El Señor ordenó a Moisés que instruyera al pueblo de Israel, tanto a nativos como a extranjeros, sobre las consecuencias de ciertos actos desobedientes. Quienes ofrecieran a sus hijos en sacrificio a Moloc serían ejecutados. Del mismo modo, aquellos que practicaran la prostitución espiritual o la adivinación serían eliminados de la comunidad. Se les recordó que debían ser santos y obedecer los decretos del Señor. Se establecieron castigos para quienes deshonraran a sus padres, cometieran adulterio, incesto, homosexualidad, o tuvieran relaciones con animales. También se advirtió contra la desobediencia en la tierra prometida, instando a no seguir las prácticas de las naciones que serían expulsadas. Se les recordó distinguir entre los animales puros e impuros y actuar santamente, ya que el Señor los había separado de las demás naciones. Aquellos que practicaran la adivinación o consultaran a los muertos serían apedreados hasta morir.