Capítulo 13: Revelaciones y Decisiones

Después de la intensa confrontación con Malek, el claro estaba envuelto en un silencio casi sepulcral. Luna y Adriel se quedaron de pie, sintiendo la energía residual de la batalla en el aire, como si las sombras aún danzaran a su alrededor.

—¿Estás bien? —preguntó Adriel, su mirada preocupada mientras examinaba a Luna.

—Sí, solo... necesito un momento para asimilarlo todo —respondió Luna, sintiendo que su mente aún procesaba la rapidez de los eventos. Había enfrentado a un ser oscuro, y aunque había salido victoriosa, no podía ignorar la sensación de que Malek era solo la punta del iceberg.

Adriel asintió y se acercó a ella, sus ojos brillando con una intensidad reconfortante. —Lo hiciste increíblemente bien. Has demostrado un poder que ni tú misma conocías.

—Pero... ¿y si vuelve? No puedo dejar que Malek me encuentre de nuevo —dijo Luna, su voz temblando con la ansiedad.

—Él volverá, y debemos estar preparados. Pero no estás sola en esto. Estoy contigo, Luna. Siempre lo estaré —aseguró Adriel, tomando su mano con fuerza.

La conexión entre ellos se intensificó, y Luna sintió que el amor que compartían les daba la fuerza necesaria para enfrentar cualquier desafío. Pero había algo más que necesitaba descubrir.

—Adriel, hay algo que siento que debemos entender. ¿Por qué Malek está tan interesado en mí? ¿Qué significan realmente mis visiones? —preguntó, su curiosidad picada.

Adriel se quedó en silencio por un momento, como si estuviera considerando sus palabras con cuidado. —He oído historias sobre él, sobre su obsesión por el poder y su deseo de controlar a los que poseen habilidades especiales. Puede que tu luz sea un imán para él.

—¿Mi luz? —preguntó Luna, tratando de entender lo que eso significaba.

—Sí. La energía que emanas es especial. He sentido su intensidad desde que te conocí. Tal vez tienes un papel más grande en esto de lo que imaginamos. Puede que tu destino esté entrelazado con el suyo de una manera que no comprendemos completamente —respondió Adriel, su mirada llena de seriedad.

Luna se sintió abrumada. La idea de tener un destino tan monumental la asustaba, pero también la intrigaba. —¿Qué hacemos ahora? Necesitamos respuestas.

Adriel miró hacia la puerta que seguía abierta, un portal hacia lo desconocido. —Tal vez el interior de esa puerta contenga las respuestas que buscamos.

Con un nudo en el estómago, Luna asintió. —Debemos entrar. No podemos dejar que el miedo nos detenga.

Juntos, cruzaron el umbral de la puerta. Al hacerlo, fueron envueltos por una luz resplandeciente que iluminaba el interior, revelando un vasto espacio que parecía un cruce entre un sueño y una pesadilla. El aire estaba impregnado de una energía antigua, y a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que estaban en una especie de templo.

Las paredes estaban adornadas con inscripciones brillantes que parecían contar historias de batallas pasadas y héroes olvidados. En el centro, un altar se erguía, y en él había un objeto que relucía con una luz propia.

—¿Qué es eso? —preguntó Luna, señalando hacia el altar.

Adriel se acercó, cauteloso. —No lo sé, pero parece importante. Tal vez nos dé más información sobre Malek y su conexión contigo.

Cuando llegaron al altar, una voz resonó en el aire, profunda y sabia. —Bienvenidos, viajeros. Este lugar guarda el conocimiento de aquellos que han venido antes que ustedes.

Luna sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, y su instinto le dijo que no estaba sola. —¿Quién está allí? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Soy el guardián de este templo. He visto la luz en ti, Luna. Tu viaje es solo el comienzo. Debes entender que la oscuridad siempre buscará devorar la luz, y Malek es solo una de sus manifestaciones.

—¿Qué debo hacer? —preguntó Luna, sintiendo que la urgencia crecía.

—Debes aprender a controlar tu poder y protegerlo. Si Malek logra atraparte, su influencia se expandirá, y la oscuridad reinará. Tienes una conexión con el poder antiguo que habita en este lugar. Aquí encontrarás las respuestas que buscas —dijo la voz.

Adriel miró a Luna, su expresión llena de determinación. —Esto es lo que necesitamos. Debemos descubrir cómo usar ese poder en tu beneficio.

Luna asintió, su corazón latiendo con fuerza. —¿Cómo lo hacemos?

El guardián continuó: —Primero, debes tocar el artefacto en el altar. Solo aquellos con un corazón puro podrán desatar su verdadero potencial.

Luna se acercó lentamente al artefacto, sintiendo que una energía pulsante emanaba de él. Cuando lo tocó, una oleada de luz la envolvió, y visiones comenzaron a fluir en su mente. Imágenes de antiguas batallas, luces brillantes y seres etéreos luchando contra la oscuridad la inundaron.

—¡Adriel! —gritó, sintiendo cómo su poder comenzaba a despertarse dentro de ella.

Adriel se apresuró a su lado, sosteniéndola con firmeza. —Estoy aquí. Mantén la calma.

Las visiones se intensificaron, y Luna vio a Malek en su mente, pero no solo como un enemigo, sino como un antiguo ser que había una vez luchado contra la oscuridad. Comprendió que su lucha era parte de un ciclo, una batalla que se había librado a lo largo de la historia.

—Tienes que canalizar esa energía, Luna. Recuerda quién eres y por qué estás aquí —le recordó Adriel, su voz resonando en su corazón.

—Sí... tengo que hacerlo. Este poder es mío —dijo Luna, sintiendo que la luz dentro de ella se expandía y se convertía en una fuerza imparable.

Finalmente, la luz se disipó, y Luna se encontró de pie en el templo, respirando con dificultad pero con una nueva claridad en su mente.

—¿Lo lograste? —preguntó Adriel, su mirada llena de esperanza.

—Sí. He visto... He sentido lo que puedo hacer. Ahora sé que debo aprender a controlar esto, y que mi luz puede derrotar a la oscuridad —respondió Luna, sintiendo una renovada confianza en su voz.

La voz del guardián resonó de nuevo: —Tienes un gran camino por delante, Luna. Los desafíos que enfrentarás serán duros, pero también lo serán tus aliados.