-¿Mi niña donde estas?- oí la voz de mi madre desde la planta de abajo- ¿Puedes bajar? Hice tu café favorito.
-Ya voy ma!- dije mientras bajaba las escaleras, cuando llegue a la cocina no hay nadie solo estaba la tele encendida.- Mamá ¿Dónde estas?
-Ella ya no esta…
-¿Qué? ¿Quién eres?
-¿No te acuerdas de mi pequeña?
-No.- respondí mientras buscaba al dueño de esa voz.
-Realmente me ofendes pequeña.
-Yo… ¡ay!
Caí sobre mis manos en un liquido espeso y el olor metálico empezó a llegar a mi haciendo que me pare de golpe, mi respiración empezó a ser mas agitada.
-Mis manos…tienen sangre
-¡Es tu culpa!-dijo la voz
-¡No! Ellos no…mi pequeño Alex.
-¡Es todo tu culpa!
-No, no lo…- mi cabeza empezó a dar vueltas y de apoco me fui desvaneciendo.
Me desperté agitada y sudada por aquella pesadilla tan recurrente desde aquella noche, extrañaba mucho a mis hermanos y madre. Esa cálida sonrisa que tenia siempre que me servía un café, las peleas con mis hermanos por quién tenia la porción mas grande de pizza. ¿Porqué ellos están muertos y yo no?