—Lo siento. No sabía que había una reconciliación en progreso. Siento molestar —parloteo mi invitado con una sonrisa descarada desde el marco de mi puerta en donde se encontraba recostado y cruzado de brazos.
—Creía que no te gustaba pasearte por la casa. Veo que me equivocaba.
—En lo absoluto. Simplemente le hago un favor a Drew.
Arqueé una ceja. — ¿Espiándome?
—Vigilándote.
—Para mí es lo mismo, además, puedo cuidarme sola.
—Seguro. — ¡No lo podía creer! En una milésima de segundo, Leo se había acercado peligrosamente a mí, sonriendo. Su mirada posada sobre la mía poniéndome nerviosa.
— ¿Estas... estás drogado? —Tuve que hacer un gran esfuerzo por aclarar mi voz.
—Déjala en paz.
Leo levantó su vista de mí luego de escuchar la orden de Aarón. Ambos estaban dejando muy en claro que no había posibilidad para una amistad futura entre ellos.
—Cierto. Olvidaba que seguías aquí.
—Pues será mejor que no lo olvides. Aunque seas un vampiro...
—Cuando quieras amigo. He estado esperando poner en práctica algunos nuevos trucos que tengo bajo la manga.
—Quisieras. No por nada he vivido todos estos años en Citrina.
— ¡Basta los dos! Leo, compórtate. Y tú —mi regaño hacia Aarón iba con índice incluido— a ti debería darte vergüenza.
Una mirada pasó entre nosotros. Era más que obvio que no le gustaba la idea de que yo estuviera mandando a alguien más aparte de él.
—Lo siento.
— ¿Ves que no era tan difícil?
—Pues yo no lo siento —refunfuñó Leo.
Lo ignoré por completo.
—Ali, debo sacarte de este lugar. Aquí le es demasiado fácil para el Shinda llevarse tu alma.
Negué con la cabeza. — ¿Qué diferencia abría aquí u otro lugar?
—Más de la que puedes imaginarte.
—No me iré.
Me vio detenidamente por un largo momento.
—Si —dijo por fin, en voz baja —. Si lo harás. Este lugar es peligroso, especialmente hoy.
— ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial hoy? Para mí es un día común y corriente como los demás.
—Él tiene razón. ¿Crees que sería tu niñera por puro gusto? —dijo Leo.
La sorpresa abrió excesivamente mis ojos mientras se dirigían hacia él de nuevo. — ¿Qué?
—Drew cobró un favor. Por eso tengo que estar pendiente de ti mientras él vuelve de casa de sus padres.
— ¿Por qué iría Drew a pedirte tal cosa?
—Ya has oído a tú novio. El día de hoy digamos que eres un blanco aún más fácil de atrapar aquí. Este lugar se convierte en sus terrenos y tú eres un forastero. Si no, ¿cómo crees que estás viendo a este aquí? —señaló a Aarón.
—No puedes hablar en serio.
Sonrió. —Muy en serio.
—Eres tan amable. Me disculpo por las molestias, pero ya puedes dar por terminado tu trabajo —dijo Aarón detrás mío.
—No lo creo. Para ello tendría que comprobar a detalle que todo se encuentre en su lugar —la línea que forma su peculiar sonrisa lobuna se extendió, a la vez que sentía mis mejillas arder.
—Ni en tus sueños. —Aseguró Aarón. Su voz denotaba que estaba más que molesto. Estaba furioso.
—Estaría por verse.
Genial. ¿Qué era esto? ¿Una pelea de alfas?
—Jamás pasará —masculló Aarón.
— Dije que ¡BASTA! —El cristal de mi ventana se hizo añicos emparejándose con mi oración unimembre.
Antes de que pudiera reaccionar ante el sonido, un par de brazos me tomaron, girándome en contra de la peligrosa y fina lluvia cristalina que se dirigió hacia nosotros.
Era muy extraño. Esto se me figuraba a un deja vu.
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Editado: 23.02.2019