Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

21. CLUBES ESCOLARES

Luke no la soltó hasta llegar al parqueadero de la escuela alegando tener mayor seguridad, ignorando las múltiples quejas, amenazas y reproches de Naomi.

—Gracias por ayudarme, Grace —se quejó con sarcasmo—, me encanta tu compañerismo.

—Es que se veían tan bonitos —contestó burlona.

—¿Cierto que sí? —intervino Luke coqueto abrazándola por la cintura.

—Cierto que no, ahora suéltame, baboso —replicó Naomi, para luego dirigirse a una muy divertida Grace—, y tú no lo apoyes. ¿Quieres?

Las burlas continuaron hasta salir de las instalaciones, donde un carro particular recogió a Grace para llevarla a casa. Se despidieron con una grata sonrisa, y se marcharon en sus bicicletas charlando entre risas y bromas. Naomi llegó a casa sudorosa y acalorada, a mediodía el sol estaba en su máximo esplendor.

Se dirigió a su habitación, por el momento solo quería reposarse del bochorno que sentía para poder darse una ducha y almorzar. Tenía planeado descansar durante el resto del día, sus horas de vagancia estaban por terminar al iniciar las clases. Entre tareas, proyectos e investigación personal se le iba mucho tiempo, así que esperaba poder distribuirlo de la mejor forma para poder continuar con su trabajo artístico. Sus dibujos era algo que no iba a dejar a un lado, ni si llegaba el fin del mundo.

Cocinó y almorzó con tranquilidad viendo una de sus películas favoritas, historias cruzadas. La trama le parecía demasiado interesante, pero lo que más le gustaba era la escena de la tarta hecha de heces. La mataba de risa. Terminada la comida, se dedicó a limpiar los trastes para que su madre no encontrara nada sucio al llegar y se encerró en su habitación. A la hora de la cena, sus padres llegaron cansados y hambrientos.

—Huele bien —exclamó Nilsa, sentándose en el comedor. La hora de la cena había llegado.

—¿Qué tal la escuela? —preguntó Félix curioso— ¿Algo interesante que contar?

—Normal —contestó con naturalidad— ¿Debió haber pasado algo interesante?

—Nada, lo normal —repitió Félix remedando su tono de voz.

—¿Algún amigo nuevo, o solo seguirás con Luke? —indagó su madre.

—¿Y quién dijo que estoy con Luke?

—Se fueron juntos —contestó su padre aparentando estar distraído con una revista.

—Vamos a la misma escuela, solo tomamos la misma ruta —explicó entre risas nerviosas—, eso es todo, no presionen.

Ambos levantaron la mirada sorprendidos, centrando la mirada en su hija, quien extrañada por su actitud decidió ignorar y seguir comiendo.

—¿Eso qué quiere decir? —preguntó Félix.

—¿Escucharás por fin mis consejos? —continuó Nilsa emocionada.

—No he dicho nada y no insistan —respondió con una sonrisa socarrona.

Escuchó y se burló de las quejas de sus padres por dejarlos a medio chisme, con la expectativa y la emoción de haber entendido algún mensaje subliminal en las palabras de Naomi.

Nothing on you la despertó sobresaltándola, por primera vez en mucho tiempo había quedado profundamente dormida temprano. Efecto número uno del regreso a clases. Se duchó y alistó para ir a la escuela, esta vez dejando su cabellera negra y ondulada ondear con la brisa fresca de la madrugada. Desayunó algo más ligero que el día anterior, cereal con yogurt y una manzana. Aún era temprano por lo que decidió irse caminando hasta la escuela, acompañando sus pasos con la melodiosa voz de su cantante favorito, Bruno Mars.

Cantaba emocionada con la melodía de las canciones, atreviéndose a dar algunos pasos de baile improvisado sin importar que la estuviesen viendo algunas pocas personas. Tan distraída estaba que no sintió aquellas pisadas seguirla muy de cerca, hasta que, sin previo aviso, la toma por la cintura para cargarla en señal de saludo.

—¿Cómo amaneció mi amorcito bello? —saludó jocosamente Luke.

—En otro parte porque no soy yo —contestó tratando de zafarse de su agarre— ¿No puedes saludar como una persona normal? Casi me matas de un susto, animal.

—Las personas normales saludan de beso —susurró a su oído sin apartar sus brazos de su cintura.

Con un fuerte pero no tan doloroso codazo, Naomi logra desprenderse de Luke, quien entre quejas y lloriqueos reclamaba por su integridad física y el oxígeno perdido con aquel golpe.

—Las personas normales no acosan a sus vecinas —dijo entre risas—, y ni siquiera te di tan duro, no seas delicada.

—Soy una persona sensible —replicó con dramatismo—, así que debes tener más cuidado con mi lindo cuerpecito.

—Cuando seas lindo me avisas y tal vez lo considere —comentó y siguió su andar como si nada.

Al llegar a la escuela, Luke procedió a tomarla de la mano argumentando que solo lo hacía para evitar ser secuestrado como el día anterior, método que funcionó por muy raro que parezca. Entraron de la misma manera al salón de clases, avivando cuchicheos y miradas de triste decepción en algunas chicas. Solo una persona entendió la razón de ser de aquel gesto, Grace se reía por lo bajo con solo verlos pasar.

Las clases empezaron con la peor de todas, Ciencias políticas. Para Naomi, era una tortura tener que escuchar por dos horas seguidas los problemas financieros y políticos del país a lo largo de la historia, y no se diga de la comparación a nivel global. Se le hacía tedioso. A la tercera hora de clases se animó un poco más, por cuestiones de reunión de tutores urgentes tenían ese espacio libre, aviso que todos tomaron como un receso adelantado. Sillas y pupitres se dispersaron como si hubiese pasado un tornado en el salón, los famosos grupitos se formaron en un abrir y cerrar de ojos, quedando solo Grace apartada del resto.




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