Los siguientes días han sido demasiado incómodos, no puedo mirar a Marukh sin pensar en el beso, por lo que he empezado a evitarlo, sé que es muy inmaduro pero no puedo aguantar la vergüenza y siempre que lo veo siento cosquillas en el estómago.
Decido salir a dar una vuelta por el pueblo cuando paso por una florería y veo a unos hombres molestar a la dueña.
—Vayanse o llamaré a la policía —dice la señora molesta.
—Ay si llamaré a la policía —dijo uno de los hombres con voz chillona.
—Les ha dicho que se vayan —les digo acercándome.
Me miran y los hombres me miran burlones.
—Ve a meterte a tus asuntos mocoso —me dicen.
—Solo lo diré una vez, váyanse y dejenla tranquila —digo.
—¿O que? —pregunta empujandome. Ruedo lo ojos— ¿O que mocoso?
Intenta empujarme de nuevo pero lo tomo de la mano y se la doblo, empieza a gritar de dolor, se me acercan los otros dos hombres e intentan golpearme pero los esquivo y los golpeo.
—Vayanse —digo y salen corriendo— ¿Se encuentra bien? —le preguntó a la señora.
—Si, muchas gracias —me dice sonriente.
—No hay de que —le respondo.
La miró y me doy cuenta que es la mujer que sale en el portaretratos que hay en la oficina del coronel. Ella debe ser su ex esposa.
—¿Eres alumno en la academia militar? —pregunta y asiento—Mi marido...quiero decir el coronel es un conocido mio, debes ser bastante bueno, todos los soldados de ahí lo son.
Asiento sonriendo, me invita a pasar y observo las flores mientras hablamos.
Es una mujer bastante agradable pero de carácter fuerte, no es sorpresa que haya estado casada con el coronel, ambos son de carácter fuerte pero se complementan a la perfección.
—Adiós Stella —me despido de ella.
Llegó a la academia y me encuentro con Flavio, el se me acerca corriendo.
—Franco necesito pedirte un favor —me dice.
—Dime
—Bueno...¿podrías prestarme dinero? —pregunta apenado.
—Claro pero ¿Qué pasa? —le preguntó.
—Mi madre está enferma y es costoso el tratamiento pero no tenemos dinero —me dice algo apenado.
—Claro, no hay problema pero no tengo mucho —le digo.
—Esta bien, lo que sea está bien —me dice.
Vamos al cuarto y le entrego el dinero.
—Muchas gracias Franco, te lo devolveré pronto —me dice.
Los siguientes días Flavio a empezado a trabajar en varios lugares intentando conseguir dinero para el tratamiento de su madre, falta demasiado a clases o se queda dormido, si sigue así el coronel lo sacará, intente convencerlo de que ya no trabaje tanto porque podría hacerle daño pero no me hace caso así que he decidido ayudarlo a reunir dinero.
Llegó a la florería de Stella y la veo despachando a un cliente.
—Hola Franco, ¿Qué te trae por aquí? —pregunta.
—Bueno...quería ver si podía darme un trabajo —digo.
—¿Trabajo? ¿Y la academia? —pregunta.
—Me dará tiempo, es que de verdad necesito el dinero —digo.
Stella lo duda un momento pero luego sonríe.
—Esta bien ¿Cuando puedes comenzar? —me pregunta.
—Hoy mismo —digo alegre.
—De acuerdo, ven por aquí —me dice.
Me explica que es lo que tengo que hacer y como funcionan las cosas.
Las siguientes semanas me levanto antes de que se levanten todos y salgo por la ventana para ir a trabajar y me voy una hora antes de que empiece el entrenamiento o las clases para que alcance a llegar sin que me vean.
Stella se ha portado muy amable conmigo, es una gran persona y no me sorprende que el coronel Ianello siga enamorado de ella, incluso estoy segura que ella también sigue enamorada de él, espero pronto puedan arreglar las cosas y sean felices juntos.
Estaba preparándome para irme cuando Stella me llama.
—Franco aquí tienes, es el pago de todas estas semanas que has trabajado —me dice entregandome un sobre con dinero.
Lo tomo y sonrió feliz, con esto será suficiente para ayudar a Flavio.
—Gracias Stella, nos vemos mañana —digo y salgo de la florería.
Doy vuelta en la esquina para ir a la academia cuando veo a Enzo, el voltea a verme y yo me doy la vuelta fingiendo no verlo, doy la vuelta y corro de regreso a la florería.
—Franco ¿Qué...? —No la dejo terminar y me escondo debajo del mostrador— oye ¿Qué pasa? —me pregunta acercándose al mostrador.
—Un momento por favor —suplico.
—Buenos días —escucho a Enzo decir.
Me quedo de piedra sintiendo como se me va el alma. Stella mira a la entrada.
—Si ¿Qué se le ofrece? —pregunta.
—¿No ha visto a un chico con un chongo y abrigo café? Es bajo, cabello castaño y llevaba una maleta —dice acercándose al mostrador.
—No, no ha venido nadie con esas características —dice seria.
—¿Segura? —pregunta poniendo las manos sobre el mostrador.
—Segura —dice.
—Entonces no le molestará que revise su tienda —dice y escucho como empieza a recorrer el local.
—¿Qué cree que hace? —pregunta sería—larguese de aquí.
—Solo voy a revisar que realmente no esté escondiendolo —dice.
—Vayase ahora mismo —dice firme.
—Usted lo está escondiendo ¿No es así? Si no porque no permitiría que revise su local —dice burlón.
—¿Es policía? —pregunta y Enzo no responde— No ¿Verdad? Entonces no tiene ningún derecho en revisar mi local así que sera la última vez que se lo repita, váyase ahora mismo o atengase a las consecuencias —dice firme.
No escucho nada por lo que no se si se fue o no.
—¡Señores! —grita Stella.
Veo a seis hombres salir de la habitación de a lado.
—Saquen a este caballero de aquí —dice firme.
—Acompañenos —dice uno de los hombres.
—No me iré hasta revisar que no esté aquí la persona que busco —dice.
—Le ha dicho que se vaya —escucho la voz del coronel Ianello.
«Genial, más problemas.»
Por unos minutos no se escucha nada pero luego vuelve a hablar Enzo.
—Veo que no está aquí la persona que buscaba, yo ya me iba —dice Enzo— no me toquen yo me voy solo.