Al día siguiente me desperté tarde, aproveché dormir bien ya que, mi padre no me había levantado temprano para ayudarlo, no lo encontré raro ya que, cuando no había mucho trabajo en la cocina él hacia eso, me termine de levantar y después de vestirme y cepillar los dientes salí de la habitación.
Encontré mi padre en la cocina, estaba picando unas verduras, el sudor bajaba de su frente, así que tomé un plato de plástico donde comíamos los criados y empecé a echarle aire.
—¿Qué haría sin ti señorita Lorena? —Preguntó mi padre sonriendo.
—Creo que nada —Contesté una vez negando con la cabeza—. Es broma, siempre has sido un hombre muy fuerte, eso no lo tengo en duda.
—Me halaga cariño —dijo sacando unos Calderos del armario, tomé una zanahoria y empecé a comerla. Salí de la cocina y caminé hasta la pieza de la criada mas vieja en esta casa, es decir junto a su esposo y mi padre ya que, los otros criados son todos nuevos; la señora Beatriz apenas salía de su habitación cuando no le tocaba cocinar y esto solo lo hacía cuando todos los Bennett se reunían que no era siempre como había dicho anteriormente, toqué dos veces la puerta y escuché un pase algo débil.
—Señora Beatriz ¿Está usted bien? —pregunté al verla, me senté al lado de su cama y tomé su mano, estaba algo caliente y empezó a toser.
—Esta gripe me está acabando ayer no pude terminar de cocinar, tu padre tuvo que hacer el trabajo solo —dijo sonriendo, acarició mi pelo rojizo y tragó en seco, me levanté tomé una taza y le saqué agua, le pasé el vaso y esta se sentó para tomarla.
—Siempre me pregunte porqué tengo ese color en el cabello —dije en un susurro.
—Yo también lo tengo así —Sacó una hebra—. Que mal tener algo en común con esta familia en mi caso, en el caso tuyo debe ser la karma para tu padre cada ves que lo ve. Pero no te preocupes aunque no hayas nunca salido al pueblo hay mucha gente pelirroja en esta ciudad. Pero sí, creo que es karma.
—¿Acaso mi padre a cometido algo muy malo? Digo porque usted menciona el karma.
—Cometió algo, un error.
—Me puedes decir, juro que no se lo diré, por favor señora Beatriz.
—Hacer silencio nena, quedarse en esta casa, sé que es difícil escaparse, pero no imposible. ese fue su error. Ya estoy vieja me da igual que se lo digas.
—¿Hacer silencio sobre qué?.
—Sobre lo que pasó aquel cinco de junio de ese año tan desastroso. Eso no lo debió dejar pasar, ya ahora es muy tarde.
—¿Qué? ¿Qué pasó?
—No puedo revelarte nada Lorena. Él debería de decírtelo ya.
—Espero que lo que haya pasado no sea tan grave.
—Nena, ni yo, ni él, ni nadie que haya vivido después de ese día a podido ser feliz.
—¿Es tan trágico?.
—Es más que trágico, es el puro color que representa la familia Bennett. Ahora vete, ayuda a tu padre en la cocina —La miré curiosa y ella sonrió—. Lorena tal vez solo estoy delirando, soy una anciana de ochenta años. No creas todo lo que te diga.
Salí de la habitación con un cosquilleo en la nunca, mi estómago se había revoloteado como aquella vez cuando me agarraron esos gemelos, pero esto era aun peor, sentía que no solo era peor, eran muchas heridas abiertas que aun no se cerraban y sobre todo, muchos secretos que aun se guardaban y mi papá era el primero.
Cómo había sido posible que él no me allá dicho nada de esto, o tal vez la señora Beatriz tenía razón y simplemente sea locura de ella por su vejez, pero porqué sentía que algo se reflejo en sus ojos cuando la ví hablar sobre ese día, sobre eso. Tal vez no estaba tan loca después de todo. ¿Qué paso el cinco de junio? ¿De que año? No me dijo el año.
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Editado: 09.08.2022