Sangre Mestiza i: el inicio de la travesía || L1

26. ¿QUIÉN ES KALED?

—¡Naomi!

Luke la llamaba con insistencia zarandeándola por los hombros, estaba arrodillado frente a ella mirándola con expresión de suma preocupación. Su respiración estaba demasiado agitada, como si de verdad hubiese estado corriendo. Un sudor frio recorría su frente y espalda, y el miedo la carcomía por dentro.

—¡Ya desperté! —vociferó sin aliento, mirando en todas las direcciones— Estoy… ¿Estoy despierta?

—Tranquila, cálmate —Luke acariciaba sus mejillas—, solo fue una pesadilla.

Respiró profundo y cerró los ojos para tranquilizarse, estando en la escuela no podía dejarse llevar por los terrores que la atormentaban y debilitaban sus barreras. Debía controlar mejor sus visiones, en particular esas que llegaban sin premeditar causando más problemas.

—Solo fue una pesadilla —susurró con voz temblorosa—, solo eso.

—¿Estás bien? —preguntó Luke aún preocupado.

—Sí, estoy bien —contestó con una fingida sonrisa.

El salón estaba vacío, todos habían salido al parecer a la hora del receso, allí solo estaban ellos dos y Grace esperando en la entrada con Bruno, quienes miraban curiosos y confusos aquel extraño suceso. Naomi se había quedado profundamente dormida toda la hora de clase, ni siquiera había reaccionado ante el sonar del timbre.

—¿Segura? Todavía te ves un poco asustada —su mirada era intensa y protectora.

—No es nada, ya se me pasará —contestó con un suspiro.

—¿Quién es Kaled? —vio ese mismo brillo intenso en sus ojos, igual que en Jeimmy cuando se lo preguntó.

—No lo sé… —contestó titubeante— tal vez un nombre que escuché por ahí.

—¿Todo bien allá dentro? —preguntó Grace curiosa y preocupada.

—Sí, todo bien —contestó Naomi apresurada.

Tomó un blog tamaño oficio de su maletín, una pequeña cartuchera y salieron del salón rumbo al jardín donde pasarían el recreo charlando y comiendo, sin embargo, Naomi prefería hacer algo diferente ese día. Necesitaba estar un rato a solas, en algún lugar donde pudiera dibujar libre y con tranquilidad lo que vio en aquellas visiones. Si todo eso tenía que ver con ella, quería entender bien la situación. Si algo ha de pasar más adelante no quería que la cogiera desprevenida, debía prepararse.

—Oigan, ahora vengo —anunció Naomi—, ya los alcanzo, ustedes sigan.

—Te acompaño —dijo Luke.

—No es necesario —se apresuró a decir—, no me voy a demorar.

—Pero…

—No te preocupes —le susurró con una sonrisa—, solo necesito estar sola un rato, ¿Sí?

—Está bien —suspiró.

Agradecida, le dio un beso en la mejilla dejándolo sonrojado. Se alejó del grupo buscando un lugar tranquilo y silencioso donde poder sentarse a dibujar, llegando a los salones de los clubes. Se sentó en un pequeño muro que rodeaba los salones, pegando su espalda a la pared de la esquina del más alejado de ellos. Esperó un rato, notando que de vez en cuando pasaba una que otra persona charlando en voz baja. No era incomodo ni muy bullicioso, era justo lo que necesitaba. Del bolsillo de su buzo, sacó un pequeño estuche con lápices de dibujo que usaba en momentos así. Más adelante, en la comodidad y discreción de su habitación lo plasmaría con mayor detalle y precisión. Por ahora necesitaba hacerlo rápido evitando olvidar algo.

Empezó con la primera habitación detallando los estantes y objetos que en ellos había, en especial las camillas y las sustancias extrañas dentro de aquellas bolsas. Recordó de forma fugaz el haber visto algunas notas escritas a mano pegadas en algunas botellas, un dialecto que no conocía y símbolos que le parecían extrañas y familiares. Siguió con la otra habitación, esa le causaba mayor perturbación que la anterior. Dibujar todo lo que observó allí le hizo tener náuseas y arcadas, pero se contuvo tratando de respirar profundo. Los cadáveres, la suciedad y pudrición del lugar la mantuvo fuera de sí por un momento, obligándose a reaccionar pensando en algo diferente.

Cerró los ojos y respiró profundo. Volvió a sentir sus caricias en sus mejillas, su suave voz susurrándole cerca de su rostro, su dulce sonrisa y el brillo de sus ojos cafés. Se permitió distraerse un rato con aquellos recuerdos, haciendo que ese placentero cosquilleo en su estómago reapareciera, y en sus labios una amplia sonrisa bobalicona surgió sin poder evitarlo.

—No pienses estupideces —se riñó en voz baja.

Mirando los alrededores se dio cuenta que ya estaba sola, nadie caminaba ni hablaba cerca de allí para su buena suerte.

—No es el momento, ni la situación para pensar en eso —susurró Naomi con resignación—, y dudo que pueda llegar.

Cambió de hoja para continuar con su labor, quería dibujar lo que vio en la última visión, las personas que acompañaban a Kaled y la mujer en la camilla. Recordó su extraña conversación, lo llamaron señor Igmar.

—¿Kaled Igmar? —se preguntó— ¿Será su nombre completo?

Lo anotó en una esquina de aquel dibujo, detalló la vestimenta y lo poco que alcanzó a ver del rostro de aquellas personas, por último, resaltó con colores los ojos verde-azules de Kaled. Su inquietante mirada al notar su presencia en la habitación la había dejado paralizada, solo el miedo de ser encontrada hizo que reaccionara y huyera de allí.




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