8 de Marzo de 2019. 10 horas para el comienzo del juego. Los Ángeles.
Johanna Eddison, miraba taciturna el reloj que marcaba lentamente el paso del tiempo en su aula. Tras una mañana agotadora de clases incesantes y charlas apremiantes, la joven universitaria no veía el momento de recoger sus cosas y marcharse de clase. Exasperada, Johanna se pasó la mano por entre los mechones lacios de su pelo castaño; suspiró, a estas alturas del curso seguía sin entender una sola palabra de las que pronunciaba aquel profesor de contabilidad.
La joven continuaba sin saber, por qué finalmente, había decidido escoger aquella carrera tan pedante y aburrida; empresariales nunca había sido su primera opción, sin embrago, y tras las constantes riñas y charlas de futuro con sus padres, no le había quedado ninguna otra alternativa, debía seguir los pasos de su familia, para así, heredar la gran corporación que llevaba su apellido como nombre. Empresas Eddison no era ninguna micro empresa o una PYME, más bien era una multinacional extendida por todo el planta que se encargaba de la producción de las nuevas energías renovables, para ser utilizadas por otras empresas.
Sin embargo, todo aquello no interesaba en absoluto a una Johanna, que cumplía ese mismo día veintiún años. En realidad, lo único que ansiaba la universitaria, era salir de aquella odiosa explicación de cuentas y números para así reunirse de una vez por todas con sus amigos más íntimos. Para su agrado el profesor terminó su monótona explicación y luego permitió a sus alumnos salir unos minutos antes de clase.
Johanna recogió con rapidez sus apuntes y sus bolígrafos para acabar metiéndolos de cualquier manera en su mochila, luego caminó con seriedad hasta la salida del edificio, una vez en la puerta cerró los ojos molesta por la brillante claridad de un soleado día. Tardó unos segundos en poder acostumbrar sus clarísimos ojos verdes, a aquella luz tan cegadora que desprendía aquel astro al que llamamos sol.
Con lentitud se dirigió al banco más cercano, tras sacar un cigarrillo del bolsillo pequeño de su mochila, la dejó de cualquier forma sobre aquel banco de metal, que ardía por encontrase bajo aquel calor abrumarte durante horas. Después se colocó el cigarro entre los labios e intentó encenderlo con un mechero que no funcionaba. Mientras se dedicaba concentrada a la ociosa tarea de hacer funcionar aquel mechero estropeado, no se percató de la presencia de las dos personas que se aproximaban hacia ella por la espalda.
─ ¡Feliz cumpleaños Joe! ─ Gritó su amiga Agatha sobresaltándola por detrás.
El susto hizo que a Johanna se le cayeran al suelo el cigarrillo y el mechero.
─ ¡Que susto me has dado Aghy!
─ Calla y deja que te abrace, cumpleañera.
Agatha Macqueen y Johanna se conocían desde pequeñas, habían sido vecinas durante toda su vida y habían estado juntas en las clases hasta la universidad, momento en el cual Joe había decidido estudiar ADE y Aghy Bellas Artes. A pesar de que las dos jóvenes se llevaban a la perfección, ambas eran muy diferentes; Agatha sobresalía allí a donde iba, siempre era el centro de atención y a menudo destacaba con su personalidad estridente y nerviosa. No obstante Joe era una chica pensativa que tenía un mundo interno muy complejo e incomprensible para nadie menos por ella misma, a menudo, las personas que no la conocían pensaban que Joe no tenía mucha sesera, pues era torpe, desordenada y distraída, sin embargo, aquellos rasgos considerados por la sociedad como un sinónimo de estupidez eran todo lo contrario, en realidad aquella actitud de Joe, se debía, a la gran capacidad de asimilar multitud de pensamientos en muy poco tiempo.
Tras el asfixiante abrazo de su mejor amiga, Johanna consiguió separase de Aghy para agacharse a recoger el cigarrillo y el encendedor, sin esperarlo, su mano colisionó de improvisto con otra mano, esta vez masculina, cuyo propietario había tenido la misma idea que Joe de recoger el tabaco. Este no obstante fue más rápido que la joven y capturó el cigarro antes que Joe.
─ Gracias Chris ─ dijo Johanna al aceptar el cigarrillo ya encendido por el novio de su mejor amiga.
─ Felicidades Joe ─ contestó Chris tras besarla en la mejilla.
Chris West había sido el tercero en discordia en aquella relación de amigas que tenían las dos jóvenes. Ambas conocieron al muchacho rubio y de ojos celestes, que las tenía enamoradas desde pequeñas, cuando aún iban a primaria. Cuando llegaron a la ESO Aghy y Chris habían comenzado una relación intermitente y adolescente, que había madurado a medida que ambos iban dejando atrás la adolescencia. Hoy en día llevaban juntos más de tres años sin interrupciones.
─ ¿Preparada para un fin de semana al completo de fiesta?
─ ¿Pero que dices? ─ Joe miró a su amiga con aparente seriedad ─ Tengo un examen de contabilidad el Lunes.
─ ¿Y sabes hacer algo del examen?
Joe miró con picardía a su mejor amiga ─ sabes que no.
─ Pues entonces no hay escusa.
Chris rió escandaloso por la situación. ─ Así es Aghy, más persistente que un examen.
Agatha asintió sonriente ante las palabras de su novio, finalmente Joe también sonrió dispuesta a aceptar los planes de su mejor amiga.
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Editado: 28.04.2019