Tras expresar mis sentimientos, suelto el aire que he reprimido en mis pulmones. Necesito decir la verdad y hablarle de lo que he vivido y sentido. Esperar su reacción es como recibir un cubo de agua fría. Se queda callado y estudiando mis facciones, sin manifestarse, contenido hasta el punto de que creo que se le agrietará la cara. ¿Es un silencio bueno o malo? No me gusta.
—¿Algo que decir, Jungkook?
Mi voz se quiebra y el silencio continúa. Prosigo:
—Ya sabes lo que siento, lo que jamás he dejado de sentir por ti. Las cosas no han sido tan fáciles para mí como la mayoría piensan. Yo también he sufrido. He vivido un infierno.
Con los puños apretados, se vuelve y apoya la cabeza contra la helada pared, prácticamente dándose golpes con ella. Tengo los nervios a flor de piel.
—Odio que me cuentes esto ahora y odio que hayas vuelto —ruge con impotencia, reacio y tosco—. Jamás me vuelvas a decir qué sientes y nunca más hables de un «nosotros». ¡No queda nada! ¡No hay más de ti, de mí!
—¿No me darás una oportunidad? —Me armo de valor y le rodeo la cintura desde atrás. Lo aprisiono y le beso la espalda—. ¿Me has borrado de tu vida del todo?
—No hay nada que puedas hacer y sí...—Intranquilo, se deshace de mi abrazo. Sus dedos rozan los míos y tiembla. Mi corazón se rompe en pedazos—. Me has perdido, Jimin. No quiero saber nada más de ti.
—Si necesitas unos días... un tiempo, estaré esperando.
—No lo hagas. No me esperes porque no te llamaré —dice con voz ronca, pero sin soltar mis dedos... Se resiste a hacerlo—. Ya no quiero nada de ti, tan sólo el divorcio.
Y aunque sus palabras tajantes me hunden, no lo demuestro. Me retiro dolido y acepto su decisión. No tenemos más que hablar, Jungkook lo acaba de decidir. Es el final que nunca he querido ver... Quizá fuera otro de los motivos por los que me resistía a volver después de que hablamos la última vez.
—En cuanto tenga un abogado, te avisaré a través de Karen, Jin... o Scott, si se decide a volver a mirarme a la cara como antes.
Sin que yo lo espere, y asustándome, me sujeta del brazo y, con el brusco movimiento, nos encontramos frente a frente y nuestros torsos chocan. Rechina los dientes y yo resoplo. Veo en sus ojos que sigue guardando secretos. Me los esconde, no me cabe duda. ¿Qué será?
—Scott te adora, Jimin.
—No lo suficiente como para perdonar mis errores.
Me deshago de su brazo con una sacudida y me dejo caer en el sofá, negándome a mirarlo... o casi.
—Todos cometemos errores —susurra—. El mío fue darte la libertad de que te fueras sin mí y, míranos, ambos perdimos.
—Lo sé...
—Demasiado tarde.
Aprieta los dientes, quizá está rememorando el día que nos dijimos adiós.
—Que te vaya bien, Jungkook. Me alegra volver a verte, a pesar de todo. Entiendo que... —me atraganto— no debo luchar por ti, porque es inútil.
No soy consciente de que estoy llorando, hasta que advierto la humedad en mis mejillas. Apresurado, me las seco para que no alcance a verlas, no creo que él merezca mis lágrimas. Sus celos posesivos y sus cambios de humor fueron los culpables de todo y no lo reconoce. Vivo una realidad dura, en la que estoy solo batallando contra los que me quieren. Porque hoy nadie es consecuente con las vivencias pasadas.
—Voy a vestirme —digo—. Hasta luego.
No dilato el momento y me encierro en el baño con pestillo. Su indiferencia hacia mí tras sincerarme y olvidar mi orgullo pidiéndole una nueva oportunidad me deja dolido. Pero ya no me arrastraré más...
«Lo siento tanto...»
Me miro en el espejo, pálido y con los ojos apagados, y me lavo la cara. Trato de calmarme antes de volver a salir y, una vez recuperado, sin vacilar, me pongo ropa interior negra y el traje pantalón de Jin. Entonces oigo el llanto del pequeño un instante. Voy corriendo a buscarlo y al pasar por la sala veo que Jungkook no está... Se ha ido.
—¡Ah! —Me sobresalto al encontrármelo con el bebé en brazos. Al oír mi grito, Jazz se asusta y llora—. Joder... lo siento, no pensaba...
En fin... No termino la frase, ya que Jungkook ni repara en mí. Estoy cardíaco... Nervioso por el susto y sorprendido de que continúe aquí. En silencio, le pido que me dé al niño y, aunque vacila mirándome fijamente, me lo entrega. La imagen de ellos dos juntos es preciosa. Pero ¡lo odio!
—Chiquito, lo siento. ¿Has dormido bien?
Le hago carantoñas y le toco la punta de la nariz y, aliviado, suspiro al verlo sonreír.
—¿Tienes hambre, hermoso? Vamos, te voy a dar la merienda.
Ignoro a Jungkook y acomodo a Jazz en su sillita de paseo, le doy su biberón, tras calentarlo a temperatura ambiente, según las pautas de Jin. No se me da mal... Come bien y tranquilo. Yo lo contemplo emocionado.
—Veamos cómo come este pequeñito... —me burlo del glotón—. Mmm, rico, rico.
Jungkook se acerca pero yo lo eludo, me niego a martirizarme. Cojo el móvil y compruebo que tengo mensajes... Él se mueve de un lado a otro, ¿llamando mi atención? Lo miro y veo que me está mirando.
—Toma. —Le doy el zapato derecho del bebé—. Pónselo, por favor.
Miro la casa de Jin, que es grande y amplia. Tiene poco que ver con mi nuevo apartamento. Aunque acogedor, pequeño y sin jardín... no posee los lujos de esta vivienda, que me recuerda la que Jungkook y yo compartimos en Madrid. La melancolía me arrastra y reviso el móvil, ahuyentándola.
📱Mensaje de Scott a Jimin. A las 17.38.
Mañana iré más tarde al trabajo para acompañarte en la entrevista.📱
📱Mensaje de Jimin a Scott. A las 17.41.
No es necesario, sé dónde es. Te avisaré a la vuelta y gracias de nuevo.📱
Mensaje de Scott a Jimin. A las 17.42.
Estoy buscando a Jungkook, ¿lo has visto?📱
—Me tengo que ir. —El tono de Jungkook es diferente, bajo y apenas audible—. Dile a Jin que he venido.
—Mi hermano pregunta por ti.
—No le digas que estoy aquí —pide y veo que resopla—. Hasta luego.