Dios le dice a Moisés que si el pueblo de Israel obedece sus mandamientos, recibirán abundantes bendiciones, como cosechas fructíferas, paz y seguridad. Además, tendrán victoria sobre sus enemigos y prosperarán. Sin embargo, si desobedecen, enfrentarán graves consecuencias, incluyendo enfermedades, derrotas ante sus enemigos y escasez de alimentos. Si persisten en la desobediencia, Dios los castigará aún más severamente, llevándolos al exilio y dejando su tierra desolada. Pero, incluso en su castigo, Dios promete no abandonar completamente a su pueblo y recuerda su pacto con sus antepasados.