gritando media hora. Estabas teniendo una pesadilla —Alejándome un poco de él.
—Perdón, no quise despertarte —se disculpó sin ánimos ninguno—. Hace mucho que no me pasaba.
—No te preocupes, todos tenemos una pesadilla que nos persigue —dije acomodándome a su lado, dando un fuerte suspiro—. ¿Qué pasó con ellos? Digo… si quieres hablar…
—No me gusta hablar de mi pasado, eso no cambiará lo que pasó.
—No, no lo cambiará, pero sí puede cambiar tu presente y tu futuro. Callarse las cosas solo hará que el trauma empeore o eso decía Nad —Cerré los ojos y mire hacia arriba, recordando sus palabras con una sonrisa de nostalgia.
—Mi madre decía lo mismo, pero ella ya no está. Lo siento, pero la última vez que confié en alguien me traicionó.
—Si te sirve de consuelo yo no conozco a nadie a parte de ustedes dos, hasta estoy sorprendida de que me entiendas con lo pésimo que hablo. No obtengo ningún beneficio por traicionar a la persona que me salvó la vida. Crecí entre monjes Kylian, ellos mencionan la lealtad más veces de las que pestañean. Aunque también te entiendo, yo ni siquiera te dije mi nombre real —Si quería que él fuera sincero yo también tenía que serlo.
—Lo sé, te escuché hablando con el padre de Elizabeth y cuando me encontraba con alguno de los monjes en el bosque preguntaban por ti y el tal Osmond —dijo sin más, sorprendiéndome por aquello.
—¿Y por qué me lo dices recién?
—Porque no es asunto mío. Tú me cuentas lo que quieras, yo no soy quién para cuestionar si es verdad o no.
—Gracias.

         Por lo visto no era el chico creído e insoportable que había pensado. Podía ser un poco bipolar y seco, pero por lo menos no se metía en la vida personal de los demás, ni cuestionaba nada, bueno muy poco.

—Los mataron, a mis padres y a mi novia. Delante de mí —confesó después de unos largos minutos de silencio eterno—. La persona a quien solía llamar hermano nos traicionó.
—Oh, cuánto lo siento —Ahora entendía muchas cosas, empezando por su desconfianza.
—No digas eso, es molesto. Pasó hace mucho. Todos los de la manda terminaron muertos y yo no pude hacer nada para evitarlo, solo hui. Tenía quince años, estábamos en una cena familiar y justo cuando pensé que mi mejor amigo vendría a unirse, resultó ser que venía con el peor ser que ha pisado este planeta. Traté de defenderlas, fue por gusto, en un abrir y cerrar de ojos Massimo tenía a Agathê entre sus brazos. Era una niña, ni siquiera se había presentado como para poder defenderse de alguien presentado hace tres años.
《Quise que intercambiara, que hiciera conmigo lo que quisiera, pero cuando me acerqué la mató. Escuché el grito de ambas… Habían matado a dos de las personas más importantes en mi vida frente a mí y no pude hacer nada. Quise matarlos, iba a hacerlo cuando mi padre me detuvo. Luego no recuerdo mucho más, solo a mi padre gritándome que corriera y no mirara atrás. Estuve días huyendo como un cobarde hasta que llegué aquí, justamente a esta cueva. Elizabeth me encontró y me adoptó como su nieto. El resto ya lo sabes》
—También eras un niño, no puedes juzgarte por haber huido. Si eran mayores en experiencia y número lo mejor que hiciste fue irte, como tu padre te lo pidió. Sé que duele ver cómo alguien a quien quieres, amas o están a tu alrededor, mueren por tu culpa y vivir con ese cargo de conciencia encima todos los días es difícil, pero es lo que nos tocó. Hay que tratar de recordar lo bueno y no lo malo. No digo que sepa lo que sientes con exactitud, pero si entiendo el sentimiento y es horrible. 
《Escucharte hablar hace que en una pequeña parte me sienta identificada, aunque claro lo mío no pasó a esa magnitud. Yo solo llevo unos meses con esto, antes pensaba que todo esto era solo fantasía y cosa de películas y libros. De un día para otro me enteré de que tengo medio mundo detrás de mí y sigo sin entender por qué, solo soy una simple humana y ya》

         Ambos hablábamos como si nos fuéramos quitando todos los abrigos pesados después de una caminata por el medio de la Antártida. Algunos de forma lenta y pausada, otros tan rápido como se nos permitía para terminar con un suspiro cansado.

—¿Qué fue lo que te pasó? Si se puede saber —preguntó curioso y entonces sentí como se acercaba a mí, haciendo que por alguna rara razón mi corazón se acelerara a millón y él se riera por lo bajo manteniendo esa distancia.
—Primero vi como mataban a uno, luego mataron a dos tatuadores cerca de mi casa el mismo día que me hice un garabato como tatuaje, en el patio de mi casa mataron a varios y luego —Hice una pausa, tragando en seco, dejando que unas pequeñas lágrimas recorrieran mi rostro— uno de mis mejores amigos se sacrificó para poder salvarme, era primo de Osmond y como mi hermano mayor, el de ambos en realidad. Todas y cada una de las muertes fueron por mi culpa, si daba un paso era un muerto nuevo y yo ni por enterada, hasta que pasó lo de Nad. Excepto por la de los tatuadores presencié de una u otra forma todos los asesinatos.
—Y yo que pensé que era un imán de problemas, algo que tenemos en común, supongo —bromeó. 
—No tenemos remedio. Deseo que toda esta locura acabe pronto, no me gusta estar huyendo de un lado para otro, ni que fuera una fugitiva de la policía.
—¿De verdad no sabes por qué te persiguen? A mí es por ser un híbrido de vampiro y lobo, la peor combinación de todas —No pude distinguir si había dicho eso con enojo o ironía o una mezcla de ambos, tal vez.
—Sé que es algo de mi sangre y del tatuaje, pero nada más —Me encogí de hombros.
—Tu sangre huele delicioso, pero eso no es motivo para matar a tantas personas y un tatuaje hoy en día no es nada del otro mundo. ¿Qué fue lo que te tatuaste? —Notaba su curiosidad a leguas, parecía muy interesado en mi tragedia, ¿o tal vez era en conocerme?
—Un garabato que soñé y dibujé cientos de veces.
—Oh sí, yo tengo uno de esos. No sé, está raro tu caso —dijo confundido—. No me imagino una vida lejos de este mundo, ser humano y todo eso. 
—Digamos que es más tranquilo y menos muertos o locos que te quieran matar.
—Suena tentador, si lo dices de esa forma.
—Dadas las circunstancias en las que estamos, créeme la vida "normal" que llevaba es lo mejor del mundo —A este punto hasta extrañaba hacer tareas.




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