Después de la charla nos fuimos mi hermana y yo, teníamos tantas cosas que contarnos.
Mariela: “Mira tú por dónde me he tenido que enterar de tu secreto mejor guardado. No le digas nada a nuestros padres sobre lo de tu novia o acabas encerrada en el manicomio…”
Camino: “Así que Daniel Monterrey será mi cuñado y no el presuntuoso de Rodríguez…”
Mariela: “Llevo viviendo con él bastante tiempo, a nuestros padres los tengo engañados de que vivo en un piso con chicas pero la realidad es otra. Vivo con él, pero por su trabajo apenas va a la casa, yo también trabajo con él a media jornada, y tengo clases particulares por la tarde, por lo que cuando nuestros padres vienen siempre hay chicas en la casa. Me ha dicho que quiere casarse conmigo, a pesar de que sus padres no están muy por la labor, y tú que te cuentas.”
Camino: “Estoy empezando aún no sé cómo acabará la historia, por mí mañana me hubiera casado con ella. Me acabo de enterar quien es mi familia política…”
Mariela: “Pues o una de dos, me estás mintiendo o ella corre como un fórmula uno, porque eso que tienes en la mano es un anillo de compromiso, y el pedrusco que lleva nos vale para comprar tres casas como la de nuestros padres. Me voy a pedirte algo que beber, ¿qué quieres?”
Camino: “Lo mismo que tú, ojalá salga todo bien y podamos estar con nuestras parejas sin ocultarnos de nada ni de nadie…”
Mientras se iba mi hermana busqué algunas sillas para que nos podamos sentar, cuando llegué con las sillas había dos mujeres mayores, una era ya anciana y lo otra le faltarían pocos años para la ancianidad.
Camino: “Por favor siéntense señoras yo buscaré otro par de sillas para mi hermana y para mí.”
Anciana 1: “No te molestes hija, además nos hace falta hacer algo de ejercicio…”
Camino: “No es ninguna molestia señora, tardo unos segundos en traerlas…”
Me fui buscando un par de sillas más, me encontré con un camarero que las traía y le pedí que me las llevase al lugar donde estaban las dos ancianas, cuando regresé estaban las cuatro sillas y las dos ancianas habían ocupado dos de ellas. Me senté mientras esperaba a Mariela.
Anciana 2: “Veo que estás sufriendo, si quien dice amarte te hace sufrir no te está amando, puede que te quiera o te tenga algo de cariño, pero no tiene amor…”
Camino: “La verdad es que ella me lo está demostrando a cada momento, pero ahora está en una fiesta de su familia para obligarla a casarse con alguien que aprecia pero no lo ama, con lo que estamos mi hermana y yo bien jodidas. No por ellos sino por sus padres que son los que han confeccionado esta boda comercial…”
Anciana 1: “Un consejo de amiga, pequeña. Pelea por lo que sientes aquí no te rindas, y a tu hermana le dices lo mismo…”, mientras se señalaba el pecho.
Mariela: “¡Srta Lucía y Srta Lourdes!”
Las dos: “¡Mariela! Qué alegría verte hija ¿qué es de tu vida?”
Me quedé de piedra aquellas dos ancianas conocían a mi hermana y ella a ellas.
Mariela: “Muy bien, aquí con mi hermana pequeña, que se llama Camino, esperando que se resuelva el eterno problema si está antes el amor o el dinero…”
Lucía: “Nunca cambiarás. Te gusta siempre poner una nota de humor en todas tus cosas, no sabes la de veces que te hemos echado de menos en la oficina…”
Lourdes: “Pues tu hermana pequeña es algo pesimista, en contra tuya…”
Mariela: “Lo que ocurre es que ha estado demasiado tiempo con nuestros padres, y su forma de ser la va influyendo poco a poco hasta dejarse abandonar, pero luego es capaz de reaccionar…”
Lucía: “Cómo te había dicho antes mi esposa, debes pelear por tus sentimientos y que nadie te imponga a quien tienes que amar, si yo te contara…”