Vamos caminando por el bosque, debemos llegar a una construcción de una casa abandonada dónde será el entrenamiento de hoy.
En mi equipo está Guido, Enriko y Mauricio, en el otro equipo está Marukh, Mateo, Matías y Flavio. Ambos equipos nos fuimos por caminos separados.
Todo iba bien hasta que escuchamos disparos y uno dió en el tronco de un árbol, justo pasándole a unos centímetros del rostro a Mauricio.
—Corramos —les digo.
Empezamos a correr y veo a unos hombre a unos cuantos metros de nosotros vestidos de negro.
«¡Esto no era parte del entrenamiento!»
Me detengo, le disparó a uno y continuo corriendo.
Después de unos minutos todos nos separamos y solo quedamos Enriko y yo. Perdimos a los tipos que nos estaban disparando.
Estábamos caminando de nuevo hacia el lugar del entrenamiento cuando Enriko pisa sin darse cuenta una trampa de cazadores y está a punto de caer pero lo alcanzó a agarrar de la mano y me sujeto al tronco de un árbol que estaba cerca.
Intento ayudarlo a subir pero no puedo soltarme o ambos caeremos y mi mano empieza a resbalar.
—Franco, sueltame —me dice Enriko.
—No...no lo haré —digo pero ya no puedo aguantar más.
Intento sujetarme pero el peso de Enriko me jala hacia abajo y la corteza del árbol me corta la mano hasta que terminó soltandome y cayendo junto con Enriko.
Genial, ahora ambos estamos atrapados.
—Bueno...¿Cómo saldremos de aquí? —le pregunto.
—No lo sé —me dice mientras intenta encontrar una forma de salir.
—Ya se, ayudame a subir, eres más alto será más fácil que llegue hasta arriba y una vez que esté arriba te ayudo a subir —le digo.
—¿Y como? Sin ofender pero no creo que me aguantes —me dice.
Lo pienso por un momento, tiene razón no soy tan fuerte como para aguantarlo.
—Traemos cuerdas en la maleta, te la lanzaré para que subas —le digo.
Enriko asiente, se agacha, junta las manos y me da impulso.
—Ten cuidado —me dice.
Escalo el poco tramo que queda, Enriko me lanza mi maleta, la atrapo y la dejo sobre el piso, saco la cuerda, la amarró al tronco del árbol y se la lanzo a Enriko. La toma y escala.
—Vamos —le digo.
Llegamos a la construcción abandonada justo a tiempo, minutos después llegan Marukh y Flavio.
Después de que el sargento se enterada sobre el ataque que recibimos mando a un grupo de soldados a investigar mientras tanto nosotros comenzamos con el entrenamiento.
El entrenamiento consiste en encontrar una placa que está escondida por toda la construcción, tiene tres pisos y estaremos divididos en dos equipos el blanco que somos los que debemos recolectar las placas y el equipo rojo el cual debe quitarnos la placa y pelear contra nosotros.
Subo al tercer piso y empiezo a revisar cada una de las habitaciones en busca de la placa; entro a la última habitación vigilando que no haya nadie del equipo rojo, abro un clóset el cual está lleno de cajas y material de construcción en busca de la placa.
Encuentro la placa dentro de un cofre en la esquina del fondo detrás de unos sacos. Guardo la placa en mi pantalón y salgo de la habitación.
Estoy en el segundo piso cuando me encuentro con Angelo quién está en el equipo rojo, se acerca a mi y me lanza un golpe el cual logro esquivar.
Empezamos a pelear, lo pateo haciendo que se estrellé contra la pared haciéndolo enojar, intenta golpearme pero todos los golpes los logro esquivar pero de repente un olor raro inunda toda la habitación.
—¿Qué es ese olor? —pregunto.
Angelo y yo dejamos de pelear y miramos a nuestro al rededor intentando identificar de dónde proviene el olor.
—Es gas —dice Angelo.
Escuchamos a los demás correr y gritar.
—¡Las puertas están atrancadas! —gritan Mauricio y Marukh.
Miramos por la ventana y vemos al sargento Caruso, al coronel Ianello y a varios soldados intentando abrir la puerta.
Nos miramos y empezamos a correr a la planta baja pero antes de llegar a las escaleras Angelo me empuja, como la casa no está terminada no hay barandales pero logro agarrarme de lo que queda de piso. Intento subir pero las manos me empiezan a sudar y me empiezo a resbalar además de que me empiezo a sentir mareada.
Escucho como se abre la puerta y grito:
—¡Ayuda!
Pero no logran escucharme por todo el ruido.
Empiezo a toser e intento subir pero solo logro resbalarme haciéndome una cortada en la palma de la mano.
Escucho como suben las escaleras y vuelvo a gritar.
—¡Ayuda!
—¡Franco! —escucho a Marukh gritar. No logro distinguir que tan lejos está y tampoco puedo mirar hacia abajo.
—¡Aquí estoy! —grito.
Escucho las pisadas cada vez más cerca, siento los ojos pesados y por más que intento aguantar ya no lo logro, mis manos se resbalan y caigo.
O eso pienso hasta que siento una mano cálida tomarme de la mano miró hacia arriba y veo a Marukh quien logro atraparme justo cuando iba a caer.
—Resiste —me dice tomándome con ambas manos.
Lo tomo de la muñeca y justo en ese momento llega Enriko quién también me toma del brazo. Intentan subirme pero no lo logran e incluso empiezan a resbalarse.
—Sueltenme —les digo.
—No lo haremos —dicen ambos.
En eso se escuchan otras pisadas y se detienen justo debajo de mi.
—Sueltenlo yo lo atrapó —escucho decir al coronel Ianello.
—Haganle caso al coronel, sueltenme —les digo pero ellos se niegan a soltarme
—No, no te soltaré —dice Marukh.
—Sueltenlo, confíen en mí —dice el coronel.
Marukh me mira a los ojos preocupado, asiento con la cabeza y entonces me sueltan.
El coronel logra atraparme y ambos quedamos tirados en el piso, Marukh y Enriko bajan corriendo, se acercan a nosotros y nos ayudan a levantarnos.
Marukh pasa una mano por mi cintura y yo paso el brazo por sus hombros y salimos rápido de la casa.
Despierto y miro a mi alrededor. Estoy en la enfermería.