Se que te vas

Capítulo 3

Capítulo 3

Necesidad

 

Sakura

Solté un pequeño resoplido ante la escena que se desarrollaba frente a mí; Naruto Uzumaki, el más grande cabeza hueca que alguna vez había conocido, revoloteaba por la cocina, causando destrozos, según él, preparando algo que estaba destinado a alegrarme. Pero lo único que se podía apreciar era a un chico que no tenía el menor conocimiento en el ámbito culinario, lleno de harina hasta en el cabello, rodeado de trastes y sustancias de dudosa procedencia, daba un cuadro bastante cómico, sin saberlo, había logrado su cometido.

Levanté una ceja, ante el grito mal disimulado que soltó, justo cuando se dio cuenta del humo que salía del horno, mismo que me había atraído hasta ahí; con risas nerviosas y movimientos rápidos, continuo con su labor. Menos de diez minutos después, frente a mí, se encontraba un intento de pastel, totalmente quemado, mal decorado y de apariencia extraña.

Pero definitivamente lo más desconcertante, inesperado y raro de la noche, fue la risa que lleno el lugar, apenas fui consciente de que, quien reía, era yo.

Sabía que, sin importar el día o la hora, el estaría dispuesto a recibirme, abriéndome sus brazos junto con su corazón, sin impórtale acabar destruido en el proceso, pues en el fondo de mi alma, podía adivinar lo que pasaba por su mente cada que me sostenía en sus brazos. Pero lo necesitaba tanto.

—Lo lamento, Sakura-chan— dijo mientras se rascaba la cabeza y sus mejillas se teñían de un intenso color rojo —en ese programa se veía más fácil.

Estire la mano para acariciar levemente una de sus mejillas, sintiendo como la ternura se apoderaba de mí.

—Está bien, Naruto-kun— la sorpresa fue obvia en sus ojos, al escuchar el sufijo que había utilizado, estaba tan acostumbrado a que solo lo llamara Naruto, que se removió emocionado.

De un momento a otro se acercó más a mí, tomándome entre sus brazos, llenándome del valor que desesperadamente necesitaba.

—Esta noche te invito a cenar a un lindo restaurante. ¿Quieres ir?

La idea de salir al mundo, sin importar la distancia, me revolvía el estómago de forma horrible, pero ignorando este malestar, asentí levemente con la cabeza.

—¡Genial, Sakura-chan! — gritó lleno de emoción, dándome una sonrisa del tamaño de su rostro.

En ese momento, solo pude sonreír, pero esta vez, era de verdad.

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Naruto

Baje lentamente los palillos, mientras le lanzaba una apenada mirada a Sakura, quien mantenía una sonrisa plasmada en el rostro, como si no pasara nada, como si no estuviera rota por dentro. Apreté los puños bajo la mesa, deseando matar a ese bastardo. Deseaba decir que todo era culpa suya, que de no ser por él, Sakura sería la misma, pero no era así. Yo había visto cómo sus ojos se fueron apagando lentamente, había escuchado los rumores, e ignoré como parecían dos extraños.

Porque en realidad era mezquino. Deseaba que Sakura se diera cuenta, de cómo era él en realidad. Que entendiera. Nadie nunca podría amarla como la había amado yo todos estos años. Solo yo podría traer felicidad y paz a su vida, la atesoraría para siempre y nunca me apartaría de su lado, procurando mantener a su alcance, todo lo que su corazón pudiera desear.

Me habría mantenido sosteniendo su mano, sin importar nada más. Manteniendo el brillo de sus ojos, cuando la miraba, era como si en su rostro se encontrara un par de incandescentes estrellas, las cuales eran capaces de guiar al mundo a través de la oscuridad. Pero entonces se casó con él. Y Sasuke la marchitó, se alimentó de su amor y compasión, para después romperle el corazón.

Sin duda, yo era una mejor opción para mi querida Sakura-chan.

Tomé una profunda respiración, evocando en momento en que abrí la puerta y ella se lanzó a mis brazos, como venía deseando desde mucho tiempo atrás, solo que esta satisfacción, no fue tan dulce como me había imaginado. Estaba seguro de que nunca olvidaría la expresión en su rostro, sus grandes ojos, llenos de lágrimas y un pesar tan grande, que parecían a punto de quebrarse. Entonces, volví a ser el de antes, aquel mocoso idiota que no paraba de babear tras ella, gritándole al mundo lo mucho que la amaba, dispuesto a cualquier cosa por verla feliz.

Cualquier cosa.

Hasta de enterrar mis sentimientos románticos, en lo más profundo de mi ser, para poder pararme frente al altar, con una gran sonrisa en el rostro, junto al que sería su marido. Suspiré profundamente, la idea de que nunca olvidaría ese sofocante amor de infancia, me carcomía profundamente. Había escuchado mil veces, que el primer flechazo, como algunos lo llamaban, tarde o temprano se olvidaba, pero estar enamorado de Sakura Haruno, era para mí, tan natural como respirar.

Sakura Uchiha, me corregí con pesar, después de todo, ella era la esposa se mi mejor amigo.

—Lo lamento, Sakura-chan— la sonrisa, que adornaba perfectamente su rostro, titubeo por un segundo, pero hable antes de que ella pudiera decir algo —no fui capaz de evitarte este gran sufrimiento. Sin importar lo que intente, lo mucho que significas para mí, no pude evitar que te sintieras así. Voy por la vida, pregonando que siempre cumplo mis promesas, pero te falle, a ti, la persona más importante en mi vida, no pude protegerte de… de nada. Falle rotundamente y tú terminaste sufriendo. Sé que debí impedirlo, intentarlo con más ganas. Te he fallado, Sakura-chan




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