Sangre Mestiza

Capítulo Diez; Las Tierras de Eirinoa.

Luego de unas horas de reposo y sin saber cómo actual ante mi situación, me decido finalmente por salir de la habitación e ir al taller del herrero en busca de mi madre, al ingresar a este caigo en cuenta de que está completamente solo, ni siquiera el albino se encuentra en dicho lugar. La puerta está abierta pero no me atrevo a pasar por ella, me da miedo saber lo que me podría encontrar más allá de estas paredes y el ruido proveniente de afuera me causa temor. Estoy a punto de regresar a la habitación cuando una voz hace me hace sobresaltar y detenerme.

— Oh, Luxury. — Me habla la rubia parada sobre el umbral de la puerta. — Veo que ya estás mejor, ¿Quieres algo de comer? — La sigo con la mirada mientras ella camina hasta la mesa del centro y toma una llaves, al ver que no pienso contestarle vuelve a hablar. — ¿Recuerdas quién soy? — Niego lentamente. — Soy la descendiente directa de Agniel, puedes llamarme Rebeca.

— ¿Dónde está mi madre? — Al momento que las palabras salen de mi boca me arrepiento totalmente, la manera en la que le pregunté fue demasiado tosca. — Lo siento yo... — Soy interrumpida por el gruñido de mi estómago.

— No pasa nada, entiendo que aún no comprendes mucho sobre nosotros y ni siquiera sabes lo que somos. Aún no puedo creer que tu madre no te haya hablado sobre tus orígenes — Se acerca a mi y por inercia retrocedo un poco. — No me tengas miedo, yo nunca te haría daño. 

Me lleva hasta la mesa y me hacerme frente a ella, nuestras manos quedan sobra la mera y ella posa una de sus manos sobre las mías, me asustó cuando esta empieza a brillar pero aún así no retiro mi mano, segundos después el brilló se ha transformado en una hermosa y apetitosa manzana.

— Puedes comerla. — Al verme dudar vuelve remota su palabra en un tono burlesco. — Vamos, no te pasará lo mismo que ha ''Eva''. — Se ríe de su propia broma mientras crea otra manzana para ella.

— Gracias... — Decido tomarla, más no llevarla a mi boca. 

— Christine salió a caminar un rato, aunque no lo creas a ella también está asustada. — 

— ¿Crees que algún día Azazel se libere de sus cadenas? — Le pregunto atemorizada. — Parecía que en cualquier momento bajaría de ese trono. — Al escucharme se atraganta con un trozo de manzana.

— No me digas que tu madre te hizo verlo. — Me mira incrédula. — Azazel no es nuestro enemigo actual, él ya no tiene dominio alguno sobre este mundo. De quienes debemos protegernos es de sus seguidores y los desertores de Eirinoa.  

— ¿Eirinoa...? — Pregunto y nuevamente me mira incrédula.

— ¡Por Hades! — Rebeca se levanta de su asiento y empieza a dar vueltas por el taller. — Christine realmente quería olvidar todo lo relacionado con nosotros... ¿Hablas en serio cuando me dices que nunca has escuchado sobre Eirinoa? — Niego lentamente. 

Ni siquiera me dio tiempo de pensar cuando Rebeca tomó mi mano y me obligó a levantarme, me asusto por milésima vez en el día cuando con rapidez nos dirigimos a la puerta y salimos por la misma. Todo sentimiento de temor y angustia abandonó mi cuerpo desde el momento en el que mis ojos pudieron apreciar todo lo que había delante de mí, a donde sea que mirara me encontraba con algo digno de admirar, el precioso paisaje era algo que nunca antes había visto o tan siquiera habría imaginado. Una belleza etérea que me producía tanta calma y tranquilidad. Por primera vez en mi estadía aquí pude saber que nos encontrábamos en lo alto una montaña y que la casa era más grande de lo que yo había imaginado, otras casas se ubicaban en la falda de la montaña y alrededor de ellas habían arboles y flores que nunca en mi vida había conocido, más allá de la montaña pude divisar lo que parecía ser una ciudad o un pueblo, todo estaba lleno de los colores de la naturaleza y criaturas que al criterio de los humanos; son salvajes, los sonidos de los animales y la brisa del viento se entrometía en mis oídos como si se tratase de la canción más hermosa jamás antes escuchada, pero un sonido sobresalía notoriamente ante todos esos, me di la vuelta lentamente y me topé con algo maravilloso al ver detrás de la casa; La montaña parecía flotar delante de una hermosa catarata, el agua de esta se separaba en la cima de la montaña para rodear los lados de la falda y juntarse en el valle.

En ese momento caí en cuenta de que estaba llorando.

— Es hermoso, ¿No? — Preguntó Rebeca mientras secaba mis lagrimas con el dorso de su mano. — Es de los pocos lugares que pudimos proteger de las manos de los humanos.

— ¿Así era el mundo antes de la llegada de los humanos? — 

— Me creas o no, puedo asegurarte que existían lugares más hermosos que este, aunque yo nací tiempo después de la llegada de los humanos. — Levanta la mano y con esta divide una pequeña colina en dos, la miro con asombro e incredulidad pero ella continua de lo más normal. — Por las historias de mis antecesores puedo saber que los creadores de nuestra raza; el Ángel y el Demonio conocieron este mundo como una simple desintegración plana y deforme de rocas, pero que con su determinación y deseo de habitar en un mundo agradable para ambos empezaron a buscar la manera para darle forma y color al lugar donde vivirían por la eternidad, dando como resultado la tierra antes de la llegada del ser humano. — Termina con lo que estaba haciendo dando la hermosa replica de un paisaje miniatura. — Este es uno que mi abuela solía dibujarme seguido. Agniel fue el grigori que reveló los principios de la agronomía y el uso de las raíces, pero también reveló muchas cosas más en relación con la tierra, de esta forma sus descendientes aprendimos a utilizar la naturaleza del suelo a nuestro favor. — Dicho esto, deshizo la replica y devolvió la colina a su estado principal. — También de esta forma pudimos restaurar muchos lugares destruidos por los humanos.



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En el texto hay: demonios, guerras, angeles caidos

Editado: 23.11.2021

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