No podía permitir que esa criatura o persona siguiera amenazando a todos.
Debía proteger su reputación. La de un guardián, con un sentido de misericordia distinta a la de los hombres, pero al final era un guardián.
Reputación distinta a la que su padre dejo como legado. Tenía años labrandola.
Todo con el fin de proteger su futura familia. Y el futuro del hijo que Amely cargaba.
Pasó por su mente el ataque en contra de ella. Podía volver a ocurrir.
Ella estaba en peligro.
Corrió bajo la luz de la luna entre los árboles velozmente. Ningún ojo humano era capaz de verlo.
Percibió la escencia de Adelbert al pasar cerca de donde estaba. Un hombre más lo acompañaba para ayudarle a caminar. Leonard.
Se apresuró a bajar al pueblo en un par de saltos.
La escena que encontró era lo peor que hubiera visto jamás.
Un par de casas se habían incendiado y muchos corrían despavoridos por la pequeña plaza. Los hombres luchaban enfrentándose a la enorme bestia de pelaje gris. Tal como la había descrito Amely, era enorme, más alto que un hombre en sus cuatro patas pero era más bajo que él.
Tenía la pelambrera erizada detrás de su cuello exponiendo los dientes. Los ojos rojos de la criatura se encontraban sobre Hackett que con valor le amenazaba con un hacha de hierro.
Dos cuerpos inmóviles y destrozados por completo estaban bajo las grandes patas de aquella bestia infernal.
La sangre manchaba sus garras y escurría por su osico.
Se acercó sin temor a Hackett posicionándose a punto de atacarle. Una punzada en el costado de la bestia la hizo dirigir su atención hacia quien le atacó.
Sin dudar, se lanzó sobre aquel hombre dispuesto a matarle pero Valmond clavó sus colmillos en el lomo de éste antes de que sucediera otra muerte.
Los gritos al rededor ahora se volvieron sorpresa y pavor al darse cuenta que se trataba de dos lobos.
El de pelaje gris atacó con furia a Valmond quien no se inmutó en las heridas, todo lo contrario le dió más fuerzas para luchar.
La mirada de Valmond se desvió medio segundo hacia la casa de los Winevid. Amely estaba en la puerta junto a Kerstin y Margareth llamando Hackett.
" ¿Qué hace afuera?"
Pero aquella distracción le costó un golpe por parte de su atacante que lo derribó.
Se incorporó de inmediato con un leve ardor sobre su rostro.
Vio como con rapidez la bestia corría tras Hackett. Éste a su vez le atacó sin temor al verlo levantar una de sus grandes patas.
El grito del hombre y de las mujeres en la puerta le hicieron pensar a Valmond lo más terrible.
La bestia aulló con dolor. Retrocedió y chilló cuando corrió en dirección contraria con el hacha aún clavada en el hombro.
Ni siquiera pudo acercarse para comprobar lo sucedido y corrió tras la bestia herida.
El rastro de sangre lo llevo hacia el bosque. Corrió contra el furioso viento que agitaba los árboles. Cruzó el río de un salto. Olfateo buscando el rastro. Sabía que debió haber ido hacia el norte pues estaba mal herido y no andaría por el río.
Avanzó río abajo y dió con el rastro de sangre. Al seguir sintió la escencia de un hombre y una mujer. Había un extraño aroma en el aire. Las fragancias de la piel humana se disipaban y lo golpeó un fuerte olor a Knoblauch con algo más que no identifico.
Siguió y siguió buscando toda la noche. No había más que ese olor desagradable hasta que dió con un pedazo de tela que envolvía un frasco. Era de donde provenía el penetrante olor.
Estaba seguro que tendría el olor en la nariz por un par de días al haberlo olfateado tanto esa noche.
Se encontraba lejos del pueblo y según las luces en el cielo estaba a punto de amanecer. Si más remedio cogió el frasco envuelto en tela con su osico y se dirigió a casa.
Cambio de forma al estar en los alrededores de su cabaña asegurándose que no hubiera nadie al rededor.
Se dirigió a casa de Adelbert pasando el puente.
Pero le pareció ver a alguien cerca de las laderas del río. Un hombre.
Corrió hacia él preocupado al verle lleno de sangre.
- ¡Hans ! ¿Me oyes?
Aún respiraba pero estaba inconsciente. Lo alzó llevándolo a su casa para ponerlo en la carreta. Se fue a toda prisa a casa de los Winevid.
- ¡Margareth! Margaret abre - aporreaba la puerta.
Amely abrió y al instante ambos se sintieron en paz. Pero al verlo lleno de sangre se asustó.
- ¿Pero, que te ha pasado? ¿ Estas bien? - puso su mano en su mejia y lo veía detenidamente.
- Lo estoy. Pero Hans está mal herido.
- ¿Donde esta mi hijo? - corrió angustiada Margareth.
Valmond lo tendió en el suelo junto a la chimenea pues Hackett estaba sobre la mesa.
- Oh Dios mío. Pero ¿Qué le ha sucedido?
- Lo he encontrado de camino aquí- explicó sereno.
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Editado: 15.07.2018