El primer mes de clases había acabado y comenzaban las preparaciones para la feria del campus, la gente a mi alrededor estaba emocionada, se hablaba mucho del stand de besos y los chicos que estarían en él. Conocía a algunos y a otros no, era la atracción de este año, pero si me preguntas a mí, lo encontraba estúpido y antihigiénico. Y por supuesto iba a permanecer lo más lejos del stand.
Como era nuestra semana de descanso iba a aprovechar el tiempo al máximo y saldría a buscar un trabajo. Aunque cumplí mi mayoría de edad, mi madre aún no me entrega el dinero que me dejaron mis abuelos. Por lo que la única manera de tener dinero era trabajando, al menos tenía una beca para estudiar aquí, así que eso era un problema menos, pero debía comer y comprarme los libros de estudio.
Decidí empezar buscando en los restaurantes de comida cercana al campus, pero no tuve éxito, luego busque en las librerías, cafeterías y lavanderías y nada, no había trabajo disponible.
Sin rendirme volvería al otro día, y al siguiente si era necesario hasta que encontrara algo.
Cuando llego a mi habitación hay un sobre pegado con la puerta, lo tomo y veo mi nombre en él. Entro, me siento en la cama y lo abro.
Colorina:
Como odio ese apodo, respiro profundo y sigo leyendo
Me tope con tu compañera de habitación y me comento que estabas buscando trabajo y tengo el indicado para ti.
Si estás interesada puedes llamarme, tienes mi número. O puedes venir a la dirección que está más abajo.
Adrián.
Leo la dirección y pongo los ojos en blanco, porque por supuesto él no vive en el campus como todos los mortales, él debía tener su propio apartamento en la parte más lujosa de la ciudad.
Decido que puedo esperar hasta conseguir un trabajo, no lo llamaré y menos iré a su casa, de eso nada bueno saldrá, seguramente querrá que le haga los mandados y le lave la ropa. O peor que me haga cargo de su secta de demonios.
Hoy es el primer día de feria, está repleto de gente por todos lados. Una fila enorme de mujeres se encuentra en el stand de besos.
‒ Iras por el beso del verdadero amor —le digo sarcásticamente a Claudia
‒ No, iría solo para besar a un chico —dice mientras se sonroja
‒ No, la dulce Claudia se ha enamorado —la abrazo mientras le hago cosquillas— ¿a quién quieres besar? Cuéntale todo a mamá Aria
‒ Vas a creer que estoy loca
‒ Jamás, somos amigas. Puede que me burle de ti, pero nada más —digo poniéndome los dedos en la frente— promesa de scout
‒ Nunca fuiste a los scout
‒ Pero nadie lo sabe, ahora dime a quien quieres besar.
‒ Adrián
‒ Mmmm, ¿perdón?
‒ Quiero besar a Adrián Campos, es el chico más guapo de la facultad de medicina. Me atrevería a decir que el más guapo del campus completo.
‒ Ok, está bien. Creo que te debo llevar a enfermería —digo mientras me rio— ¿te has golpeado la cabeza?
Ella se suelta de mi agarre y me mira mal, ay no, ella habla en serio.
‒ Perdón solo es que me sorprende, pensé que no habías caído en su encanto.
‒ ¿Algún día me dirás por qué lo odias tanto?
‒ Tal vez, por ahora vamos a mirar la feria.
Eso llama su atención y comenzamos a caminar sin rumbo fijo, compramos algodón de azúcar, jugamos a los dardos, a la pesca, nos subimos a un carrusel y hasta la acompañé a hacer la fila del stand de besos a Claudia, pero su amado no apareció lo cual fue un alivio para mí, no sería agradable ver a mi amiga besarlo.
‒ Vamos a la casita del terror —dice Claudia mientras tira de mi
‒ No creo que sea buena idea
‒ no seas cobarde, no me digas que te da miedo
‒no, no es eso —digo asustada— es solo que no me gustan los lugares con mucha gente
‒ Ni siquiera hay fila —dice mientras entramos, esta sin duda es una verdadera casa del terror, hay telas de arañas, imágenes de monstruos, veo gente disfrazada, escucho gritos de terror y mis manos comienzan a sudar. En un momento ya no siento la mano de Claudia, me doy vuelta y no está en ningún lado.
‒ Clau, ¿Dónde estás? —pregunto en un susurro, nadie responde.
Mierda, esto no me puede estar pasando a mí, odio la oscuridad, odio los demonios, estoy nerviosa, no puedo respirar, sigo avanzando hasta que toco una pared y decido quedarme aquí, me siento en el suelo tratando de respirar, esto es una pesadilla.
Cierro los ojos y cuando hasta 100, siento una mano en mi hombro y grito.
‒ No, por favor. No me hagas daño —digo llorando
Siento que alguien se sienta a mi lado y toma mi mano, trato de soltarlo, pero la aprieta más fuerte.
‒ Respira profundo —dice una voz que no reconozco, hago lo que dice— eso es, ahora levanta la cabeza y mírame.
Levanto la cabeza, abro los ojos y lo único que veo son unos ojos verdes a través de la máscara de demonio.
‒ Inhala y exhala, tú puedes. No te haré daño, nadie aquí lo hará, no permitiré que nadie lo haga.
La habitación se vuelve más oscura, el chico me toma por la cintura y me sube a su regazo. Mientras una de sus manos masajea mi espalda logrando que me calme.
‒ Gracias, yo…
‒ Shhh, no pasa nada.
Con una de sus manos lo veo quitarse la máscara, mientras con la otra me mantiene en mi lugar sobre su regazo.
No logro ver su cara, pero no me importa en estos momentos, estoy agradecida de que me haya encontrado y me haya salvado.
Acerca su cara a la mía y comienzo a entrar en pánico, si cree que lo besaré por salvarme está equivocado, corro la cara justo cuando sus labios tocan mi mejilla. Él se ríe y es ahí cuando me doy cuenta quién es.
Mi demonio personal, el rey de la oscuridad.
‒ No puedo creer que pensaras que te iba a besar —dice mientras me suelta y me empuja al suelo.
‒ Eres un imbécil —digo poniéndome de pie
#10159 en Novela romántica
#1522 en Joven Adulto
odio enemigos celos romance amor, amor adolescente, enemiestolover
Editado: 18.03.2024