Doy vueltas en mi silla, me habían dado una oficina de tamaño mediano, la cual no veía necesaria, pero Helena insistió. Matt entra tocando la puerta previamente, menuda estupidez, se supone que es como su lugar y puede entrar cuando se le dé la gana. Le aviso de eso. La confianza iba creciendo, a veces charlábamos sobre cosas de la vida y que nos gustaba, parecía un tipo interesante. Tira un archivo azul a mi escritorio, antes de tomarlo prendo un cigarro y leo con suma dedicación.
Michael Adriano De Agostini Price, 26 años. Hijo de Adriano y Bianca De Agostini. Tiene tres hermanos: el mayor Dante, el siendo el segundo, Enzo (quien no pertenece al mundo ilegal) y la menor Alice. Su padre se retiró por lo que el heredero es Dante o eso quiero imaginarme. Usualmente él primogénito era quien heredaba el mandato de la mafia, en todo caso de que no viva, se pasa a segunda línea y así. También próximamente iba a firmar un acuerdo con mi mafia. Socios...El estúpido machista seria mi socio ¡GENIAL! ¿Notaron el sarcasmo? Sigo leyendo el expediente, habla de sus familiares, círculos sociales, con quienes esta asociados, bla bla bla. Ya veo porque estaba en Luciérnaga, seguramente mi madre le encargo vigilancia como prueba de serviría para nosotras.
Si, ya hablábamos en plural.
Le agradezco a Matt por traerme la información, se queda parado allí con su pose de niño bueno. Separo las piernas en una forma de llamar su atención, habían pasado unos días desde ese pequeño encuentro medio sexual y aún seguía a punto de explotar. Me bloqueaba, a pesar de que me masturbe, eso no saciaba mis ganas de sexo.
Se relame los labios cuando me mira, le guiño un ojo. Además de la frustración sexual, me encargue de comprar preservativos por si acaso, siempre se debía estar bien armada. Se acerca desanudando su corbata y sacándose el saco, madre mía...Me levanto, lo dejo sentarse en la silla y me tira encima de él, la falda se me sube un poco cuando estoy a ahorcajadas. Lo beso, me froto, me levanta aún más la falda y desabotona mi camisa. Abro el cajón donde esta guardada la protección, me regala una sonrisa ladina. Entre besos le desabrocho el pantalón y le coloco el preservativo, mmm está a punto de penetrarme cuando la puerta se abre de golpe.
—Señorita... oh dios! Lo siento lo siento tanto—Veronice cierra la puerta de golpe, pero no se va.
—Existe algo llamado tocar la puerta, Veronice—le digo medio enojada— ¿Qué sucede? —pregunto tirando la cabeza para atrás.
—Su madre la necesita urgentemente, está en su oficina— bufo, el mundo no quiere que tenga sexo, me está condenando— Si quiere le digo que está ocupada, aunque sonaba insistente.
—En un minuto voy, gracias por avisarme— la dejo irse, pobre, vio mi trasero en primera plana.
Le doy un beso corto a Matt, se saca el preservativo y lo tira en el cesto. Me acomodo lo mejor posible, él me imita, estamos un poco rojos por el calor del momento. Si me precisa a mí, seguramente a Matt también, así que me sigue. Entramos en la oficina, mi madre esta como loca, se detiene en seco a vernos y lo hace de pie a cabeza con los ojos achinados, como si sospechara lo que estábamos haciendo antes de venir aquí.
—¡Uno de los socios no quieren firmar! —dice enojada, espero que no sean quien creo— Es muy importante tenerlos de nuestro lado, son muy influyentes en gran parte de una ciudad y en Estados Unidos.
Ya sé de quién habla.
—Acorde una reunión, necesito que vayas y lo arregles por mí, haz lo que sea necesario, pero convéncelo— me señala, quiero negarme, ni siquiera me deja terminar— Debo volar a Nápoles en dos horas, los Facchini se volvieron locos y debo volarle los sesos— se le notaba estresada cada que decía algo— Sera bajo tus reglas, llévate a quien quieras. Confió en ti y en que podrás convencerlos, pronto mi lugar será tuyo y necesitaras de las mejores alianzas, que te conozcan es lo mejor— acepto, no me queda otra. Ella estaba depositando su confianza absoluta, no me estaba tratando como una niña.
Le pide a Matt que llame a Marcus y me ordena que me quede un segundo más. Se sirve el tercer vaso de whisky.
—No es bueno ir a matar gente ebria, puede fallar— se ríe, me observa con esa mirada...esa mirada de madre que dice "Se lo que hiciste".
—¿Te acuestas con Matt? —me atraganto con mi propia saliva, eso sí que vino de golpe. Niego—No soy tonta, veo cómo te mira y como lo miras tu a él.
—No hay nada entre nosotros— intento explicar, pero no me deja.
—Solo ten cuidado, es perfecto como futura mano derecho, pero si llegas a romper su corazón y se va, perderás a un buen soldado— creo que los dos sabíamos bien que solo sería sexo o eso creo, los dos estamos mayores para controlar la situación. Le digo que se quede tranquila y me voy a preparar para mi peor pesadilla— Cuídate, sé que lo harás. Confió en ti, si no, no te mandaría. —me acerco para darle un beso en la mejilla y un abrazo.
Segunda muestra de afecto desde que estoy aquí, debía dejar de comportarme como piedra.
Matt entra a la habitación cuando estoy en ropa interior, intenta irse, pero le digo que se quede. Me cuenta cómo será la reunión, evita mirarme mucho y eso me da risa. Me observo en el espejo, debo admitir que mi sentido de la moda era grandioso y hermoso.
Soy escoltada por cuatro hombres hasta una camioneta, Matt conducirá mi auto. La reunión será en un restaurante privado, cada plato allí sale un sueldo mínimo, aborrezco comer en lugares así, no me interesaba mucho el lujo. El recepcionista me dirige a un área apartada donde un hombre guapo y él me esperan, cuando me ve, se sorprende y separa de golpe.
—¡¿TU?! —se peina el pelo para atrás— ¿Qué haces aquí?
—Helena me mando, está ocupada así que madura y hagamos negocios— dejo de lado las niñerías, tenía que convencerlo.
—Si Michael ¿Ya conoces a la chica? Yo no, me presento soy Dante De Agostini—separa de su lugar para ofrecerme la mano educadamente, esta clase de hombres eran los que te conquistaban con su educación.
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Editado: 22.09.2020