Sangre sucia.

9

              Los días pasaron, luego semanas y después meses. El dolor era más llevadero para Renacer y para su hermana, incluso para la familia de los antiguos sirvientes de la casa. El hogar de los Williams se aseó lo necesario y las hermanas continuaron habitando en ese lugar.

              Renacer siguió caminando a través del bosque con un morral a cuestas, pensando en Erick y su actitud en el cementerio, mordió su labio inferior al recordar la imagen de éste, pero luego ese pensamiento se difuminó de su cerebro al recordar en el peligro en el que estaba, entonces se sintió más tranquila al tocar la parte trasera del cinturón de su pantalón y sentir el arma de fuego que cargaba consigo. Su cuerpo se erizó por el frío del lugar, entonces intentó pensar en otra cosa. Había cancelado su participación en el baile universitario debido a la muerte de sus padres; sus compañeros le dieron un sentido pésame y así decidió publicar en sus redes una disculpa por faltar en aquel evento. Dos de sus admiradores hacían llegar a través de mensajes y comentarios invitaciones a eventos, pero en ese momento no estaba de ánimos para andar de citas con algún hombre de cerebro vacío, en realidad nunca lo estaba, era bastante selectiva desde algunos años hasta ahora, puesto que anteriormente no le fue bien en los intentos de compaginar amorosamente con alguien, de modo que a menudo respondía amablemente con un “no”.

              Llegó al fin, después de algunos tropiezos con las raíces sobresalientes de los árboles de allí, pero sin romperse algún tobillo o tener algún accidental rasguño. Inhaló el aire con olor a agua salada y cerró los ojos de pie en aquel plano de piedra sobre el que estaba parada, escuchando las olas del mar chocar con violencia contra la roca gigante que muchos habían tomado en la antigüedad como base para saltar en un delicioso clavado. Esto iba a ser arriesgado, pero no era mal nadadora, hace algunas horas estuvo intentando convencer a su hermana para que la acompañara, pero aquella tenía compromisos con algunos pacientes debido a que está a punto de graduarse y debe ser la mejor en las pasantías. De modo que ahora estaba sola en las entrañas de aquel lugar verdoso. Se quitó el abrigo y el suéter que cargaba, quedando únicamente en franela y pantalón. También se despojó de sus botines y las medias. Y posterior a eso hizo algunos estiramientos antes de decidir saltar.

—Hey —habló una suave voz inalterable a su espalda, haciendo que ésta diera un respingo por el susto—. Vas a perder el arma si no la aseguras en otro lugar antes de saltar.

              Renacer lo miró fijamente, intentando calmar la impresión que disimuló torpemente.

—¿Qué haces aquí? —preguntó casual.

—Vigilo —respondió él sin reflejar algún gesto facial.

—No me voy a desnudar —sacudió ésta la cabeza ligeramente, asegurando lo antes dicho.

—Tampoco quiero que lo hagas —respondió Erick con naturalidad.

—¿Por qué me sigues, Erick? —quiso saber. Hubo una intensa pausa antes que él decidiera responder a esa pregunta.

—Porque me llamas la atención —musitó sin aparentar culpa o vergüenza por aquello.

              Renacer tosió un poco, ahogada con su propia saliva. Carraspeó y luego intentó responder entre titubeos mientras su cerebro intentaba procesar todo.

—¿Te… llamo la.. atención?

              Erick asintió, acercándose a ella y al borde del precipicio. Miró hacia lo bajo, las olas chocaban con violencia contra la roca sobre la que estaban de pie. Renacer lo miraba sin poder creer aquello. Miró a su alrededor pero estaban solos allí, completamente solos.

—No deberías cargar un ama contigo si no sabrás cuidar de ella —le dijo, sacándola de sus impuros pensamientos—. Podrías lastimarte, lastimar a alguien, incluso perderla.

—¿Desde cuando llamo tu atención? —interrogó ella sin hacer caso del comentario anterior. Erick se volvió sobre sus pies, quedando de frente hacia ella.

—Desde que vi que no tenías miedo de quedarte sola en este bosque hasta tarde —respondió él con sinceridad—. Eres bastante… peculiar. Sabes que estás exponiéndote al peligro inminente y sin embargo continúas terca ¿qué es lo que quieres conseguir con todo esto?

              En ese momento ella supo que esa pregunta no tenía respuesta. Era un tema aún vacío que se escondía en algún rincón de su memoria, o quizá un tema demaciado abarrotado de contenido, suficiente como para hacer que un humano promedio enloqueciera descifrando las respuestas y sus significados.

—Me atraes desde aquella vez que me sentí fastidiado al tener que proteger tu sueño sobre aquellos arbustos en los que te quedaste dormida —habló con tono neutral, mirando hacia el océano después—. Has estado en peligro incluso antes de que te viera por primera vez.

—Este bosque no es un peligro —respondió ella negando con la cabeza—. Es mi territorio, crecí caminando cada sendero de éste lugar.

—Lo mismo se decía de tu hogar —le recordó él sin remordimiento, haciéndola tragar saliva con fuerza por el recuerdo—. Aquella vez estabas siendo vigilada no sólo por mi —Eso llamó la atención de ella—. Ellos, andaban rondando la zona. Desafortunadamente andan enmascarados, no pude identificarlos y tampoco quise dispararle a alguno. Sería un pecado interrumpir tu sueño. Es encantador mientras dura —soltó una risita por primera vez—. Es el único momento en el que no peleas.

              Renacer estaba deleitándose con aquello, aunque no decidía en qué pensar a la vez, si en que llamaba la atención del militar de ojos marrones. En la sonrisa encantadora del mismo ser. En que se encontraba en peligro o pensar seriamente en que aquel hombre tenía al menos una pista importante que evidentemente serviría en la persecución de aquellos desconocidos que obraban en las sombras de una manera tan estratégica que aún no había atrapado al primero.



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En el texto hay: miedo, secuestro, sangre

Editado: 28.04.2020

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