Savannah

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EL mundo es oscuro y cruel, eso lo entiende perfectamente un cazador de vampiros, siempre luchando en las sombras con seres que en el folklore popular no existen, aferrándose a la luz en un sitio invadido de sombras. Los vampiros trabajan en la oscuridad siempre con ayuda de su mejor aliada, la noche... 


Está guerra que ocurre sólo en las sombras, ha cobrado cientos de víctimas... 
Una noche oscura y fría, normal en Alaska, se encontraba una chica corriendo tan rápido como sus pies se lo permiten, caballera negra, piel de porcelana. Ella no era la presa de la noche, era la cazadora. Era normal que los cazadores viajarán a Alaska a buscar vampiros grandes, peces jugosos y gordos que les traerían prestigio, lamentablemente, la mayoría de éstos eran desmembrados por sus "presas" sus cadáveres siempre encontrados acompañados de alguna frase lúgubre , recordándole que los cazadores que no son tan fuertes como piensan. 


Alaska se convirtió rápidamente en uno de los lugares preferidos de los vampiros para habitar, las temperaturas bajas que se presenta en esa área son perfectas para que ellos habiten; pronto la gente empezó a desaparecer, cadáveres por áreas lejanas de los poblados, las leyendas surgieron pronto. Los cazadores enviaron personal para erradicarlos lo más pronto posible; diez de los mejores cazadores fueron enviados, ninguno regresó, sus cuerpos fueron encontrados pocos días después de que la misión comenzará. Por esa clase de hechos Alaska se considera (para los cazadores) cómo uno de los lugares más peligrosos del mundo. Posterior de la primera misión fallida, fueron más equipos dispuestos a asesinar aquellos seres infernales, desafortunadamente muchos van y muy pocos regresan con vida; ningún cazador volvió a pisar Alaska durante tres años, años en los que los vampiros se extendieron y se hicieron más fuertes; sin embargo, una persona decidió que iría a salvar Alaska, su nombre; Savannah Wells, con un rango B, se aventura en la tundra, sola, armada con una espada de plata y un par de dagas, sus únicos aliados en esta batalla. 


Savannah no era distinta al resto de los cazadores que ya habían pisado esas tierras, pero estaba consciente que la idea de morir no era muy lejana si se permitía herir en combate, tendría que pelear con velocidad pues en una pelea de resistencia estaba claro quién ganaría, sin olvidar la soledad que se respira, claramente no habría nadie que la socorriera en caso de ser herida. 


Camina por la noche entre montones de nieve y árboles con dificultad de podía avanzar en la tundra, la visibilidad es poca, el frío cala hasta la huesos, la nieve carcome el calor corporal de Savannah. La noche es helada, no se ve ni un alma a las lejanías, es en esta clase de noches donde la nostalgia devora a la chica, trayendo recuerdos que están mejor enterrados en su memoria, las heridas de hace trece años siguen sangrantes en su pobre corazón y alma, sin la posibilidad de sanar. En el aire puede recordar aquella hermosa infancia, sus padres, su hermano su hogar… Las lágrimas de escapan de sus ojos mientras vienen más memorias vienen a su mente, el dolor en su pecho se hace presente, dolía recordar… Luego viene la parte que quiere olvidar, la sangre, gritos, el dolor, la agonía y la pena de su alma; el recuerdo de la muerte de su familia, la impotencia y el miedo. Su respiración se vuelve agitada, embriagada del dolor corre, necesita descargar todo lo que siente, necesita encontrar a los vampiros de la zona. 


Entonces se hace presente una melodía tenebrosa, gritos, ella corre en busca de la fuente de los gritos. Corre… No veas atrás…Avanza… 


Los gritos se intensifican, el olor a muerte se hace más fuerte. Se detiene por un momento al darse cuenta que el sonido de los gritos a causa del viento se escucha de todas direcciones; izquierda o derecha, si se equivoca esas almas desafortunadas morirán irremediablemente, el tiempo corre. Se decide, derecha, corre, los gritos se escuchan cada vez más lejanos, “ ruta equivocada — piensa rápidamente”.  Cambia de dirección a la izquierda, los gritos se intensifican, mira el suelo, hay sangre; el alivio de correr en la dirección correcta le da un poco de tranquilidad. 


—Espero no llegar tarde… 


Al final del rastro sangriento, hay tres cadáveres, dos chicas y un chico. La escena es digna de cualquier película de horror; les habían sacado los ojos, desgarrado el abdomen, arrancado el corazón (los cuales estaban a medio comer tirados en la nieve), llenos de marcas de colmillos, las mujeres tenían claros signos de violación, pues estaban tiradas en el suelo sin nada de ropa, era algo brutal. Savannah se sintió furiosa consigo misma, de haber llegado antes los habría podido salvar. Decide abandonar la atroz escena y emprende camino al poblado más cercano. 


—No deben estar muy lejos de aquí —se dice a ella misma. Si los asesinos de aquellos chicos están cerca no tardarán en hacerse notar. 


(…) 


Una hora caminando y todavía no se ve indicios de civilización. 
—La próxima vez no intercambio trabajo con Joshua —dice en voz alta la pelinegra. El trabajo originalmente no era de ella, pertenecía a su colega Joshua, sin embargo este no tuvo ánimos de ir a Alaska el intercambió trabajo con nuestra protagonista, y ella accede a intercambiar destinos de trabajo, él termina yendo al cálido México y ella a la tundra helada de Alaska, un trato justo. 


Camina a paso lento, se siente agotada. 


Ahora que está más relajada, comienza a recordar todos y cada uno de los pendientes que dejó en casa: la tarea de la universidad, su informe de trabajo, su maratón de películas de horror, sus peces… su estufa encendida con frijoles… espera… estufa encendida. Con miedo a que su hogar se incendie saca su móvil y marca a su mejor amigo. 


—Bueno —dicen del otro lado. 
—Oye, ve a mi casa y Checa que no haya dejado nada en la estufa. 



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En el texto hay: magos, vampiros, sangre

Editado: 07.03.2019

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