Yoongi.
Por mas veces que repasaba el momento menos soluciones lograba encontrar.
Sabia que la había cagado, era demasiado consiente de ello, sabia que no debía de haber dicho eso, sabia que ella no tenia la culpa del pésimo día que había tenido y mucho menos tenia la culpa de las decisiones que su tía tomaba solo para deshacerse de su respectivas responsabilidades.
Era consiente de que me había equivocado pero por mas que lo intentaba mas difícil era para mi encontrar una manera para disculparme con ella, algo que nunca durante mi vida había logrado hacer, algo que a pesar de mis años me seguía resultando verdaderamente imposible de hacer.
—Maldita sea —Lanzo el trapo que descansa en mis manos, después de haber terminando de lavar los pequeños platos en los que los trillizos disfrutaban su cereal hace poco tiempo, quien aterriza con intensidad sobre la mesa de centro hasta caer sobre el suelo, soltando un largo suspiro antes de encaminarme hasta el lugar solo para terminar dejándolo sobre la mesa de centro antes de apagar las luces encaminándome hasta uno de los sillones que dan al hermoso ventanal de mi casa.
Una de las tantas razones que me convenció de comprar este lindo departamento, a demás de la privacidad que como hombres necesitamos. era la enorme y bella vista que se expedían frente a mis ojos, el Rio Han se expandía con intensidad seguida de la ciudad, quien adquirirá una belleza cuando el oscura, algo que sin duda contribuyo demasiado en la decisión de comprar este departamento, entre millones de ellos.
Me dejo caer con pesades sobre el sillón antes de darle una ultima revisada a mi celular en busca de una llamada o un mensaje de ella, bloqueándolo de inmediato al percatarme de la inexistencia de ambas, cruzando mis brazos sobre mi pecho intentando encontrar una paz que honestamente no creía capaz de poder encontrar, observando la infinidad de edificios que alumbran la ciudad.
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El tono de llamada de mi celular invade las profundidades en las que me encuentro, ignorándola un par de veces, antes de abrir los ojos entrando en cuenta de que en alguna parte de la noche me he quedado dormido sobre el mismo lugar. El tono de llamada termina en cuando tomo mi celular, sorprendiéndome un poco al ver la cantidad de llamadas y la hora reflejada en mi celular.
—¿Hola? —Una voz conocida resuena desde el otro lado de la linea en cuando tomo la llamada —¿Yoongi? —Pregunta ante mi respectivo silencio, parpadeando un poco para despejarme de mi sueño.
—¿Qué paso Baronn? —Cuestiono mientras me pongo de pie, aprovechando para estirando mis extremidades —¿Por qué me llamas a las dos de la mañana? —Apago las luces a mi paso mientras me encamino hasta mi habitación con un par de bostezo mas.
—Lo siento —No duda ni un poco en disculparse, cosa que me hace regresar a mi pesar de hace tan solo un par de horas, deseando por primera vez ser como mi amigo de saber decir esa palabra con tanta fluidez y constancia tal y como Baronn lo hacia.
—¿Qué pasa? —Pregunto para desviar el tema, consiguiendo un suspiro fuerte y sonoro por parte de Baronn, seguido de un par de gritos al fondo —¿Por que hay tanto ruido? —Pregunto cuando el ruido incrementa aun mas, cosa que me resulta extraña de mi amigo, quien odiaba el ruido y el alboroto tanto como yo lo hacia.
—Estoy en el Karaoke —En cuando lo escucho pronunciar eso, un mal presentimiento se instala en mi pecho, pues era sumamente raro que Baronn fuera a su local de la noche a la mañana —Hay un gran problema —Lo sabia sin necesidad de que me lo digiera —Necesito que vengas —Ni siquiera lo pienso mucho antes de darle un afirmamiento y colgar.
Regreso sobre mis propios pasos hasta la entrada de mi departamento, donde tomo una de las chaquetas que dejo siempre en la entrada y el primer par de zapatos que encuentro, antes de salir de casa, asegurándome de llevar todo lo necesario antes de tomar el ascensor hasta el estacionamiento, donde desactivo mi auto con agilidad antes de entrar en el y emprender camino hasta el centro de la ciudad.
Baronn era uno de mis amigos de la infancia, era dueño de uno de los Karaokes mas concurridos en la ciudad a pesar del poco sentido del humor que tenia, el había invertidos su pequeños ahorros en algo que no le gustaba pero a mucha personas parecía encantarle. Sus padres, quienes tenían una estabilidad económica, le había cerrado todas las puertas en el momento en el que mi amigo deserto estudiar negocios en la universidad, cosa que era lo único para que lo necesitaban sus padres y para lo que no estuvo de acuerdo.
El camino había sido demasiado difícil para mi amigo pero después de un largo tiempo, trabajando en una empresa durante casi las veinticuatro horas del día, logro construir su pequeño negocio al que no solo le había ido bien, sino bastante bien hasta el día de hoy y con el que había podido no solo abrir mas karaokes, sino restaurantes y grandes hoteles dentro de la ciudad.
Me detengo con agilidad en uno de los lugares disponibles del lugar antes de bajar con rapidez, adentrándome en el enorme lugar, donde los trabajadores me saludan con respeto y ninguno detiene mi paso por los enormes y relucientes pasillos del lugar hasta que encuentro a mi amigo que parece estar atento a algo que soy incapaz de observar.
—¡Baronn! —Lo llamo para que se de cuenta de mi presencia, obteniendo su atencion de manera inmediata, aumentando mi paso hasta quedar en frente de el obteniendo un saludo por parte de el, quien parece estar concentrado en lo que sea que este pasando dentro de una de las habitaciones —¿Qué ha pasado? —Me atrevo a preguntar al no recibir ningún tipo de información por parte de el, quien suspira con pesades antes de mirarme a los ojos.