Secretos entre las olas

VEINTICINCO

 

—Ya nos vamos —Farrah me abraza con fuerza—. Espero verte pronto, Zora. Este verano ha sido mucho mejor porque ustedes han estado con nosotros.

Yo le devuelvo el abrazo sabiendo que volveré a verla, no sé cuándo, solo presiento que será pronto. Farrah continua con los abrazos y el siguiente en acercarse es Leo, abre sus brazos y levanta las cejas.

—Cuñada. —suelta con un tono alegre.

Yo ruedo lo ojos. —Cuñado —contesto.

Leo me abraza y despeina mi cabello cuando se aparta. —No destruyas nada en tu camino, Zora.

Le aparto la mano. —Solo vete, Leo.

Penelope me abraza de pronto, como nunca antes lo había hecho. —Gracias Zora.

No tengo idea qué me está agradeciendo. —Llámame cuando quieras —ofrezco.

Ella se despega de mí. —Está bien, tú también, digo… espero que ahora que tú y Theo ya son algo oficial pueda verte de nuevo.

Asiento. —Así será.

Finalmente se acerca Theo, usando la misma camiseta que llevaba el primer día que volví a verlo. Mira a mis ojos, con palabras acumuladas que no puede decirlas aquí frente a todos. Él me rodea con sus brazos y yo cierro los ojos. —Te veré en otoño —promete.

Le doy un beso en la mejilla. —Te veré en otoño.

Theo acaricia mi cabello una última vez. —Tienes que quitarme la opción de “silenciado” o volveremos a pelear.

Resoplo. —Creo que ya no sucederá eso.

Justin se acerca para colocar su brazo sobre los hombros de Theo. —Bien, ya deja a mi hermanita en paz.

Theo rueda sus ojos. —No seas un hermano celoso.

—Adiós Theo —Benny se acerca para darle un abrazo.

Theo se despide de mis hermanos, de mi mamá y antes de subirse al auto, me voltea a ver. Tan solo pasaran tres semanas y media para que volvamos a encontrarnos pero sé que tanto él como yo, no queremos pasar ni un día lejos del otro.

Cuando todos los miembros de la familia West ya están en el auto, Theo abre la puerta de los asientos traseros permaneciendo de pie con la mirada al mar por el tiempo suficiente para que lo haga sonreír, puede que esté recordando nuestros días jugando en la arena o la noche que confesó todo lo que sentía por mí. Puede que allá entre la distancia haya logrado ver algo que nunca antes encontró.

Gira su rostro, camina hasta donde yo estoy, toma mi rostro entre sus manos y me besa en los labios. Mi corazón salta de alegría, tanta que es difícil contenerla dentro de mi cuerpo.

Nos separamos rodeados de risitas y burlas de mis hermanos y los suyos. —Te besaré de nuevo en otoño —afirma—. Mientras tanto, piensa en mí.

Theo se sube al auto y me guiña el ojo antes que su madre lleve el auto a una ciudad lejos de mí.

Te querré en otoño, Theo.

Y en cada estación que vendrá.

—Ahora vamos a nadar por última vez —propone Justin.

Benny toma mi mano y con la otra la de Justin. —Vamos antes que sea mediodía y el sol nos queme.

Eso es algo que mamá siempre dice.

Yo veo a mi madre, estiro mi mano y espero que la tome. —Vamos mamá, ¿Cuándo fue la última vez que nadaste con ropa?

Ella sonríe. —A tu edad, quizás.

Justin suspira. —Ojala papá estuviera aquí —aun no le ha contado lo de Leo, pero no importa, papá tendrá sus pensamientos y sus creencias como todos, sin embargo también tiene mucho amor por sus hijos y sé que cualquier noticia no nos separará de él.

Tiro del brazo de mamá y el de Benny. — ¡Vamos!

Mientras corría con mi familia hacia la arena recordaba cada momento en mi último verano antes de convertirme legalmente en adulta. Las memorias sobre personas y rostros que no volvería a ver llegaban a mi mente, llenándome el corazón de nostalgia y algo parecido a la fe.

Emeth me habló sobre la fe, sobre creer que vas por el camino correcto a pesar que las personas no lo crean así. Mi camino está aquí, ahora. Dejando huellas en la arena, marcando cada paso que he dado. Unos más estables que otros, unos que me han clavado granitos en las plantas del pie, algunos pasos me han quemado pero finalmente arribo a esa parte donde todo es más suave, más fresco. Más liviano.

Tengo fe en lo que no veo, en la felicidad que puedo llegar a obtener, en las historias memorables que aún no he recolectado y en el amor que aún tengo que experimentar. Tengo fe que lo que sea que venga mañana, será mejor.

Para mí y para todos.




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