— Mel— me sacude con suavidad, tengo que aguantarme las ganas de volverme y cogerlo por el cuello.
— Ummm— me giro haciendo que me estoy despertando— ¿Dave? ¡Qué haces aquí!— me doy la vuelta mirándolo sorprendida.
Dave intenta contener la risa pero no puede y se lleva la mano a la boca.
— ¿Qué, qué pasa? ¿De qué te ríes?— me señala la cara volviéndose a reír, así que me levanto con la mosca detrás de la oreja y voy al baño a mirarme al espejo. No sé si llorar o ponerme a reír cómo Dave cuando veo mi reflejo, las lágrimas han emborronado el maquillaje quedándose a manchas, el rímel se ha corrido extendiéndose por toda la cara y el lápiz rojo, que me había probado para llevarlo a la cena, cruza mi cara pareciendo que llevo una boca enorme y deforme, si hubiera querido hacerlo así no me habría salido.
— ¿Estás bien?— lo veo aparecer detrás mía por el espejo con una sonrisa y entonces me vuelvo cerrándole la puerta en las narices— Lo siento por reírme, pero es que estabas tan... graciosa— contente Mel, contente, que no note que algo ha cambiado, tienes que averiguar porqué te ha engañado, puedes hacerlo, puedes hacerlo, inspiro y expiro hasta que consigo tranquilizarme. Concienzudamente me lavo la cara hasta que no queda rastro de maquillaje, sin prisas, que espere.
— Toma— al salir me está esperando con una taza de café— espero que esté cómo a ti te gusta, con poca leche y dos de azúcar.
— Gracias— me quedo mirando la taza, nadie antes me había preparado un café o se había preocupado de saber cómo me gusta, el gesto me ha llegado al corazón, el café es mi punto débil, mi kriptonita.
— ¿Pensando en el negocio hasta tarde?— mira el desorden reinante— Al final lo conseguimos— se sienta en un taburete de la cocina y se sirve él también un café— Creo que podrás comprarte un buen coche y te sobrará algo— No sé qué decirle, sólo veo a la persona que le hizo daño a mi amigo y no puedo pensar en nada más, las lágrimas caen sin control, la angustia se apodera de mí y salgo corriendo a mi habitación. Vaya mierda de vengadora soy.
Antes de que le cierre la puerta en la cara otra vez, la detiene y me toma en sus brazos, me revuelvo, no quiero que me abrace el causante de mi dolor, no quiero sentir cómo su calor y sus palabras me tranquilizan, no quiero desear que ojalá no hubiera descubierto quién es.
— Estoy bien— consigo soltarme y me limpio las lágrimas con el dorso de la mano.
— ¿Nico?— el corazón empieza a descontrolarse, sabe que lo he descubierto— vi tu expresión cuando Sandy lo mencionó, ya sé que no es de mi incumbencia, ¿Es tu novio?— maldito farsante, sabes que está muerto y ya me has preguntado antes si era mi novio, ¿Por qué estás tan interesado? Quieres saber más, pues allá vamos.
— Mi amigo— me siento en la cama— murió hace once meses, liposarcoma de partes blandas con metástasis en los pulmones, siempre le advertí que fumar tanto lo iba a matar, nunca acierto nada y en esto di de lleno— una lágrima resbala por mi mejilla, al verla se sienta a mi lado y me toma de la mano.
— Debió ser muy duro para ti perderlo— baja los ojos pensativo.
— Lo fué para él— me suelto de Dave, no soporto su tacto— es él el que está bajo tierra ¿Y sabes lo que más le dolió? No fueron los tratamientos, ni la radio ni el dolor en sus últimos momentos, fué no conocer a su hermano— lo miro a los ojos y veo aparecer el dolor en ellos, no sé si me está mintiendo o es que de verdad siente algo— Se llama Dave cómo tú— Creo que me va a decir algo pero se calla en el último momento.
— ¿Cómo es que no conocía a su hermano?— le he dado una oportunidad para que se explique pero parece que quiere seguir en las mismas.
— Su padre no quiso, dejó embarazada a su madre por error, una de las muchas secretarias que pasaban por sus manos— estoy siendo cruel a propósito, me duele, no lo estoy disfrutando cómo pensaba, pero voy a seguir— para él fué el calentón del momento, debo decir que cuando se enteró de la noticia le mandaba todos los meses un cheque bastante generoso, la única condición que su querida familia no se enterara de su desliz— puedo ver cómo su pecho sube y baja de rabia contenida al escuchar mis palabras— nunca lo visitó, nunca se preocupó por él, nunca supo de las palizas que le daba día sí y día no la borracha de su madre, nunca descubrió el hambre y el miedo que pasó.
— Lo siento— ¡Joder! Dave está intentando controlar las lágrimas, creo que me he pasado un poco, hago cómo que no me doy cuenta y me voy al baño dejándolo sólo para que se tranquilice.
—¿De verdad estás bien?— su preocupación me ablanda un poco, después de lo que le he dicho yo misma me hubiera dado una torta.
— ¿Para qué has venido?— salgo sonriendo e intento ser amable.
— Quería invitarte a comer y luego ir al local para verlo con más tranquilidad.
— ¿Tienes las llaves?— ¿Cuando se las ha dado doña perfecta?
— Grace apareció en la hamburguesería y se quedó con nosotros toda la tarde, Lizzy lo pasó muy bien— me enseña las llaves.
— Me alegro por los tres— ¡Qué falsa soy! Me importa un pepino lo que hagan el invisible man, el monstruito y la doña perfecta.
— ¿Te animas?— hace tintinear las llaves. ¡Si, vamos ! ¡Unas ganas enormes tengo de ir contigo, si no fuera porque estoy hambrienta y tengo el coche en el mecánico, iba a aceptar!
— Me ducho y te busco en diez minutos— ja,ja,ja, me río interiormente, más de media hora me vas a esperar, majo
— ¿No me he atrasado mucho, no?— cuarenta y cinco minutos para ser exactos.
— No, sólo unos minutos— y yo creí que se iba a molestar, no entiendo a este hombre, hasta tiene el detalle de abrirme la puerta para entrar en el coche.
— ¿Y Lizzy, no está contigo este fin de semana?— En la ducha he estado pensando que ya que lo tengo que aguantar voy a aprovechar para seguir investigando.
— Está con su madre— valeeee, empezamos mal.