Capítulo 30: La Búsqueda de la Luz

La tensión en el refugio se podía sentir en el aire. Después del enfrentamiento con Tenebris, la comunidad sabía que necesitaban actuar rápidamente para debilitar a Noctis y su ejército de sombras. En una reunión convocada por Luna, Adriel y Selene, los guerreros se reunieron para discutir su próximo paso.

—No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando el próximo ataque —dijo Luna, con determinación. —Necesitamos encontrar la manera de debilitar a Noctis y su poder.

Adriel asintió. —He estado pensando en eso. Recuerdo una leyenda que hablaba de un antiguo relicario, un objeto que se dice que puede amplificar la luz y debilitar las sombras. Se encuentra en las Montañas de Eldoria, al norte de aquí.

—He oído hablar de esas montañas. Se dice que están protegidas por seres ancestrales, pero nadie ha podido entrar desde hace siglos —comentó Selene, preocupada.

—Si el relicario realmente existe, podría ser nuestra única oportunidad de cambiar el rumbo de esta lucha. Debemos intentarlo —declaró Luna, sintiendo que su corazón latía con fuerza ante la posibilidad de una nueva esperanza.

La comunidad se preparó para la misión. Luna, Adriel, Selene y un grupo de guerreros se unirían a la expedición hacia las Montañas de Eldoria. Al amanecer, se despidieron de los demás, sabiendo que este viaje podría ser peligroso, pero también necesario.

El camino hacia las montañas era largo y peligroso. A medida que avanzaban, la vegetación se volvía más espesa y el aire más frío. Luna sentía una mezcla de emoción y temor. Sabía que tenían que ser cuidadosos, ya que las sombras de Noctis podrían estar acechando.

—Mantengámonos unidos —dijo Adriel mientras caminaban. —Si algo sale mal, debemos estar listos para defendernos.

Después de días de viaje, finalmente llegaron a las faldas de las Montañas de Eldoria. Las cumbres estaban envueltas en nubes y neblina, y una sensación de antigüedad emanaba de ellas. Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Aquí es donde se dice que se encuentra el relicario —dijo Selene, mirando hacia las montañas. —Debemos encontrar la entrada al templo donde está guardado.

Mientras se adentraban en la montaña, notaron que el ambiente se volvía más sombrío. La luz parecía desvanecerse a medida que se acercaban al templo. Luna mantuvo su energía luminosa activa, iluminando su camino, pero había una presión en el aire, como si la misma montaña estuviera observándolos.

—¿Están listos? —preguntó Luna, su voz firme pero con un matiz de ansiedad.

—Estamos contigo, Luna —respondió Adriel, su mirada llena de determinación.

Al llegar a la entrada del templo, se encontraron con grandes puertas de piedra cubiertas de runas antiguas. Luna sintió una conexión con esas inscripciones, como si hablasen en un idioma antiguo que resonaba en su interior.

—Estas runas... —murmuró Selene, tocando la superficie de la puerta. —Parecen proteger el relicario.

Luna cerró los ojos y concentró su energía. —Voy a intentar abrirlas.

Con su luz, comenzó a activar las runas, y las puertas comenzaron a vibrar, llenándose de energía. Un suave resplandor iluminó el lugar mientras las puertas se abrían lentamente, revelando un pasillo oscuro y misterioso.

El grupo avanzó con precaución, sintiendo que la atmósfera se volvía más densa. Las paredes estaban adornadas con imágenes de antiguas batallas entre la luz y la oscuridad, y el eco de sus pasos resonaba en el silencio.

—Debemos estar cerca —dijo Adriel, mirando hacia adelante.

De repente, un escalofrío recorrió el pasillo, y una sombra emergió de las paredes, tomando forma en un ser oscuro que parecía alimentarse de la luz. Su risa resonó, un eco ominoso que heló la sangre de los guerreros.

—¿Acaso creen que pueden acceder al relicario? —dijo la sombra, sus ojos brillando con un resplandor rojo. —Nadie puede cruzar sin enfrentar a la oscuridad.

Luna sintió que su corazón latía con fuerza. —No dejaremos que nos detengas. La luz prevalecerá.

La sombra se abalanzó hacia ellos, pero Luna y su grupo estaban listos. Con una explosión de luz, lanzaron su energía hacia la sombra. Sin embargo, el ser oscuro se dispersó en una nube de niebla, esquivando el ataque.

—¡No podemos rendirnos! —gritó Selene, mientras luchaban contra la sombra.

Luna sintió cómo la luz dentro de ella se intensificaba, y recordando las historias de sus amigos caídos, concentró su energía. —¡Por ellos! —gritó, y un rayo de luz pura se disparó hacia la sombra.

El ataque impactó de lleno, y la sombra se retorció, gritando. Sin embargo, antes de que pudieran relajarse, la sombra se reagrupó y se lanzó de nuevo hacia ellos, más feroz que antes.

—¡Formen una barrera! —ordenó Adriel, mientras todos unían sus fuerzas.

Concentrando su luz en un solo punto, crearon una barrera brillante que repelió la oscuridad, pero no sin costo. Sus fuerzas se veían disminuidas y necesitaban actuar rápidamente.

—¡Al templo! —gritó Luna, conduciendo al grupo hacia el interior del templo, donde se sentía una energía diferente, una luz ancestral que parecía guiarlos.

Entraron en la sala principal, donde se encontraba el relicario, un objeto radiante que brillaba con la luz más pura que habían visto. En el centro de la sala, rodeado de símbolos de protección, el relicario parecía estar esperando ser reclamado.

—Ahí está... —dijo Selene, asombrada.

Luna se acercó al relicario, sintiendo la energía vibrar en su interior. —Debemos ser cautelosos. Este lugar está protegido por la luz.

La sombra, aún tras ellos, irrumpió en la sala. —Nadie puede tocarlo. ¡La oscuridad siempre prevalecerá!

Luna se volvió hacia la sombra, sintiendo que el relicario emanaba energía. —¡No! —gritó, extendiendo sus manos hacia el relicario. —La luz siempre encontrará un camino.

Con un movimiento decisivo, activó el relicario. La luz brilló intensamente, envolviendo a todos en su resplandor. La sombra se estremeció, gritando mientras la luz la absorbía, disipando su oscuridad en un instante.