Sangre Mestiza

Capítulo Cinco; Sorpresas de Cumpleaños.

― Un poco más... camina a la izquierda... ten cuidado, ya casi llegamos.

Hoy se cumplen dieciocho años de mi existencia en este mundo. Nia me guía lentamente hasta su casa aún sabiendo que yo sé de que trata todo esto. Traigo puesta una venda sobre los ojos la cual me prohíbe ver.

― Hemos llegado. ― Dice con emoción. ― Espérame aquí, no te atrevas a escapar.

Por el eco que producen sus pasos en el lugar puedo deducir que estamos en un local grande y no en su casa como yo esperaba. Las ganas de quitarme la venda llegan a mí, siento la necesidad de saber donde estoy. Han pasado alrededor de diez minutos y Nia no se ha dignado a aparecer.

Al cabo de unos minutos más de espera escucho pasos retumbar el lugar, se aproximan lentamente hacia mí para luego detenerse, deduzco que son mis amigos con la intención de asustarme así que finalmente me quito la venda.

Al rededor de mi se encuentra un aproximado de quince personas. Todas estas llevan puestas túnicas negras y están tapados de pies a cabeza, como si le fuesen a rendir culto a alguien; cada una de ellas posee una vela en su mano y si no fuese por estas el lugar se encontraría en completa oscuridad. Intento retroceder pero me es impedido por dos personas que sujetan fuertemente mis brazos. Poco a poco van llegando mas personas con la misma vestimenta. Finalmente dejo de forzajear y me digno a ver frente a mí, uno a uno apagan sus velas dejando el lugar en completa oscuridad. Empiezan a dar vueltas a mi alrededor y puedo escuchar murmullos de parte de ellos, son tantos y tan bajos que me es imposible diferenciar sus voces o si quiera entender qué es lo que dicen.

Finalmente se detienen y un silencio incómodo se forma, apoderándose de mi el miedo. ― ¡Feliz Cumpleaños! ― Gritan todos cuando las luces se han encendido.

Proceden a quitarse las capuchas, mi vista aun no se adapta al cambio de luz pero igual manera puedo distinguir a mis padres entre las personas que sostenían las velas. Las personas que sostenían mis brazos son Nia y Jaden, ambos se encuentran riéndose por mi expresión de sorpresa.

― Malditos... ― Digo con falsa amargura lo cual provoca que sus risas se vuelvan más fuertes.

Recorro el lugar con la mirada el cual reconozco como el local en el que se llevó a cabo el concierto.

― ¿Cómo le hicieron para poder conseguir una reservación aquí? ― Les pregunto asombrada a mis padres al acercarme a ellos.

― Contactos. ― Contesta mi padre guiñando un ojo. ― Además solo lo reservamos por una hora.

― Sí, si te llevábamos directo a la casa te habrías dado cuenta como en los años anteriores. ― Complementa mi madre.

― ¿Y era tan necesario vestirse de tal manera?, tremendo susto me sacaron. ― Al decir esto ambos ríen.

― Esto fue por todas las veces que nos has asustado, te lo tenías merecido. ― Contesta mi padre con una sonrisa burlona.

― Ya se está haciendo hora de irnos. ― Comunica la madre de Jaden al llegar a nuestro lado.

Salimos del lugar y nos dirigimos a mi casa, no estamos tan lejos así que no existe la necesidad de tomar el autobús. Hay muchas miradas sobre nosotros a lo largo del camino, debe ser desconcertante y aterrador ver a un grupo personas con túnicas avanzar al rededor de una chica como si fuese lo más casual posible.

Porque sí, se volvieron a poner las túnicas. Y lo peor es que no quisieron darme una.

Y peor aún, el día de hoy me he vestido de colores pasteles, han de pensar que soy algún tipo de sacrificio para hacer que vuelva la lluvia o algo por el estilo.

Al llegar a mi casa quien nos abre la puerta es Gladys, la madre de Nia. Ella sostiene a Dánae en sus brazos quien lleva puesto un gorrito de cumpleaños, al verme se lanza a mis pronunciando mi nombre, está en la etapa en la que comienzan a hablar y al parecer mi nombre es su palabra favorita, sin dejar de lado que esa fue su primer palabra.

La tomo en mis brazos y dejo muchos besos por todo su rostro, lo que causa que ría cada vez más. Finalmente la dejo nuevamente en los brazos de su abuela.

― Ya se estaban tardando. ― Dice Gladys algo preocupada. ― Pensé que algo les había pasado, con los últimos sucesos de esta ciudad ya no sabes cuando estar tranquilo y cuando no.

― Pero estamos bien. ― Contesto, ella me abraza fuertemente y me desea un feliz cumpleaños.

Me quito de la entrada permitiendo el paso de los demás, me encamino a la sala y al llegar a esta noto que está decorada con la temática de distintas mitologías. A pesar de no creer en algo en concreto soy muy fanática de distintas mitologías y criaturas, casi tanto como mi amor hacia la astronomía. El techo está decorado con estrellas fosforescentes de muchos colores, colgando de las paredes hay distintas fotos y dibujos de criaturas y seres míticos, sin dejar de lado las miles de fotos mías junto a mis seres queridos.

El resto de la tarde nos la pasamos comiendo y haciendo memoria de las anécdotas que han pasado a lo largo de mi vida. Mi padre se tuvo que ir hace unos minutos por una emergencia de trabajo, no sin antes felicitarme de la mejor manera posible. No me pongo triste ni nada por el estilo ya que por su trabajo es algo que pasa con mucha frecuencia.
Llega el momento en el que te cantan el feliz cumpleaños y no sabes que cara poner o qué hacer, así que me resigno a aplaudir yo también.



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En el texto hay: demonios, guerras, angeles caidos

Editado: 23.11.2021

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