En el desierto, los hijos de Israel murmuran contra Moisés y Aarón, añorando la comida de Egipto. Dios promete enviarles pan del cielo y carne por la noche. Al atardecer, llegan codornices y por la mañana aparece una sustancia parecida a la escarcha en el suelo, que Moisés les dice que es el pan que Dios les provee. Les instruye que cada uno recoja según sus necesidades, y les prohíbe guardar para el día siguiente. Algunos desobedecen y lo guardan, pero se echa a perder. En el sexto día recogen el doble para el séptimo, que es día de reposo. Esto se convierte en un milagro diario, y lo llaman "maná". Dios ordena a Moisés guardar un poco de maná para las generaciones futuras. Los hijos de Israel comen maná durante cuarenta años hasta llegar a Canaán.