Sangre Maldita. Más allá de la Muerte 1

Capítulo 25: Muerte

Capítulo 25:

Muerte

 

 

Danna 

Se me han erizado los vellos de todo el cuerpo, el frío hace que mis dientes rechinen de una manera irritante e incontrolable. Tengo rato que no veo ni a Nick ni a Estela, ambos están buscando quien sabe qué en los alrededores de la casa.  

Cristal y Alexis hace rato que se perdieron por una calle oscura, según ellos, rastrean el celular de Thomas por GPS, quien, de acuerdo al ubicador, no está en la casa de mi madre. Creo que han pasado exactamente 30 minutos desde que no veo a ninguno de los cuatro. 

Estoy parada frente a la casa de mi madre sólo con la iluminación que proviene de las luces del auto, ya que 
pareciera que en las calles no hubiera ningún poste o  
que, casualmente, se hubiera ido la luz; en cualquiera de los dos casos, qué oportuno. 

Las luces de la casa están apagadas, más bien, es como si no hubiera nadie, ni en la casa ni en toda la cuadra. Estoy tan concentrada en la fachada de la casa que no advierto los pasos de alguien, sino hasta sentir que el aire de los pulmones se me escapa. Unas manos fuertes me aprietan el cuello y yo forcejeo, pero quien me sujeta es muy fuerte. Sigo intentando liberarme, clavando mis uñas fuertemente en la piel de mi captor; la presión de mi cuello ya no está y respiro con desesperación.  

Entonces, él está frente a mí asfixiándome nuevamente. Y al verlo no forcejeo, estoy tan impactada que ni siento la presión que ejercen sus musculosos brazos sobre mi cuello. Él me mira con odio y rencor, y no lo comprendo. ¿No se suponía que estaba enamorado de mí? 

—Lo siento Danna —se disculpa, como si se hubiera tropezado conmigo en el pasillo de la universidad, y no estuviera a punto de romperme el cuello —si mueres ella se irá. Y nos dejará en paz.

Comienzo a sentir ese hormigueo en todo mi cuerpo indicándome que mi sangre no está circulando como debería, los pulmones me arden reclamando un oxígeno que no llega, mis manos se aferran con la poca fuerza que dispongo a las manos de él intentando que retroceda, pero no lo hace, más bien, aprieta cada vez más fuerte. Siento que es mi fin. Como aquella noche cuando Danny intentó matarme también, sólo que esta vez no creo que alguien pueda ayudarme.  

Mis brazos están flojos y los dejo caer, tengo la boca  
reseca y todo me está dando vueltas. Mis párpados están pesados y no logro mantenerlos abiertos, deseo que esta agonía acabe pronto. Me dejo llevar por algo que me jala fuertemente, ya no siento las manos en mi cuello. Entonces, el aire vuelve a entrar en mis pulmones y me encuentro jadeando. Escucho como Estela le grita a su hijo que se detenga, que no ganará nada dándole una paliza.

Me cuesta respirar y sigo estando muy débil, intento abrir los ojos, pero veo borroso y estoy muy mareada. Me duele el pecho de lo rápido que me palpita el corazón, a veces, no valoramos la vida, sino hasta que llega ese momento en que estamos a punto de perderla. Y ya he pasado por este mismo miedo en otras ocasiones, pero uno nunca se acostumbra a ese terror de ver la muerte tan cerca. 

Abro los ojos despacio y ya me siento más estable. Veo como Estela intenta separar a Nick de Robert que yace en el suelo, intentando protegerse de los golpes de Nick que parece una bestia.  

Sé que no se va a detener hasta por lo menos verlo inconsciente, ¿pero qué ganaríamos con eso?, hay cosas más importantes que darle una buena paliza a Robert. Allá afuera está Danny poseyendo a Amaia y no sé de qué pueda llegar a ser capaz o, bueno, si lo sé, y preferiría no saberlo. 

—Nick —lo llamó con la voz entrecortada.  

No me encuentro muy bien que digamos. Él se detiene al escucharme, y voltea bruscamente hacia mí. Le sonrió para tratar de relajarlo y para que vea que estoy bien, que no me ha pasado nada. Gira el rostro hacia a Robert y luego viene hacia mí. Suspiro aliviada de que ya lo haya dejado. 

—Perdón. Pensé qu… —comienza a decir, pero no lo dejo terminar. Lo beso con mucha intensidad; una lágrima se escapa de mis ojos. No tengo miedo de morir, pero sí de no volverlo a ver, de no volver a estar así, cerca de él. Sus ojos azules me miran de una manera que no puedo explicar; hay muchos sentimientos encontrados en él en estos momentos: ira, preocupación, miedo, desesperación. — No quiero perderte. Nunca. 

Quiero decirle que no me perderá, pero no estoy segura de eso. De todo lo que me ha ocurrido, sólo de una cosa estoy segura, me quieren muerta. 

—Hay que revisar la casa —anuncia Estela— ¿Cristal y Alexis no han vuelto? 

Niego con la cabeza. Nick me ayuda a ponerme en pie. Ya estoy respirando con normalidad, aunque todavía me duele un poco el cuello. Estaba por preguntar por Robert cuando lo veo atado a una barandilla, a unos pocos metros de la casa. 

—Así no causará más problemas —dice Estela al ver  
que lo miro. 

Nick y yo caminamos tras ella hasta el interior de la casa. Enciende la luz. Todo está como la última vez que estuve aquí. Recuerdo esa discusión con mi madre y sólo siento rabia. Estela va a revisar la cocina, mientras que Nick y yo vamos a las habitaciones; realmente parece que en la casa no hubiera nadie.  

Camino aferrada al brazo de Nick, con los nervios a flor de piel. Este silencio sepulcral que reina en la casa no me da buena espina. 



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En el texto hay: posesion, brujeria magia, fantasmas y maldiciones

Editado: 09.09.2020

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