Sé Bien Lo Que Hice Este Verano

Capítulo IV: Pompones Y Canciones

Así que... mi amor de verano se cruzó con mi amor oficial, y todo lo que pude decir era "Qué me parta un rayo" (ya vimos que la Tierra no sería muy cooperativa en tal aspecto).

—Oh, disculpa —Levi dijo tras ser cuestionado por Jo—, creo que tú y yo no hemos sido presentados.

—¿Harriet? —la rubia me miró, supuse que para ser yo la que tomara las riendas de las formalidades.

—C-claro, claro, como no... em, Josephine, Jo, él es Levi, él es... lo conocí en lo del campamento de Nueva York.

—¿Oh, es músico también?

—Harriet y yo hemos hecho algo de música juntos, se podría decir.

Le pise el pie.

—¡Harriet! —Jo exclamó—. ¿¡Por qué fue eso!?

Estaba tan nerviosa que la coordinación motriz me estaba fallando, y terminé cometiendo tal acto contra mi noviecita.

—P-perdón —dije —, es que me pareció haber visto una cucaracha.

—Creo que mejor las dejo —Levi indicó—, para que arreglen sus... asuntos.

—¡Sí! —grité, con la misma dicha que cuando el juez de delincuentes juveniles descartó mi caso por falta de evidencia—. ¡N-nos vemos después!

—Mucho gusto... ¿Josephine, verdad?

—Claro, ¡nos vemos Levi! —Jo se despidió al tiempo que se apoyo en mi hombro para caminar hacía una banca cercana, a un costado de las escaleras hacía la entrada.

—Dejame echarle un vistazo —dije después de que ella se sentó—. ¿Cómo aguantas los tacones en todo caso? Yo sólo los uso cuando necesito pasar una materia, Dalia no me ayudó y de paso uso el vestido con más escote que tenga en mi ropero.

—Despacio, despacio por favor —me indicó.

Le quite el calzado poco a poco; reveló un pie con un pequeño moretón, y una ligera hinchazón en el dedo gordo.

—Mi tía tiene un montón de pomadas y cremas para esto —le dije—. No te preocupes; en la tarde, te la llevo a tu casa, quedarás bien al instante; la mayoría tienen etiquetas en serbo-croata y uno no debe ponerse más de seis gramos, pero aún si te pasas, bueno, no es la gran cosa no tener hijos, ¿verdad?

—No si sigues con esa actitud —respondió—. ¿Y... realmente viste una cucaracha?

—¿Crees que estoy mintiendo acaso?

—¿Sobre la cucaracha? Esto es Hopewell: cuando no ves por el piso cucarachas, ves ratones, ratas, escorpiones, o ese moho verde limón que dicen que se comió a esos estudiantes alemanes de intercambio.

—Eso es una leyenda urbana, nunca se comprobó nada... aunque algunos dicen que en el edificio D se puede escuchar de noche gritos diciendo Scheitz! Scheitz!.

—Esa eras tú, queriendo asustar al equipo de atletismo.

—¡Oye! ¡Nunca nadie las había visto correr tan rápido! ¡Eso las hará mejores! ¡No nos molestaría alguna medalla que engalane nuestra vitrina de trofeos aparte de "El Mejor Papá del Mundo" que compramos para que no se viera tan ojete el lugar todo vacío!

—¿De dónde conoces a ese chico? —preguntó.

Podría estar conectada a un tanque de oxígeno de 24 millones de metros cúbicos (o como sea que se mida esa mierda) y aún así hubiera sentido que el aire de la habitación, de la escuela, del mundo no me bastaba.

—Del campamento —contesté, intentando mantenerme calmada, aun cuando por dentro sentía la misma estabilidad que un reactor de Chernobyl.

Noté una pequeña carcajada, y agitó su rostro; sus mejillas se enrojecieron también un poco, apenas un tono o dos, pero bastaba para ser perceptible a mis ojos.

—¿Qué? —pregunté.

—Es lindo.

—¿Cómo dices?

—Jajaja, es... ya sabes que los chicos no son lo mío.

—Me di cuenta hace un tiempo, pero, ¿lo dices en serio?

—Algo; y creo...

—¿Qué?

Me miró sonriente directo a los ojos; casi quedó hipnotizada por esas esferas celestes, pero, también en un espectáculo de talentos el año pasado; al menos podía confiar que Jo no me iba a hacer cacarear y bailar al son de una polca sinaloense.

—Llámame paranoica —dijo—, pero creo que le gustas.

—¡Cállate! —exclamé en mi acento más falsamente indignado y juguetón posible.

—Puede ser sólo mi imaginación; pero, se le nota en sus ojos.

—¿Esos ojos de avellanas frescas del más prohibido de los bosques?

—Eh... ¿y batallabas con las lecciones de poesía?

—¿Dije o lo pensé? —lo pensé... digo, lo dije.

—Ya, ya, no pasa nada Harry —replicó tras resoplar—. ¿Qué? ¿Acaso crees que soy tan insegura y celosa? Ver a un chico no va a destruir nuestra relación... ver a otras chicas, OBVIO QUE SÍ, ¿pero con un varón? No pasa nada sólo con ojear el menú.



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En el texto hay: humor, lesbianismo, romance

Editado: 01.09.2018

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