Sābisuman "Akirameru"

CAPÍTULO 10


No protesto y ocupo el asiento que me ofrece a su lado, a la expectativa de adónde me llevará. Sin embargo, no dice nada durante todo el recorrido. ¿Vamos a su empresa en Málaga? Me extraña. Lo miro de reojo y veo que él está haciendo lo mismo conmigo. Posa un dedo en mis labios y yo acato su confusa orden.

Al llegar, demostrando de nuevo su caballerosidad, me ayuda a salir del coche y me guía hacia adentro de su oficina... Todo el mundo nos mira, pero yo los ignoro. No me importa.

—Entra —me ofrece ante su despacho—. Quiero que te quedes aquí conmigo.

—¿Por qué?

Niega con la cabeza y me ofrece varias revistas. Me siento y lo observo. Aunque hace calor, él va con chaqueta. Está impresionante como jefe.

—Ponte cómodo, acabaremos enseguida.

—Me costará no impacientarme.

—Lo sé. —Saca el portátil y lo enciende—. Pero no es un estúpido juego, ni te he traído para discutir, por favor.

Resoplo, echando un vistazo a su despacho y colocándome mejor la camisa ancha, que se me descuelga de los hombros.

—Estás precioso tan veraniego —suelta de pronto, haciendo que me ruborice. En ese momento, llaman a la puerta. ¿El secretario?—. Pasa, Victor.

Me pongo en guardia.

—Señor Jeon... —Se interrumpe al percibir mi presencia y yo reparo en la actitud de Jungkook.

Entonces entiendo de qué va aquello y le sonrío... Me quiere presente para que vea por mí mismo cuál es su reacción cuando otro lo llama de esa forma que lo perturba. Nervioso, analizo su comportamiento. No hay nada: está tranquilo y nada impresionado.

—Lo siento, no sabía que estaba ocupado.

—No te preocupes, es mi esposo.

¡Su esposo, sí, yo!

—Jeon Jimin —me presento, con una falsa sonrisa encantadora—. Es un placer, Victor.

Pero el chico parece en trance y Jungkook, alzando una ceja, le pregunta:

—¿Qué ocurre?

—Creía que estaba divorciado... —Da un paso atrás—. Oh, perdón por mi insolencia.

¡Idiota!

—No ha sido un comentario acertado —replica Jungkook y señala los papeles que él lleva en la mano—. Deme esos documentos y retírese.

—Lo siento —repite el secretario—. Si necesita cualquier cosa...

—Salga —masculla Jungkook.

El diablo que llevo dentro sale a flote y suelto una carcajada al ver la desilusión en los ojos del idiota. Sé que le gusta Jungkook, y no es de extrañar, excepto por un problema: está casado, sí, y conmigo. Por Dios, mi corazón no lo va a resistir.

Antes de cerrar, Víctor me mira, cohibido por mi diversión.

—Jimin —dice Jungkook—, ¿de qué te ríes?

—Otro más —contesto, dejando de reír—. Los vuelves locos, Jeon. Es una lástima que no los desees... Y dime, ¿dónde está el puto número uno? Perdón, quería decir Alan.

Sé que quiere disimular su diversión, pero no puede... y se ríe él también. ¡Me encanta verlo contento! Me parece que es la primera carcajada que le oigo desde que he vuelto. Pero se pone a trabajar. ¿Y yo?

—Jungkook...

—Jimin —me interrumpe mirándome de reojo—. Necesito resolver unos asuntos.

Me ha contestado seco y áspero, debe de tener tareas pendientes... Pero yo no lo tolero y, rodeando el escritorio, me coloco detrás y le masajeo la espalda, los hombros. Él echa la cabeza hacia atrás y me contempla. ¿Rendido?

—Estás tenso. —Asiente con un quejido—. ¿Puedo ayudarte?

—No.

—Odio cuando siento que te quieres resistir. «Despacio» no quiere decir que no me desees... que tengas que contener tus ganas de tomarme sobre la mesa —lo incito y, con caricias seductoras, le voy desabrochando los botones de la camisa. Se altera, su respiración se vuelve jadeante—. Podemos ir despacio en todos los sentidos menos en éste... Hasta conocidos que se ven un solo día terminan como tú deseas estar ahora, aunque trates de no demostrarlo.

—No vayas por ahí.

—Y, ¿sabes?, en este caso no hace falta que hables. —Señalo su excitación, visible bajo el pantalón—.Tu pene ya me responde por ti.

—No, Jimin. —Desoigo su rechazo y me siento a horcajadas sobre sus piernas. Me rodea las nalgas y me acerca a él estrechándome con fuerza—. Tengo un problema.

—Dímelo, estoy aquí.

Su tono es triste y yo enredo los dedos en su cabello y le beso los pómulos.

—Estoy retrocediendo —se lamenta, acariciándome la espalda—. No quiero volver a lo de antes y, sin embargo, veo que eso es lo que estoy haciendo. No puedo.

¿Qué me trata de decir con eso? Lo siento desganado, con pocas ganas de luchar, apagado y confuso. Sé que su dilema es difícil. Que sus miedos lo frenan y no logra superar mi marcha...

Y yo ya no puedo más con este tira y afloja. Las cuerdas se van a romper, algo que me desgarra pensar.

—Me empiezo a sentir posesivo, celoso hasta de tu sombra. No me gusta sentirme así, no quiero... Quizá...

Me niego y lo acallo atrapando su labio inferior entre mis dientes. Me froto contra su sexo. Tan grande y grueso que me enciende. Necesito más de él y no sé cómo lograrlo.

—Jungkook, yo quiero que me ames como antes y necesito que te vuelvas loco por mí a cada momento, a cada segundo. Puedo entender tus celos, pero no quiero posesión, que era lo que nos ahogaba a los dos. —Bajo la mirada, libero su miembro, que me llama a gritos, y deslizo el dedo por la punta. Luego me lo chupo, saboreándolo—. Dime que me amas, por favor, dímelo.

Gime y cierra los ojos, callando las palabras que yo me muero por oír.

«Dale tiempo, Jimin.»

Pese a la punzada que siento en mi pecho, no me arredro... exijo su rendición. Acuno su cara entre mis manos, pasando mi lengua con ademán agresivo por su boca y me bajo hasta arrodillarme a sus pies. Me abro paso entre sus muslos y, con una sonrisa malévola, me quito la camisa y exhibo la zona desnuda. No le doy oportunidad de reflexionar y me agarro a su virilidad.

—Joder, Jimin. —Colérico, hunde los dedos en mi cabello y me obliga a mirarlo —. Me matas y lo sabes. ¿Por qué me haces esto?



#7323 en Fanfic

En el texto hay: kookmin, bts

Editado: 18.10.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.