Sangre Poderosa

Capitulo 4. El vigilante

Los hombres se creen que las líderes mujeres son inservibles, pero yo vengo a demostrar que no. Mientras ellos arruinan todo, yo subiré escalón por escalón hasta llegar a la cima sin siquiera mancharme las manos. La mafia es un juego sucio del cual tienes que saber cómo moverte porque si no, no duraras ni media hora en el.

Como el ajedrez.

A veces la gente es medio estúpida, se creen vivos y no saben con quién carajos se están metiendo. Ayer le toco al pobre y tonto Bogue, un tipo con el que mi madre tenía acordada una reunión, pensó que iba a poder salirse con la suya, pero se encontró con una sorpresa: mi persona. Tuvo la cara de no asistir, no somos de las que esperan, así que una llamada cargada de muchas amenazas le hizo temblar la voz, se le quedará grabada de por vida mi tono, tendrá estúpidas pasillas.

Ese era el punto, yo estoy aquí para implantar miedo y ganarme respeto.

La nueva reunión acordada es hoy a la noche en un bar lujoso, su uso era para eso, reuniones de mafias y no levantar sospechas. Tiene que entregarnos cuatro bolsos de dinero, nosotras les habíamos conseguido información y estaba tardando con la paga. Le dije a mi madre que me encargaría yo sola, al principio se negó, pero luego acepto con un poco de enojo.

 

Hoy no podría fallar en nada.

Camino elegantemente con mis zapatos color perla por la sala, Veronice tiene preparado mi abrigo. Era una noche de nieve y solo traigo un vestido de seda que me llega hasta arriba de la rodilla, sus tiras son finas, pero dejaban notarse ya que aún el bronceado no se había ido por completo. El frio me golpea el rostro, eriza toda mi piel y como no llevo sostén mis pezones hacen presencia notándose.

Ups...

Las calles están habitadas de gente, es de esperar un sábado por la noche, los restaurantes tienen personas y, los clubes colas y colas de gentío, a pesar del frio las chicas no llevan ni un abrigo para poder lucirse. Yo creo que una persona se luce con su personalidad, la vestimenta es lo de menos.

El cartel neón verdoso brilla de una manera llamativa, Matt estaciona en la acera de enfrente del bar "Luciérnaga". No sé a qué se debe el nombre del lugar, había escuchado sobre el un montón de veces y solo se permitía la entrada a personas de la alta clase, todo para cuidar nuestras identidades mafiosas. Él trajeado en la puerta me deja pasar cuando le digo mi apellido. Primero hay un lobby, el lugar se encuentra detrás de la cortina violeta oscura, la cruzo y mis hombres se dispersan por el lugar tomando posiciones. Yo me dirijo directo a la barra a pedir un trago, en el escenario hay una hermosa mujer cantando algún jazz clásico, su voz es una melodía hipnotizaste. Todos están en sus mundos de reuniones, un joven se me acerca para avisarme que me esperaban en la mesa seis y lo sigo, frente a mis ojos tengo al tonto de Bogue. El muchacho se acerca para sacarme el abrigo que me cubre por completo, la atención cae por completo en mi cuerpo, Bogue tiene extrañez y coquetería en sus ojos.

—Estoy esperando a Helena Di Greco— dice con voz grave mientras tomo asiento, no despega la vista de mi busto.

—Yo soy una Di Greco— la extrañeza vuelve a inundarlo— Para ser más exactos, soy su hija— la sorpresa lo invade, me mira entre aterrorizado y sombrío, seguramente Ángelo se había encargado de contar que la hija de Antoni y Helena estaba más viva que nunca.

Los rumores se esparcen rápido.

—Imposib...—no le dejo terminar, quiero hacer esto rápido.

—No vinos a hacer sociales, entrégame el dinero que nos debes— les hace unas señas a sus hombres y depositan cuatro bolsos, enciendo mi cigarro que es una señal para mis hombres y pronto se acercan a revisar todo.

Me siento vigilada, miro a todos lados exhalando el humo, pero no me encuentro con nadie mirándome.

—Solo un bolso tiene dinero— dice Matt, observo al tipo frente a mí que tiene una sonrisa.

Estúpido, estúpido...

Me paro de golpe, dos personas me toman de los brazos e intento zafarme tirándolos para atrás. Golpeo sus cabezas con la mía y logro que me suelten, me deshago de ellos disparándoles. En menos de un segundo el lugar se convierte en un campo de batalla, corro a Bogue lanzándome encima de él para que no escape tan fácil. Forcejeamos un rato.

—Las perras como tu madre se piensan que son buenas líderes y todo lo que consiguió fue por el estúpido de tu padre muerto— me rio en su cara—No sabes cuánto disfrute la noticia de su muerte.

Alguien lo saca de encima mío, el muy degenerado me estaba intentando tocar. Observo a la persona que me ayudo, frunzo el ceño cuando veo quien es.

—¿Tu? —dice golpeando a Bogue.

Oh no, claro que no. Yo lo matare.

Lo miro muy mal cuando le dispara primero.

—Iba a matarte— señala el cuerpo que escupe sangre.

—Era mío— se ríe en mi cara, lo estampo contra la pared haciendo que suelte un quejido— ¿Qué haces aquí? —pregunto enojada, era el tipo con el que había pelado.

—No linda ¿Tu qué haces aquí? No tienes cara de niña que dispara un arma.

—Lo mismo dijiste cuando peleamos y casi te mato a golpes, amor— se zafa de mi agarre y me observa con fuego en su mirada, su punto débil.

Jamás hieras el ego de un macho o mejor si, es gracioso verlos enojados cuando lastimas su hombría.

—Solo eres una estúpida niña con suerte, no sé quién eres y que tratas de hacer, estoy aquí porque la señora Di Greco me lo ordeno— me rio en su cara, me doy la vuelta en busca de Matt y pido mi abrigo.

Helena y yo tendremos una buena charla, acababa de mover una pieza sucia, muy sucia y eso no se hace.

El lugar quedo hecho un caos, mesas rotas, cuerpo muertos y sangre en las paredes. Esta vez conduzco yo a la casa, lo hago con una velocidad que casi choco tres veces, cuando llego me bajo con una furia de locos. Grito el nombre de mi madre por toda la sala, ella aparece asustada y preguntándome si me volvieron a herir, ni siquiera la dejo seguir que la tomo del brazo y la arrastro a su oficina. La suelto, por la falta de equilibrio cae al suelo y me mira mal.




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