Qué calor. El bochorno no me permite volver a dormir... Miro a mi izquierda y veo a Jungkook, dormido y abrazado a mi cuerpo.
Respiro aliviado, aún tengo tiempo de ir a enviarle el dinero a Lizzie, su madre, sin necesidad de que él se entere. Barajo la posibilidad de explicárselo, pero ¿y si le hago daño? No está preparado y cualquier alteración puede trastornarlo. Podría llamar a Carlos y comentárselo. Pero no, involucrar a más personas es ampliar las probabilidades de que él lo sepa.
Duerme apacible y relajado, después de horas contemplándome, como me consta que ha hecho. Me preocupa que se niegue a tomar medicación para dormir, pero la verdad es que al no estar en constante exaltación, como antes, no parece tan necesaria... O eso es lo que él afirma. Y actualmente no dudo de su palabra.
¿Qué diría Scott acerca de todo esto? Mi hermano parece haber entendido a Jungkook mejor que nadie en estos meses...
¿Por qué ha reaccionado ahora así? ¿Por quién se está dejando guiar? No me llama, no sé nada de él. ¿Nos reconciliaremos algún día, con tantas heridas abiertas?
Salgo de la cama y me doy una ducha rápida, no tengo náuseas ni malestar. Me alivia encontrarme como antes, aunque no se vaya de mi pensamiento el ser que crece dentro de mí.
Salgo de la ducha y me lavo los dientes sin perder un segundo. Decido no utilizar secador para no despertar a Jungkook... sin embargo, cuando vuelvo a la habitación, sus ojos me están buscando.
—Son las siete y media, ¿adónde vas? —pregunta sonriendo—. ¿Estás bien?
—Muy bien, pero he recordado que tengo que hacer el ingreso de mi apartamento... — Carraspeo—. Lo voy a dejar, pero el contrato era de seis meses y...
—Scott me dijo que había pagado tres meses por adelantado —me interrumpe y, cauteloso, viene a mi encuentro, me rodea desde atrás y me abraza—. Déjalo en mis manos, mandaré a alguien para que tú no tengas que molestarte.
Reclama mi boca y me acaricia con delicadeza, sin apartar sus labios de los míos. Es tan tierno y controlado que cuesta reconocerlo.
«Tengo que detenerlo o quizá Lizzie llame.»
—Jungkook —digo, contra su adictiva boca—, necesito irme...
—Ya te he dicho que yo lo haré. —Me está empujando hacia la cama. Joder, joder. Es tan persuasivo que me maneja como le place; sin embargo, la imagen de Lizzie me sobrepasa y, acalorado, me retiro—. Jimin, ¿qué te pasa?
—Tengo que salir —repito, sonriéndole—. Estaré de vuelta enseguida, te lo prometo.
—Voy contigo pues. Odio pensar que te ibas a ir sin mí. ¿Era ésa tu idea?
—Jungkook...
—¿Qué me ocultas? —Entrecierra los ojos con recelo. No sé qué decir... Mentir es introducir dudas en él que no quiero que tenga y accedo a que venga conmigo. Noto que no renuncia a observarme, aunque lo veo contento, y le sonrío. ¿Cómo puede ser tan guapo? ¿Se parecerá a él nuestro bebé? Ay, qué me emociono.
—No empieces —me dice mientras nos vestimos—. Y mira el contrato del apartamento. Recuerdo que Scott mencionó el adelanto. No tendrías que hacer un ingreso tan pronto.
—De acuerdo.
—¿Tienes dinero? —Asiento... odio mentirle—. Coge la tarjeta y saca lo que quieras. —Sonríe y me acaricia el vientre—. Todo lo mío es de ustedes, no lo olvides.
Indeciso, cojo la tarjeta. Será una vez y nada más. Jungkook no tiene por qué saberlo, igual que no sabe que un día lo seguí en su cena con Alan, o que estuve escuchando tras la puerta de Carlos.
—Jimin —dice con voz aguda—, nada de ropa estrecha.
¿Otra vez controlando?
—Y tenemos que hablar sobre el trabajo y tu compañero...
Aguarda a mi reacción y yo, torpemente, apunto:
—Javi...
—¿Javi? —Oh, está cambiando de tono—. Javier, querrás decir.
—Jungkook, es sólo mi compañero de trabajo y ahora tengo cosas que hacer. ¿Vienes o te quedas?
—Voy, por supuesto. Y a la vuelta te invito a desayunar —sugiere—. Tengo que cuidarte.
—Y me encanta que lo hagas.
«Todo está bien.»
Todo está casi bien... Con los días me va a ser difícil ocultarle que he hecho tres transferencias en un mes, aunque al ser de mi dinero, no sospecha porque no controla lo que tengo.
No fue una sola vez. Lizzie ha mentido de nuevo y por su marido es capaz de todo. No hablo de ello con Karen, porque no quiero involucrarla en esta batalla que ya no es la suya...
Septiembre empieza como termina agosto. Seguido. Pero a mediados de mes, un episodio me pone la piel de gallina. Estoy leyendo en casa, adonde hoy he llegado más temprano, porque he salido una hora antes del trabajo.
—¿¡Jimin!? —grita Jungkook desde la puerta y yo me sobresalto y corro chocando con él al final del pasillo—. No vuelvas a hacerme esto, ¿de acuerdo? Llevo una hora llamándote y no te podía localizar.
—Estaba aquí. —Me abrazo a su pecho y suspiro—. Lo siento.
—Tienes que dejar el trabajo. Apenas te veo y esto es más de lo que puedo aguantar. Tenemos que hablar del asunto.
Otra noche más que chocamos... No quiero dejar el trabajo. Aunque me quita mucho tiempo y me agobia no estar con Jungkook, me gusta sentirme útil. Por otra parte, el dinero que gano en el periódico es el que le doy a Lizzie... La muy cerda no cede y pide más y más.
—Te amo, Jimin —musita Jungkook en la cama—, pero sabes que no es fácil. Estamos en un momento delicado, y creo que tú tienes que ceder.
—Jungkook...
—No puedo más —confiesa con voz tensa—. Tienes que dejar el trabajo, te quiero a mi lado las veinticuatro horas del día, y si para ello yo tengo que renunciar al mío, lo haré. Apenas te veo y no vivo... Mi cabeza está en otro lado, pensando en ti.
Lo sé...
—De acuerdo, lo haré —le digo y abro las piernas—. Ahora es tu turno de complacerme.
Vamos a salir a cenar, la víspera de nuestro primer aniversario seguido y por última vez me miro en el espejo para ver si estoy bien. Es una noche especial, con Jungkook, los dos solos. ¿Qué me tendrá preparado?