Jane.
Me estoy volviendo loca.
Hoy en la mañana mi madre nos dijo en el desayuno que nos invitaron a una cena hoy en la noche, siempre hay ese tipo de cenas pero esta vez vamos a la casa de un nuevo socio y antiguo amigo de la familia.
Y estoy loca ya, porque no encuentro mi estúpido zapato.
Todo es mi culpa, ya que desde la mañana lo sabía y aún así se me ocurrió tomar una pequeña siesta en la tarde y hace una hora me levanté recién a bañarme y arreglarme y ahora no sé donde está el estúpido zapato que tenía enante en la mano.
Es imposible encontrarlo ya que mi ropa está en el suelo y un par de cosas más están regadas por todo mi cuarto.
-JANEEEE APÚRATE!- grita mi madre desde el piso de abajo.
-VOYYYYYYYY- alcanzo a gritar en medio del desespero que me está dando.
Vuelvo a alzar todo y aún no lo encuentro.
Me rindo y alcanzo a ver otro par de zapatos que no combinan mucho pero ya que.
Corro a cojer mi teléfono y a lado de él estaba el tan buscado zapato.
Se me salen un par de insultos por lo bajo mientras me cambio de nuevo los zapatos.
-¡TE QUEDAS BOTADA JANE!- dice mi padre en la puerta.
Corro lo más rápido que puedo mientras bajo las escaleras y se me enredan los zapatos entre los últimos escalones y caigo de trompadas al suelo.
-Mierda- susurro por lo bajo mientras mi padre corre a ayudarme.
-Estas bien?- me pregunta con clara preocupación.
-Sí, ya me acostumbré a las caídas y mejor vámonos que vamos a llegar tarde- le digo mientras me arreglo el vestido que gracias a la caída se ensució un poco.
Lo escucho susurrar algo de q yo soy la culpable de ir tarde mientras caminamos al auto, pero mejor lo ignoro.
Vamos llegando a una casa, mejor dicho mansión gigante en la cual ya están los otros 2 carros que conozco claramente.
El grupo de amigos de mis padres siempre han sido una familia que tiene un niño de 5 años (Tyler) y otra familia que tiene dos niñas una de 12 (Ivanna) y otra de mi edad 17 años (Jessica).
Siempre nos invitan a cenas entre amigos y de socios, pero nuestro círculo siempre han sido las 3 familias, ya que hasta de viaje nos hemos ido juntos.
Nos bajamos y una señora de servicio nos guía hasta el jardín.
Visualizo a las 2 familias que ya conozco, al igual que a un señor de unos 45 años con unos ojos verdes que resaltan ante cualquiera y a una señora de unos 40 años con unos ojos azules hermosos.
Ambos se levantan cuando nos ven y nos vienen a saludar.
-Buenas noches a todos- dice el señor mientras saluda a mis padres.
-Amiga a los años- saluda la señora que se me hace demasiado conocida pero ni idea de adónde.
Todos se abrazan y yo aquí mirando súper incómoda hasta que la señora fija sus ojos en mí.
-Jane pero que grande que estás- se me acerca y me abraza tomándome por sorpresa pero al instante reacciono y le devuelvo el abrazo.
-¿Ya no te acuerdas de nosotros?- me pregunta.
-Sinceramente no- le digo mientras le sonrío.
-Soy Anne Stevens, antes ibas a nuestra casa con tu mamá y jugabas con mi hijo- asiento mientras recuerdo una que otra cosa.
-Soy Leonard Russell, tampoco te has de acordar de mí- me saluda el señor con una sonrisa.
Luego se ponen a conversar con mis padres y yo me voy hacia la mesa donde saludo a las otras dos familias.
Ya estamos todos sentados, los adultos conversando entre ellos mientras nosotros los niños y adolescentes nos colocamos al lado contrario de donde están ellos y estamos atorándonos mientras comemos los bocaditos que nos ofrecen.
Estábamos conversando cuando la puerta de la casa se abre dando paso a un chico muy lindo.
-¡Thomass por fin bajaste!- dice la señora Anne mientras abraza a su hijo y lo presenta a los adultos.
Mientras ella hacía eso no pude evitar detallarlo, alto, cabello entre rubio y café claro, ojos azules hermosos y aparte iba vestido con una camisa celeste y unos pantalones que le quedaban espectacular.
Lo seguí detallando hasta que claramente crucé miradas con él ya que se acercaba hacia nuestro lado de la mesa donde su madre nos lo presentó a todos.
-Thomas te acuerdas de Jane, la hija de Angie?- le dice a su hijo mientras ella me sonríe.
Él fija su mirada en mí y no pude evitar sentirme nerviosa.
-Claro- responde y luego toma asiento en la silla que estaba disponible, justo frente a mí.