Y así disfruté de un par de horas en paz.
Había empujado mis pensamientos suicidas a un rincón de mi mente, hasta que Eli volvió a aparecer, estaba oloroso.
— En algunos países andar al natural es genial, en lo que a mí concierne, deberías darte una ducha y usar desodorante.
Eli se pasó la mano por la cara, pero no dijo nada, hasta que le cerró la puerta a alguien.
— ¿Desde cuándo viene Bags aquí? —Yo lo miré con curiosidad ¿De verdad me lo estaba preguntando a estas alturas? — Margarita debes ser sincera —¡Hola, detective Eli! Este tipo es genial.
—La vez anterior que le tiré su helado por la cara y hoy temprano que parece que estaba volviendo por un segundo round.
—No me facilitas el trabajo —Yo me encogí de hombros—. Margarita —Él se veía muy serio, pero yo no tenía ganas de tener un interrogatorio.
— ¿Ha desaparecido alguien? —Se me vino la pregunta de repente.
—No —El alma me regresó al cuerpo.
—No tengo nada con el bagstardo —breve pausa—. Solo estoy molesta, cansada y estresada. No entienden como me siento. De verdad, no lo saben —Salvo Bags, pero no quería ser sincera con esto.
—Margarita, denúncialo.
Yo sabía que, si lo hacía, sería el escándalo más sonado y lo peor de todo es que mi vida terminaría en ese mismo instante, yo no quería terminar en una casa encerrada de por vida. Había sido una suerte que ningún reportero haya asomado la cabeza aún.
—Báñate y relájate un poco, creo que estás tenso Eli —Él asintió con la cabeza, parecía medio confundido cuando salió.
Para mi cena, Bags volvió con un súper sándwich de pollo, sin papas al hilo o cremas para variar.
— Estoy pensando en exigirte el pedido regular —respondí mientras daba un buen mordisco a mi desa—almuerzo—cena, porque la papilla de hospital no facilitaba a mis intestinos el trabajo. Ya llevo atorada un par de días.
Él solo se encogió de hombros, tendríamos que dialogar como gente supuestamente civilizada, aunque yo no me sintiera preparada.
Bags no dijo nada como yo esperaba por un buen rato, solo cogió mi bandeja de la cena, lo metió todo a una bolsa de plástico, la amarró y la tiró al tacho, luego desinfectó mis alrededores con su alcohol en spray, incluso hacía lo mismo antes de sentarse en la silla; el sujeto tenía algo serio con lo de la limpieza.
—En unos cuantos días te darán el alta —murmuró a sabiendas de que estaba más que enterada—. Tus padres vinieron mientras dormías, no querían despertarte, pero volverán.
Eso me hizo escupir el delicioso bocado que masticaba.
—¡¿Qué?!
Sabía que eso no era nada bueno, era la peor noticia, pero que rayos, es mi final. ¿Cómo se me había ocurrido pensar que no vendrían luego de que la casa volara en pedazos y dos sujetos a los que les había dado mi confianza habían intentado matarme?
Entre otras cosas e ignorando mi maldito secuestro.
— ¿Qué les dijiste? — Solté en un murmullo, no quería perder mi vida.
—Aun no has declarado, incluso sin tu palabra esos dos tenían asegurada una larga condena, tu rescate te salvó de una investigación exhaustiva. No tienes nada de qué preocuparte.
¿Una qué?
— ¿Cómo es eso? —Casi grité, mientras él limpiaba mi desorden.
—Estás limpia Margot, el mismo capitán examinó tu caso —Después de que él limpiara sus rastros supongo.
Así que el chico bueno no había dicho nada que arruinara su trasero—. Si yo caigo tú también —Lo amenacé dejando la hamburguesa sobre la cómoda, Bags se levantó preparándose para esquivar cualquier objeto volador.
Sus ojos de gato traumado no me amedrentaron.
—Aceptaré los cargos Margot —dijo antes de salir sigilosamente de la habitación.
Tiré la hamburguesa a medio comer al tacho, con toda esta notición había perdido el apetito por enésima vez desde que me internaron, quise llorar del pánico que me embargaba, ni siquiera estaba segura de querer seguir internada, quería escapar de esta nueva tortura, no venía nada bueno con mis padres.
†
Acababa de despertar cuando noté a mis padres en ese momento, estaba más conmocionada de lo que pensé porque el estómago se me revolvió.
—Hija querida, estaba tan preocupada por ti —Mi madre me dio un abrazo de oso, de esos que te quitan algo más que el oxígeno—. Luego de que tu hermano quisiera matarse por esa estúpida perra yo…
—Mamá, yo soy mujer, solo tiro la hoja y cuenta nueva —Eso alegraba a mi padre, me había mentalizado muy bien, aunque se había descuidado con mi hermano, el idiota se había quedado perdidamente enamorado de su ‘palomita’, la misma que no dudó en irse con la entrenadora del gimnasio.
—No debieron dejar solo a Robin —Los acusé con la mirada.
—Hija, estaba pensando en trasladarte, averigüé que hay una universidad muy cerca a la casa de tu hermano, podríamos trasladarte allá y…
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humor negro sarcasmo, secretos dolorosos del pasado, secuestro y odio
Editado: 30.01.2021