Sangre De Dioses Y Reyes

Parte Uno.

Libro I

 

LA LEYENDA DEL LOBO NEGRO.

 

Prólogo.

 

 

Agueon, el lobo negro.

 

 

Caía nieve del cielo.

Kirosh contemplo el blanquecino cielo de medio día  mientras que una espesa mata de nieve caia al frente de su puerta, aquel día la posada “El Mirador Cerrado” se llenaba de viajeros y extranjeros que venían a refugiarse del gélido frió de la ciudadela de Arnuin, capital del País de Valimar; la posada era una zona cómoda para asentarse y descansar, pero al mismo tiempo era hostil. Hostil por el hecho de que personas como cazarrecompensas, mercenarios, bandidos y asesinos se hospedaban ahí. Por lo cual era muy usual que personas ya cercanas a aquel barrio bajo desaparecieran. La calle Drighad era así, y seguro seguiría siéndolo, hasta que sus habitantes hartos de aquella asquerosa vida, y molestos de sus mandatarios y corregidores tomaran sus armas y se alzaran en contra de la capital, he invadieran el centro de aquella ciudadela.

Kirosh podía observar a los niños huérfanos que husmeaban entre la basura como si de ratas se tratara; otros hacían sus jugarretas estúpidas, molestando a los guardias y Custodios que ponían en orden cualquier disturbio; el Distrito Dagon era una zona llena de conflictos; donde lo más probable es que la vida se fuera en un instante; era una zona de ladrones, de comerciantes astutos que iban fuertemente escoltados por más de cinco guerreros; se decía incluso entre susurros que aquel distrito era cuna de ladrones, herejes y prostitutas. Kirosh lo sabía, y era eso lo que le obligaba a ser precavido.

– ¿Sabe maese Fresno? Nunca pensé que trabajaría en un lugar como este.– Dijo Kirosh, mirando la vida miserable del Distrito Dagon. – Pensé que al unirme a la casa Vermillon trabajaría como…

 – ¿Cocinero? – Intervino Fresno.

– Puede ser, nunca creí que sería posadero y esclavista a la vez, pero sabe, poco a poco le estoy agarrando tino a este trabajo, secuestrar niños y comprar mujeres en la ciudad de Malash es un problema inmenso, sobre todo cuando tengo que entregarlos como tributo. ¿Qué es lo que hace el duque con esas personas que son enviadas como tributo?

Fresno lo miro con un cierto aire inquisitivo; Kirosh dio un respingo como si una abeja le hubiera picado. La mirada severa de Fresno era implacable.

– Perdón, fui atrevido.

Fresno negó con la cabeza, quitándole importancia.

– Con el tiempo aprenderá a apreciar lo que hace; ¿en cuánto a los tributos? Bueno, eso no es de su incumbencia, es algo clasificado y mi señor prefiere que se mantenga así.

Fresno era el emisario del Duque Vermillon, que a su vez era dueño de los Distritos más bajos de todo Arnuin, era quien se encargaba de proveer alimentos y cosas indispensables para los diversos distritos bajos de la Capital, tal era su cargo que hacía 400 años el mismo Vis-conde de Montreuth le había dado un puesto en el gobierno, posicionándolo en una zona de alto escalafón; dándole a conocer como una persona importante en la sociedad, por muy horrendo que fuera el lugar donde se asentara.

El Duque Vermillon no solo era dueño de varios distritos bajos, sino que era dueño de las vidas de las personas que vivían en esos distritos, el controlaba las vidas de todas y cada una de las personas que vivían en las zonas más bajas de Arnuin, familias, mercenarios, asesinos, violadores, niños, tabernas, posadas y prostitutas; todos le debían tributo al Duque Vermillon.

En pocas palabras, el duque era tu dueño, y tú eras la perra de ese dueño.

– Escuché que hace unos dos meses le había llegado una entrega nueva; dos Elokhar traídas de la ciudad de Malash, y que extrañamente tenían el pelo blanco. ¿No es cierto?

Kirosh alzo la vista un tanto sorprendido y al mismo tiempo nervioso.

– ¡Oh! Veo que ya se ha enterado.

Fresno se sonrió.

– En estas calles nada pasa sin que yo me entere, incluso cosas que andan ocultas a mí a ver me son visibles; tarde o temprano me llego enterando de todo. Me encantaría ver los especímenes, antes de que los envié como tributo.

Kirosh se rasco la cabeza, un tanto preocupado.

– Vera; hubo unos problemas. – Dijo Kirosh encogiéndose de hombros –puede que cuando se los diga no llegue a ser de su agrado, maese Fresno. Sin embargo, pienso recibir mi castigo con honestidad.

El emisario del Duque frunció el ceño, con un cierto aire de sospecha. El hombre echo un suspiro, intentando relajarse y luego se sonrió, con una sonrisa que bien podía ser de insinuación.

– Adelante, dígalo, es mejor que sea sincero en este momento a que sea un mentiroso. Algo que aprecio de las personas en este mundo es su sinceridad.

El  posadero trago saliva.

– Bueno. – Kirosh hizo una breve pausa intentando ordenar sus ideas–. Hace cuatro días, antes de su llegada se me escapo uno de esos especímenes, y  tuve que aumentar la seguridad y ocultar al último espécimen que me quedaba.

El emisario se le quedo mirando con fijeza, con los ojos muy abiertos, atentos, luego negó con la cabeza. Parecía muy desilusionado, decepcionado, pero su expresión denotaba comprensión.

–Eso es una lástima; ciertamente no puedo informar de aquello a nuestro señor; puesto que ello acrecentaría su ira, y nadie quiere eso. ¿No es cierto?

Kirosh asintió con un cierto aire de Temeridad. Sabía lo que pasaría si acrecentaba la ira del Duque.

Hace cuatro años un grupo de insurrectos habían provocado un tremendo disturbio en los  distritos  bajos, se decía que dicha rebelión había durado mucho tiempo; 16 meses para ser exactos; aquel evento había terminado en la quema total de un Distrito entero; según el conocimiento de Kirosh, se decía que había habido una traición en las filas de los revolucionarios, y dicha traición había sido efectuada por un grupo de infiltrados que pertenecían a la casa Vermillon y que habían logrado poner en contra a muchos insurrectos y volverlos en contra de los revolucionarios; y en menos de una semana los insurrectos habían sido purgados y sus vidas arrebatadas, los pocos supervivientes de aquella masacre fueron llevados ante el Duque Vermillon donde desaparecieron y no se supo nada más de ellos, y solo haci acabo una de las más fieras batallas que había devastado todo un Distrito.



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En el texto hay: fantasia, ciencia ficcion

Editado: 03.07.2018

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